Especial

Los mejores discos internacionales del 2025



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Un año más reúno los discos que más me han acompañado y que me han llevado a intentar contactar con los artistas responsables de ellos para entrevistarlos, quizá la parte más gratificante de llevar una web de música. Tener la oportunidad de hablar con quienes firman estas obras, preguntarles por los detalles que me obsesionan y comprender mejor cómo imaginan cada escena sigue siendo un privilegio que nunca doy por hecho. Cada álbum que me sacude un poco despierta el deseo de conocer lo que hay detrás, de escuchar la voz que lo hiló todo. En un momento en el que casi todo se presenta a través de recomendaciones automáticas, resulta más necesario que nunca reivindicar la elección personal, el descubrimiento pausado y la escucha curiosa. Frente a cifras poco fiables y automatismos que pretenden orientar gustos ajenos, la música sigue creciendo cuando quien escucha decide explorar sin guías impuestas. También persiste la presencia de campañas insistentes con las que ciertos agentes intentan posicionar propuestas que no terminan de sostenerse, confiando en la presión más que en la calidad real de sus contenidos. 2025 ha sido un año excepcional para la música internacional y esta lista lo refleja: discos que invitan a parar, a fijarse en los detalles y a disfrutar del inmenso talento de quienes siguen creando con convicción y una mirada propia.

Desde los primeros compases de ‘Gummy’, Bedridden establecen un clima eléctrico que guía todo ‘Moths Strapped To Each Other’s Backs’. Las canciones muestran escenas tensas marcadas por roces cotidianos, cambios bruscos y una energía siempre alerta. El grupo se mueve entre golpes rítmicos y guitarras que avanzan sin suavizar nada, destacando momentos como ‘Chainsaw’ o ‘Heaven’s Leg’, donde la intensidad se vuelve especialmente notable. En la parte final, ‘Uno’ aporta un matiz irónico que contrasta con la gravedad anterior, preparando el terreno para el cierre con ‘Ring Size’. El álbum funciona como una sucesión de momentos cargados que se encadenan con impulso continuo, manteniendo su tensión hasta el último segundo.

Con 'Where the Earth Bends', Daffo firma un debut largo que convierte la vida diaria en una serie de escenas mordaces y a veces incómodas. 'Get a Life' abre con sarcasmo y ritmo ligero, mientras 'Habit' insiste en la obsesión repetitiva hasta rozar lo febril. El golpe más directo llega en 'Carrot Fingers', donde la fragilidad física y el miedo a seguir adelante se dicen sin rodeos. Entre el humor oscuro de 'Bad Dog' y 'Go Fetch' y la mirada funeraria de 'Unveiling', Gabi Gamberg encadena canciones que retratan hábitos dañinos y vínculos que se aflojan. Un disco que te deja con ganas de leer la crítica completa.

A través de ‘First it was a movie, then it was a book’, Florry abren un recorrido que avanza con naturalidad y sin rigidez, permitiendo que cada idea se estire hasta encontrar su propia forma. El grupo encadena repeticiones hipnóticas, voces casi habladas y una energía que se mueve más por impulso que por planificación. Canciones como ‘Say Your Prayers Rock’ o ‘You Don’t Know’ muestran cómo la banda aprovecha el desorden como motor expresivo, creando pasajes que cambian de temperatura sin previo aviso. El resultado mantiene su atractivo gracias a una deriva constante que convierte cada tema en un espacio abierto donde todo permanece en movimiento.

Al abrir ‘Easy’ con ‘Susan’, el disco plantea su dualidad sonora: texturas digitales quebradas por guitarras ásperas, como si flotaran en una niebla de ruido. La voz de Salfi se funde con sintetizadores que distorsionan cada frase mientras el bajo sostiene una base oscura. En canciones como ‘Heaven Year’ o ‘Jersey Shore’ todo parece a punto de desmoronarse, y esa fragilidad visible genera una tensión constante. Bleary Eyed construyen un álbum que juega con contrastes intensos: densidad y ligereza conviven en una atmósfera atractiva, capaz de capturar la atención desde el primer compás.

‘Amateur’ arranca con una calma engañosa que pronto se llena de detalles: melodías directas, sintetizadores contenidos y la voz de la artista flotando con naturalidad. Las canciones como ‘Swedish Nightmare’ o ‘Get A Life’ alternan atmósferas suaves con momentos de energía contenida, combinando ternura y claridad sin adornos innecesarios. El disco despliega ideas de rebeldía cotidiana y honestidad emocional, con un tacto sobrio que mantiene el foco en las sensaciones y no en la forma. Molly Nilsson entrega un trabajo accesible, capaz de atraer tanto por su honestidad como por su coherencia sonora.

En ‘Nested in Tangles’, Hannah Frances construye un recorrido que avanza entre voces cercanas, arreglos expansivos y una escritura que respira con calma. Temas como ‘Life’s Work’ o ‘Surviving You’ muestran cómo la autora transforma recuerdos en paisajes sonoros que crecen con intención gradual. Cada pieza se estira hasta encontrar un brillo propio, apoyándose en texturas que se abren y se repliegan sin perder dirección. La presencia de metales y cuerdas aporta un contraste cálido que envuelve la interpretación y sostiene su búsqueda expresiva. El álbum mantiene su magnetismo gracias a un equilibrio delicado entre serenidad y tensión, dejando la sensación de un viaje que invita a detenerse en cada gesto.

Con ‘Doga’, Juana Molina se adentra en un universo de texturas que respiran con paciencia: capas de sonido se superponen con delicadeza, y la voz emerge como parte de un paisaje sonoro que crece con calma. Temas como ‘Uno es árbol’ o ‘Siestas ahí’ muestran su capacidad para transformar el silencio en pulso, con secuencias que laten sin prisa. La mezcla de atmósferas orgánicas y electrónicas genera un equilibrio que no busca impacto inmediato sino un efecto que se instala poco a poco. El disco atrapa justamente por su sutileza, dejando espacio para escuchar con calma y redescubrir matices cada vez distintos.

‘Instant Holograms on Metal Film’ vuelve con la sutileza característica de Stereolab: capas de sintetizador y matices de percusión construyen atmósferas que flotan sin necesidad de urgencia. En ‘Aerial Troubles’ o ‘Melodie is a Wound’ las frases se deslizan con serenidad sobre texturas que se mueven con lentitud, invitando a escuchar con calma. El álbum no busca sacudir el presente: propone un terreno donde cada detalle puede reaparecer distinto en cada escucha. Su fuerza radica en la persistencia de sonidos que se extienden sin alardes, y en una coherencia sonora que seduce por su sobriedad.

Motocrossed irrumpen con una energía cruda y directa en su álbum debut. Canciones como ‘A Mouse in the Field of Our Benefits’ o ‘Crows Come Down’ muestran guitarras urgentes y letras que evocan vidas reales. La voz suena cercana, casi casual, mientras las melodías fluctúan entre lo descuidado y lo evocador. El conjunto se sostiene en una mezcla de frescura doméstica y honestidad abrupta. El disco convence por su sinceridad: no busca perfección, busca capturar momentos tal como son. El resultado anima a escuchar con atención cada matiz sin artificios.

En ‘Pequena Vertigem de Amor’, Sessa construye un recorrido sereno donde cada pieza respira en un clima cálido y cercano. Temas como ‘Dodói’ o ‘Vale a Pena’ muestran cómo pequeñas frases repetidas adquieren fuerza al avanzar sobre ritmos suaves y arreglos que se despliegan con delicadeza. El disco propone una escucha pausada que revela capas que aparecen sin sobresaltos y que invitan a entrar en un estado de calma sostenida. Su voz, siempre contenida, guía melodías que se entrelazan con naturalidad, creando un conjunto que fluye sin rigidez. La sensación final es la de un trabajo que ilumina lo cotidiano y realza los detalles que suelen pasar desapercibidos.

Basta escuchar ‘the chase’ para adentrarse en el pulso inquieto que atraviesa ‘LOTTO’. El grupo despliega un torrente sonoro que captura tensiones personales y sociales con escenas que avanzan entre contraste y urgencia. Piezas como ‘sour diesel’ o ‘american food’ muestran cómo la banda alterna pasajes densos con momentos inesperadamente expansivos, construyendo un recorrido donde cada giro aporta una nueva intensidad. En el tramo final, ‘baeside k’ y ‘herpim’ dejan una sensación de impulso renovado que cierra el álbum con energía persistente. ‘LOTTO’ confirma la capacidad del proyecto para crear paisajes sonoros que atrapan desde la primera escucha e invitan a descubrir cada detalle con atención creciente.

Desde ‘Echoes’, Sorry plantean un viaje que juega con máscaras sonoras y cambios de enfoque constantes. El grupo combina capas sugerentes y ritmos precisos para crear escenarios donde lo familiar adopta nuevas formas, algo evidente en ‘Jetplane’ o ‘Waxwing’. La banda despliega contrastes que se intensifican en ‘Love Posture’ y ‘Life In This Body’, piezas que aportan una calma inquieta. Cuando llega ‘Today Might Be The Hit’, el pulso se acelera y abre paso a un tramo final donde ‘Candle’, ‘Magic’ y ‘JIVE’ consolidan una identidad mutable que nunca pierde dirección. ‘COSPLAY’ destaca por su habilidad para transformar cada idea en un espacio cambiante que invita a seguir descubriendo matices.

Mei Semones propone un recorrido donde la cercanía entre voz e instrumentos marca cada escena de ‘Animaru’. El disco se mueve entre momentos serenos y pasajes de ritmo ágil, con piezas como ‘Tora Moyo’ o ‘Dangomushi’ que destacan por su calidez y precisión. Semones combina idiomas y colores sonoros sin forzar contrastes, permitiendo que cada composición crezca con suavidad. En ‘Zarigani’ aflora una delicadeza especialmente luminosa, mientras ‘Rat With Wings’ introduce una intensidad que amplía el paisaje del álbum. El cierre reafirma un enfoque claro: captar instantes que brillan por su sencillez y su sentido de cercanía. ‘Animaru’ invita a sumergirse en detalles que revelan una forma de crear directa y muy cuidada.

Desde ‘Spun’, Wavves muestran un impulso renovado que combina claridad y energía afilada. El álbum avanza con temas que alternan brío y atmósferas expansivas, como ‘Goner’, donde la producción realza cada giro sin perder tensión. Canciones como ‘Lucky Stars’ y ‘Gillette Bayonet’ refuerzan ese carácter vibrante que siempre ha acompañado al grupo, aportando un enfoque más certero en cada arreglo. El cierre con ‘Holding On to Shadows’ abre una puerta hacia terrenos más amplios, revelando una faceta menos frenética pero igual de intensa. ‘Spun’ se convierte así en un trabajo que captura el ritmo de una banda que sigue encontrando nuevas formas de proyectar su fuerza sin perder su identidad sonora.

Comienza ‘New Threats From the Soul’ con una narración que avanza a impulsos, casi como si cada idea se impusiera a la anterior. Ryan Davis moldea escenas que alternan humor, extrañeza y cierta ligereza amarga, creando un flujo atractivo que se potencia en piezas como ‘Monte Carlo / No Limits’ o ‘Better If You Make Me’. Las melodías se mueven con libertad, dejando que cada quiebro de voz o cambio rítmico aporte carácter. El dúo ‘Mutilation Springs’ y ‘Mutilation Falls’ destaca por su clima inquieto, mientras que ‘The Simple Joy’ introduce un respiro tenue. El cierre con ‘Walden Pawn’ redondea un recorrido que captura relatos imperfectos y vibrantes, siempre guiados por una expresividad directa.

Desde el primer minuto, ‘EURO-COUNTRY’ muestra cómo CMAT transforma vivencias cercanas en relatos afilados llenos de ironía y claridad. Canciones como ‘Ready’ y ‘Coronation St.’ revelan un pulso narrativo que combina desengaños, humor y observaciones directas sobre la vida cotidiana en Irlanda. La valentía expresiva de piezas como ‘Lord, Let That Tesla Crash’ o ‘Janis Joplining’ crea un recorrido vibrante donde la autora alterna dramatismo y ligereza sin perder foco. A ello se suman momentos más expansivos como ‘Tree Six Foive’, que amplían los matices del conjunto. El disco avanza con una energía inquieta que encuentra su fuerza en la sinceridad y en la forma en que cada tema ilumina un rincón distinto de su universo creativo.

Arranca ‘Snocaps’ con una mezcla de impulso y calma que revela el reencuentro creativo de Allison y Katie Crutchfield. Las dos voces avanzan desde perspectivas distintas y, aun así, se complementan en temas como ‘Over Our Heads’ y ‘Wasteland’, donde el ritmo marca el contraste entre urgencia y pausa. El disco encuentra momentos especialmente certeros en ‘Heathcliff’ y ‘You in Rehab’, que muestran la fuerza de lo cotidiano cuando se convierte en relato directo. Canciones como ‘Cherry Hard Candy’ y ‘Avalanche’ aportan un aire más expansivo que dinamiza el conjunto. El cierre con ‘Coast’ deja una estela de movimiento constante que sintetiza el espíritu del álbum, construido sobre una colaboración que conserva su frescura.

A medida que avanza ‘Big city life’, Smerz construyen un paisaje marcado por impulsos breves, voces que se deslizan y ritmos que se doblan sobre sí mismos. Temas como ‘Roll the dice’ y ‘Feisty’ muestran cómo el dúo convierte gestos mínimos en atmósferas inciertas, mientras que ‘Close’ y ‘You got time and I got money’ introducen un juego de contrastes entre frialdad y deseo. El tramo final, con ‘Imagine this’ y ‘Dreams’, recupera sombras de su pasado electrónico, ahora filtradas por una mirada más contenida. Todo el álbum funciona como un mosaico urbano donde cada detalle altera el rumbo, creando un recorrido que invita a escuchar con atención cada pliegue.

En ‘Magic Of The Sale’, Teethe consolidan una escritura que avanza con paso suave y detalles que revelan distintas direcciones dentro de un mismo clima. Canciones como ‘Tires & Bookmarks’ o ‘Holy Water’ muestran cómo el grupo combina capas eléctricas y voces casi susurradas que dibujan escenas marcadas por dudas y deseos cruzados. Momentos como ‘China Day’ o ‘Anywhere’ aportan un aire más tenue, mientras que ‘Ammo’ y ‘Funny’ introducen matices que amplían el alcance del conjunto. El cierre con ‘Matching Durags’ deja un resplandor extraño que abre nuevas lecturas. El álbum destaca por su manera de sugerir más de lo que muestra, creando un territorio donde cada pieza parece guardar una chispa que invita a seguir escuchando.

Cass McCombs articula en su nuevo disco un recorrido donde escenas urbanas, relatos imaginarios y guiños al folclore se entrelazan con fluidez. Temas como ‘Priestess’ y ‘Missionary Bell’ revelan cómo combina recuerdos inventados y observaciones cercanas, mientras ‘Peace’ y ‘Juvenile’ muestran un pulso más directo que sorprende dentro del conjunto. El álbum avanza entre narradores que transitan ciudades, figuras míticas y destellos de humor seco. ‘Lola Montez Danced the Spider Dance’ y ‘Who Removed the Cellar Door?’ amplían su gusto por lo fabuloso, y el cierre con ‘Interior Live Oak’ deja una sensación de fuerza contenida que apunta a nuevas vías creativas. McCombs reafirma aquí su capacidad para hilvanar historias que cambian de tono sin perder coherencia interna.

En ‘Lost & Found’, Free Range despliega un conjunto que avanza con calma y deja que cada escena respire. Canciones como ‘Tilt’ o ‘Chase’ muestran voces que rozan el susurro mientras las guitarras abren un espacio de duda y deseo entre líneas. ‘Lost & Found’ ofrece uno de los momentos más claros del disco, con versos que plantean una entrega frágil sin dramatismo. También destacan ‘Service Light’ y ‘Big Star’, que combinan imágenes directas con una calidez tenue. En el tramo final, ‘Faith’ y ‘Storm’ introducen atmósferas más difusas, antes de que ‘Ringing’ cierre con un eco persistente que se queda flotando. Un álbum que invita a entrar sin prisa y seguir el hilo de cada mínima variación.

Desde el primer minuto, ‘Air Between Us’ muestra cómo Coral Grief transforma cambios urbanos en escenas íntimas que avanzan sin dramatismo. Piezas como ‘Starboard’ y ‘Avenue You’ combinan guitarras que se repliegan con voces que rozan el susurro, creando un movimiento constante donde cada elemento encuentra espacio propio. El trío moldea estructuras flexibles que permiten que ‘Latitude’ o ‘Rockhounds’ respiren con naturalidad, alternando pulsos suaves y tramos más marcados. En ‘Almost Everyday’, la despedida de un lugar querido adquiere un tono sereno que completa el recorrido del disco. El resultado captura una ciudad que se desplaza y un grupo que propone mapas personales a través de pequeños detalles sonoros.

Con ‘Glory’, Perfume Genius despliega un conjunto de escenas donde lo íntimo y lo ceremonial conviven sin buscar grandilocuencia. Temas como ‘It’s a Mirror’ o ‘Capezio’ alternan impulsos eléctricos con pasajes serenos, dejando que cada imagen aparezca sin esfuerzo aparente. La voz se mueve entre susurros y estallidos breves, siempre atenta a los detalles que sostienen cada atmósfera. En ‘No Front Teeth’, la irrupción de Aldous Harding amplía el registro del álbum, aportando un contraste que refuerza su carácter cambiante. El cierre con ‘Glory’ recoge todo ese movimiento interior y lo lleva hacia un espacio más tranquilo. El disco avanza con naturalidad, como si cada canción fuese un pequeño rito personal que encuentra su forma a medida que suena.

Pile despliegan un disco que avanza entre embestidas rítmicas y pasajes que apenas dejan tomar aliento. ‘An Opening’ marca la primera sacudida, con guitarras que cortan el aire y una voz que empuja hacia un terreno áspero. En ‘Deep Clay’ y ‘A Loosened Knot’ aparece un impulso casi físico, sostenido por líneas que se tensan hasta el límite. La expansión llega con ‘Bouncing in Blue’, donde cuerdas y sintetizadores abren un espacio más amplio antes de volver a la crudeza. ‘Meanwhile Outside’ resume la dinámica del álbum con su desarrollo extenso. El cierre con ‘Carrion Song’ deja una estela sombría que sella un trabajo hecho de avances bruscos y claridad repentina.

Desde los primeros segundos de ‘Ghost’, Joanne Robertson introduce un clima denso que sostiene todo ‘Blurrr’. La guitarra avanza con calma y la voz surge como un hilo que guía escenas donde cada detalle parece surgir sin preparación. En ‘Why Me’ y ‘Friendly’, la repetición de patrones crea un flujo continuo que permite que las imágenes se acumulen sin esfuerzo. La presencia de Oliver Coates refuerza la profundidad de piezas como ‘Always Were’ y ‘Gown’, añadiendo capas de cuerdas que envuelven la interpretación. ‘Exit Vendor’ y ‘Peaceful’ muestran un brillo más abierto dentro del conjunto. El cierre con ‘Last Hay’ mantiene esa sensación de inmediatez que define el álbum, dejando un eco que prolonga su atmósfera más allá de la última nota.

‘Blue Reminder’ muestra cómo Hand Habits convierte escenas cotidianas en pequeñas corrientes que avanzan con suavidad. Desde ‘More Today’, la voz guía un recorrido que combina calma y tensión con un equilibrio preciso. Temas como ‘Wheel of Change’ o ‘Nubble’ aportan un brillo leve que contrasta con el tono recogido de ‘Dead Rat’. Cuando el álbum se abre hacia piezas más amplias, como ‘Beauty 62’ o ‘Jasmine Blossoms’, surge una claridad que ilumina el conjunto sin romper su delicadeza. El cierre con ‘Living Proof’ deja la impresión de un trayecto que se sostiene en matices, siempre atento a cómo una mínima variación puede transformar el paisaje. El resultado conserva una coherencia serena que invita a regresar.

Entre ciudades, habitaciones ajenas y viajes continuos, ‘Adult Romantix’ captura la forma en que Winter transforma cada lugar en un punto desde el que mirar lo que va quedando atrás. ‘Just Like a Flower’ abre el disco con un contraste entre claridad y distorsión que marca la pauta del conjunto. A medida que avanzan temas como ‘Misery’, ‘In My Basement Room’ o ‘The Beach’, se dibuja una mezcla de calidez y drama contenido que sostiene el recorrido. El uso del portugués en ‘Without You’ y ‘Candy #9’ aporta un color propio dentro de esa variedad de escenas. El cierre con ‘Hollow’ deja un eco íntimo que resume el peso de lo vivido, ofreciendo un trayecto lleno de matices bien enlazados.

En ‘Dan’s Boogie’, Destroyer despliega un juego de reflejos donde cada tema parece perseguir una forma que nunca termina de fijarse. Desde ‘The Same Thing as Nothing at All’, el álbum avanza con frases que se cortan antes de asentarse y melodías que se insinúan sin imponerse. ‘Hydroplaning Off the Edge of the World’ acentúa esa deriva con teclados que se expanden como si buscaran un horizonte incierto. En piezas como ‘Bologna’ o ‘Cataract Time’, la voz se mueve entre escenas que se deshacen al rozarse entre sí. El tramo final, con la pista homónima y ‘Travel Light’, mantiene esa sensación de inestabilidad calculada que define el trabajo. El resultado propone un recorrido inquietante y lleno de ángulos inesperados.

Entre lluvias constantes y trayectos en bicicleta, ‘Down on Them’ se construye como un retrato cercano de Nueva York a través de escenas muy concretas. Paco Cathcart recurre a detalles mínimos para fijar el pulso de canciones como ‘Bottleneck Blues’ o ‘Invasive Species’, donde la ciudad parece avanzar con una mezcla de caos y rutina. La participación de Miriam Elhajli, Ellie Shannon y Bailey Wollowitz aporta un tejido vocal y rítmico que crece con paciencia, dejando espacio para pequeñas grietas que hacen que cada pieza respire de forma irregular. El resultado se siente terrenal, pegado al clima y a los lugares que atraviesa, un recorrido que encuentra fuerza en observar lo que suele pasar desapercibido.

Como si una cámara casera registrara escenas sin preparación, ‘HANDYCAM’ muestra cómo Felipe Vaqueiro y Sophia Chablau capturan momentos donde lo íntimo y lo social se mezclan sin aviso. Desde ‘Lungs full of air’, el disco se mueve con naturalidad entre idiomas y texturas, dejando que cada voz encuentre su propio lugar. Canciones como ‘Campo minado’ o ‘Cinema brasileiro’ introducen imágenes que avanzan con franqueza, mientras piezas como ‘Já não me sinto tão só’ aportan un tono cercano que equilibra la fuerza del conjunto. La secuencia final, con ‘Quantos serão no final?’ y ‘Canção de retorno’, extiende esta mirada hacia un plano más amplio. El álbum respira urgencia y cercanía, siempre atento a lo que late alrededor.

‘Veilfall’ revela la manera en que Emily Yacina convierte gestos cotidianos en escenas cargadas de delicadeza. Su colaboración con Jonnie Baker abre nuevas capas sonoras que acompañan relatos construidos desde la cercanía. Temas como ‘Battle’ y ‘WIP’ muestran el vaivén entre avanzar y detenerse, mientras ‘Holy For A Moment’ y ‘Clarity’ introducen imágenes que iluminan lo pasajero. La secuencia formada por ‘Meteor’, ‘The Clearing’ o ‘Blanket’ resalta cómo las relaciones se sostienen en pequeños instantes que parecen desaparecer antes de fijarse. El conjunto fluye con calma, sosteniendo una voz que busca claridad sin forzarla. ‘Veilfall’ consigue que cada escena parezca reciente, como un recuerdo que todavía no ha cuajado.

Desde la primera escena, ‘8 Tips for Full Catastrophe Living’ plantea un recorrido lleno de saltos entre lo cotidiano y lo desbordado. Asher White combina voces cambiantes y paisajes sonoros que se derraman sin buscar un orden fijo. En ‘The sink thank you’, la lluvia y el trayecto en bici introducen un ritmo cercano que pronto se transforma, mientras ‘Beers with my name on them’ hunde la narrativa en un giro inesperado hacia una electrónica abrasiva. ‘Why I Bought the House’ y ‘Cobalt Room: Good Work / Silver Saab’ retoman ese juego de contrastes con relatos que avanzan desde la sátira hacia la confusión. Cada pista se expande como un experimento en movimiento, revelando un mundo que parece abrirse y caer al mismo tiempo.

‘Danger in Fives’ revela un terreno donde todo se desplaza y se rehace sin aviso. Wombo moldean cada pieza a partir de patrones que avanzan y se quiebran, dejando que voces e imágenes aparezcan como destellos que nunca buscan un sentido fijo. En ‘Cloud 36’ y ‘A Dog Says’, las escenas surgen como señales que se estiran y se disipan, mientras ‘S.T. Tilted’ y ‘Slab’ apuestan por un pulso que empuja las frases hacia el límite. La sensación de encierro en ‘Ugly Room’ y el brillo extraño de ‘Neon Bog’ completan un recorrido que nunca se estabiliza. Cada corte abre otra vía, como si el disco respirara por fragmentos móviles.

Entre capas suaves y relatos que avanzan sin prisa, ‘Patience, Moonbeam’ muestra a Great Grandpa reencontrándose desde una calma recién adquirida. Las voces de Al, Pat y Carrie se alternan para construir escenas que se apoyan en lo cotidiano, como ocurre en ‘Junior’ o ‘Ephemera’, donde pequeñas imágenes terminan guiando el movimiento de cada corte. ‘Kid’ actúa como centro emocional al reunir duelo y afecto sin ornamentos, mientras ‘Emma’ y ‘Doom’ se enlazan por repeticiones que funcionan como hilo tenue entre ambas. La banda trabaja cada pieza con un cuidado que privilegia el paso del tiempo compartido, dando lugar a un conjunto que respira cambio, distancia y un tipo de compañía construida desde la escucha mutua.

‘Sinister Grift’ sorprende por cómo Panda Bear combina calidez y desasosiego sin forzar equilibrios. ‘Praise’ abre con un impulso radiante que pronto se inclina hacia sombras que atraviesan piezas como ‘Anywhere But Here’, donde la voz de Nadja añade un contraste inesperado. ‘Elegy for Noah Lu’ actúa como un punto de quiebre al reducir la mezcla a lo esencial, mientras que ‘Defense’ cierra con un giro que invita a seguir avanzando. El disco se sostiene en un dinamismo que alterna claridad y turbulencia, reforzado por colaboraciones que aportan matices sin diluir la identidad del proyecto. El resultado es un recorrido donde cada canción parece iluminar una esquina distinta del mismo paisaje.

Pocos segundos hacen falta para darse cuenta de como ‘Belong’ se despliega como un regreso que combina calma y determinación. Jay Som encuentra un ritmo medido que sostiene canciones como ‘Cards on the Table’, donde la voz flota entre sintetizadores suaves y guitarras que aportan impulso. ‘Float’ reafirma esa sensación de avance pausado, mientras ‘Casino Stars’ mira a la juventud con un brillo renovado. La presencia de colaboraciones, especialmente en ‘Past Lives’, introduce matices que amplían el enfoque sin desdibujar la esencia del proyecto. El cierre con ‘Want It All’ condensa dudas y ambición en un clima casi onírico. El disco propone un recorrido claro, atento a los detalles y marcado por una evolución que se escucha en cada paso.

Al empezar ‘You Are The Morning’ uno se adentra en un paisaje donde las sombras se iluminan con delicadeza. ‘Kitchen’ abre con una guitarra sencilla y una voz que no se esconde, estableciendo un tono directo y envolvente. Más adelante, ‘Skin on Skin’ combina texturas crudas con emoción contenida, mientras ‘Breaking In Reverse’ inyecta urgencia y tensión. Hay contrastes potentes: ‘New Shoes’ equilibra melancolía y decisión, y ‘Elephant’ emerge con intensidad sin sacrificar la sutileza. El cierre, ‘Woman’, retoma fuerza colectiva con coros que invocan identidad y presencia. Jasmine 4 T convencen por su honestidad, su capacidad para transitar estados diversos con coherencia y por momentos en los que cada canción deja huella.

En ‘Goodbyehouse’, snuggle despliegan un clima que combina calma y tensión, siempre marcado por una cercanía palpable entre quienes lo interpretan. ‘Sun Tan’ captura un verano fugaz con guitarras ásperas que sostienen una imagen luminosa, mientras que ‘Woman Lake’ convierte un recuerdo ajeno en un paisaje compartido lleno de detalle sugerente. Más adelante, ‘Dust’ introduce un pulso electrónico que insinúa un mundo al borde del caos, y ‘Water in a Pond’ abraza una despedida envuelta en sombras suaves. El disco crece sobre improvisaciones y decisiones instintivas, dejando que cada textura respire. snuggle logran un conjunto que acompaña, sorprende y mantiene siempre un brillo inquietante.

Con cada paso de ‘For Melancholy Brunettes (& Sad Women)’, Michelle Zauner construye un paisaje donde la delicadeza convive con impulsos luminosos. Desde la energía de ‘Mega Circuit’ hasta el clima más recogido de ‘Orlando in Love’, el disco avanza con una mezcla de intensidad y claridad que sostiene todo el recorrido. Las melodías se expanden con arreglos cuidados que elevan momentos como ‘Be Sweet’ y matizan pasajes más umbríos como ‘Tactics’. El álbum fluye con soltura entre contrastes y confirma la facilidad de Japanese Breakfast para convertir imágenes personales en escenas que resuenan con fuerza. El resultado invita a seguir cada giro, atrapando tanto en los pasajes radiantes como en los más sombríos.

Desde el primer instante en ‘Portrait Of My Heart’ se percibe cómo SPELLLING avanza con una mezcla de impulso y delicadeza que sostiene todo el recorrido. ‘Keep It Alive’ introduce una sensación de movimiento circular que marca el tono, mientras ‘Alibi’ revela un enfoque más punzante que contrasta con la amplitud de ‘Waterfall’. La colaboración con Chaz Bear en ‘Mount Analogue’ abre un espacio suspendido que aporta respiro antes de que piezas como ‘Satisfaction’ eleven la intensidad. Cada canción amplía un mismo núcleo expresivo sin perder cohesión, alternando pasajes brillantes con otros más densos. El resultado muestra a Chrystia Cabral en un punto de claridad creativa, capaz de transformar inquietud en un viaje sonoro cautivador.

Al adentrarse en ‘Worthitpurchase’ se descubre un recorrido lleno de imágenes que mezclan lo cotidiano con lo inesperado. ‘Something New’ y ‘Sideways’ se apoyan en escenas domésticas que derivan hacia ideas curiosas, mientras ‘Nokia Forever’ recupera objetos casi olvidados para convertirlos en motor narrativo. La mezcla de banjos, guitarras y sintetizadores alterados crea un paisaje que cambia de forma constante. En ‘Big Canada’ aparece la sensación de un origen esquivo, y en ‘Lakeshore’ la imaginación infantil se transforma en un escenario distorsionado. Cada pieza aporta un detalle distinto, alternando cercanía y extrañeza sin perder coherencia. El álbum fluye con naturalidad y confirma el ingenio de Worthitpurchase que convierte lo mínimo en algo capaz de sorprender al oyente.

Desde el inicio de ‘Lay down’, el disco invita a seguir un recorrido que se mueve entre susurros y atmósferas que avanzan con calma medida. Jenny Hval despliega escenas donde los objetos cotidianos adquieren un brillo inesperado, como ocurre en ‘To be a rose’, transformando imágenes sencillas en pequeñas mutaciones poéticas. En ‘I want to start at the beginning’ aparece una sensación de recomposición constante, mientras que ‘All night long’ va extendiendo un pulso cambiante que abraza transiciones suaves. Los interludios aportan breves desvíos que alteran la percepción del conjunto. El resultado mantiene una coherencia envolvente y confirma la capacidad de la artista para crear un mundo propio basado en matices que se entrelazan sin esfuerzo.

Nada más arrancar ‘Straight Line Was A Lie’ se percibe cómo The Beths transforman inquietudes cotidianas en melodías llenas de impulso. El tema inicial marca el tono del álbum, combinando giros rápidos y frases que muestran una mirada sincera sobre avances que nunca son lineales. ‘No Joy’ captura la sensación de estancamiento con un contraste entre riffs densos y voces claras, mientras ‘Metal’ aporta un aire más luminoso sin perder firmeza. En ‘Mosquitoes’, la calma inicial se expande hacia una escena que evoca paisajes arrasados, y ‘Take’ irrumpe con una energía que crece hasta el estribillo final. Cada pista aporta un matiz distinto y confirma la habilidad del grupo para construir una obra cohesionada y directa.

A medida que avanza ‘into a pretty room’, se revela un recorrido que juega con contrastes entre calma y explosiones digitales. ‘alive’ abre con pianos difusos que pronto conviven con capas sintéticas, mientras ‘barnyard’ introduce imágenes rurales sostenidas por guitarras que parecen respirar. El dúo despliega su faceta más vibrante en ‘Rosie’ y ‘backseat 30’, donde la energía rítmica impulsa melodías que avanzan con soltura. En un terreno más sereno, ‘in b tween’ y ‘the rain’ emplean texturas suaves para capturar escenas que parecen surgir de recuerdos que cambian al volver a mirarlos. El cierre con ‘Helen’s Song’ aporta una claridad que sintetiza la intención del disco: Lots of Hands convierten instantes fugaces en algo que perdura.

Nada más escuchar ‘One Small Step’, el nuevo disco de Nate y Rachel se expande como un mecanismo que arranca con aspereza y abre la puerta a un territorio lleno de choques y destellos. ‘Life Signs’ confirma esa sensación, combinando frases afiladas con guitarras que avanzan en oleadas densas. ‘Nights in Armor’ y ‘Born 2’ refuerzan la impresión de estar dentro de un entorno que no deja de vibrar, donde las capas se mueven como placas que colisionan. En el centro aparece ‘Rocket’, que irrumpe con un giro psicodélico antes de que ‘Spaceship’ desoriente con ritmos irregulares. Hacia el cierre, ‘Blood on the Dollar’ aporta un respiro tenso que prepara el retorno de ‘For Mankind’, un eco final que cierra el círculo de Water From Your Eyes.

Desde el arranque con ‘Sincerely’, el disco presenta un camino marcado por decisiones que dejan huella y escenas que se tensan sin previo aviso. ‘I Want You (Fever)’ aporta un impulso directo donde el deseo se muestra sin filtros, mientras que ‘Rodeo’ cambia la perspectiva para señalar las consecuencias de ciertos actos. En ‘New Friend’, la calma aparente convive con una inquietud latente que se filtra entre acordes suaves. Más adelante, ‘Ohio All The Time’ captura un recuerdo que se escapa incluso mientras se intenta retenerlo, y ‘How to Breathe’ revela una búsqueda personal descrita desde la sombra. El cierre con ‘My Old Street’ fija la mirada en un pasado que permanece, completando un recorrido lleno de contrastes de Momma.

Bajo una calma que se abre poco a poco, ‘Double Infinity’ despliega un recorrido donde Big Thief juegan con cambios de ritmo y atmósferas que se expanden sin aviso. ‘Incomprehensible’ marca el punto de partida con guitarras que serpentean sobre imágenes que avanzan con suavidad. En ‘Words’, el grupo introduce un quiebro eléctrico que altera el pulso general y muestra otra faceta del conjunto. ‘Los Angeles’ incorpora risas y percusión ligera antes de crecer hacia un estribillo cargado de eco. La secuencia avanza con piezas que se elevan y repliegan sin prisa, cerrando con ‘How Could I Have Known’, un tema donde conviven despedida y apertura en un mismo movimiento.

‘Different Talking’ revela un clima cercano que crece mediante detalles cotidianos convertidos en pequeñas escenas. ‘Pressed Flower’ abre el conjunto con una voz que avanza sin dramatismo, mientras ‘One of Each’ insiste en un bucle que acompaña el vaivén interior del disco. ‘Porcelain’ aporta un quiebre ruidoso que amplía el recorrido antes de que ‘Vanity’ introduzca un pulso más claro. A medida que avanza la secuencia, aparecen imágenes urbanas, objetos mínimos y frases que fijan sensaciones cambiantes sin necesidad de completarlas. ‘Pothole’ cierra con una mirada que mezcla humor y serenidad, sellando un trabajo que observa lo cotidiano con precisión y ligereza de Frankie Cosmos.

Con ‘Mark William Lewis’ se abre una ventana hacia un Londres gris teñido de luces tenues y guitarras que respiran. ‘Tomorrow Is Perfect’ golpea con imágenes urbanas narradas con voz grave, mientras ‘Skeletons Coupling’ desliza nostalgia en una atmósfera que parece suspendida sobre el río Támesis. ‘Seventeen’ retrata juventud y dudas con honestidad sin artificios, y ‘Still Above’ modula ese clima con delicadeza. La presencia insistente de armónica y ecos reverberantes envuelve cada pieza en un aire melancólico y profundo. El conjunto construye un retrato sonoro que logra capturar el lado poético de lo cotidiano, con un pulso que no deja de crecer de Mark William Lewis.

Desde el inicio, ‘Never Enough’ marca un impulso que avanza sin fijarse límites. Turnstile entrelazan golpes rítmicos, giros electrónicos y cambios de color que amplían su estilo sin perder pegada. ‘Sole’ y ‘Birds’ concentran la vertiente más acelerada, mientras ‘I Care’ abre un espacio donde las texturas se expanden. ‘Seein’ Stars’ invita al cuerpo con un pulso cercano al funk y ‘Look Out For Me’ estira la forma hasta disolver la energía en una deriva casi club. También brillan colaboraciones que encajan con naturalidad, reforzando un recorrido lleno de contrastes. El grupo pone en juego un movimiento continuo que deja cada tema vibrando incluso cuando termina.

Al girar el primer surco de ‘Headlights’, se abre un paisaje en el que Alex G mezcla delicadeza y tensión con medida. ‘June Guitar’ marca el tono con una guitarra clara y un pulso contenido, mientras ‘Afterlife’ dibuja un vaivén entre anhelo y ruido. En ‘Beam Me Up’ asoma una melancolía en capas sonoras, y ‘Oranges’ desliza un sosiego que contrasta con la carga previa. A mitad del recorrido aparecen fragmentos ásperos, ecos distorsionados y voces procesadas que renuevan la atmósfera. El cierre con ‘Logan Hotel’ deja una huella persistente, insinuando dudas y certezas que permanecen más allá del último acorde.

Bajo la luz tenue que sugiere ‘Raspberry Moon’, Hotline TNT muestran un sonido más abierto y colaborativo sin perder su intensidad habitual. ‘Was I Wrong?’ inaugura el viaje con guitarras densas que dejan entrever nuevas capas de claridad, mientras ‘Break Right’ introduce un ritmo pausado que revela una faceta más cercana. Piezas como ‘Candle’ o ‘Where U Been?’ combinan frases directas con melodías que avanzan sin dramatismo, sosteniendo una tensión que nunca se desborda. El conjunto oscila entre energía cruda y momentos de calma inesperada, permitiendo que cada instrumento ocupe su lugar sin opacar al resto. El cierre reafirma esa sensación de persistencia que define al disco de principio a fin.

En ‘Phonetics On and On’, Horsegirl despliegan un lenguaje donde cada sonido parece pensado para resonar más allá de su forma mínima. ‘Where’d You Go?’ establece una entrada luminosa basada en sílabas repetidas, mientras ‘2468’ apuesta por un juego rítmico que avanza con soltura. En temas como ‘Julie’, los acordes flotan con una calma que invita a detenerse, y ‘Frontrunner’ aporta un contraste más sobrio sin perder coherencia. La producción de Cate Le Bon impulsa un enfoque que prioriza la claridad, permitiendo que cada instrumento respire sin saturar el conjunto. El cierre con ‘I Can’t Stand to See You’ resume la dinámica del disco, alternando tensión suave y variaciones que mantienen viva la atención.

Entre los sonidos de ‘Michelangelo Dying’ surge un recorrido en el que cada pieza parece moldeada desde una calma tensa. ‘Jerome’ abre con un paisaje escaso donde la voz se impone sobre guitarras tratadas y un saxofón lejano. Más adelante, ‘Love Unrehearsed’ añade un pulso inquieto que convive con frases cargadas de deseo y fricción. ‘Mothers of Riches’ y ‘Pieces of My Heart’ avanzan con movimientos circulares que revelan cambios internos sin recurrir a dramatismos. La aparición de John Cale en ‘Ride’ aporta un contraste elegante en plena vorágine. El cierre con ‘I Know What’s Nice’ deja una última estela mínima que prolonga la sensación de suspensión que guía todo el álbum.

Al adentrarse en ‘Who Will Look After the Dogs?’, PUP dejan claro que su energía sigue intacta. ‘No Hope’ abre con una sacudida inmediata que marca el tono general, seguido por ‘Olive Garden’ y ‘Four Chords’, donde la banda transforma frustraciones acumuladas en descargas directas. La producción de John Congleton potencia un sonido que conserva fallos y bordes ásperos, especialmente en ‘Paranoid’ y ‘Get Dumber’, piezas que muestran al grupo en su estado más impulsivo. En la parte final destacan ‘Concrete’ y ‘Hallways’, que añaden variaciones rítmicas y un enfoque más pausado sin perder tensión. El cierre con ‘Shut Up’ prolonga un eco que mantiene viva la fuerza del recorrido.

Desde los primeros instantes de ‘I Let the Wind Push Down On Me’ se percibe una búsqueda de equilibrio entre quietud y tensión. ‘How I Used to Dance’ abre con un aire casi suspendido donde voz y bajo ocupan extremos que no chocan, sino que se observan. Más adelante, ‘Starry Eyed’ introduce un impulso que crece desde pequeños detalles y se expande sin romper el clima general. ‘Crushed’ mantiene un pulso firme que deja entrever una carga física contenida, mientras que ‘Anymore’ se apoya en repeticiones que sostienen el avance. El tramo final con ‘Let Me Be’ ofrece una despedida serena que no cierra caminos, sino que prolonga la sensación de movimiento interno que atraviesa el álbum de Moontype.

‘Internal Drone Infinity’ revela cómo Living Hour convierten escenas cotidianas en imágenes que avanzan con calma. ‘Stainless Steel Dream’ abre con detalles domésticos que se enlazan como si formaran una secuencia continua. Después, ‘Wheel’ introduce un movimiento constante que refleja la dificultad de mantener el rumbo. En ‘Waiter’, la repetición crea un estado de espera prolongada que define el pulso del disco. Más adelante, ‘Firetrap’ muestra una atmósfera densa desde la que se intenta crear distancia. El cierre con ‘Things Will Remain’ deja una sensación de permanencia apoyada en objetos y lugares que resisten al paso del tiempo. El conjunto transmite una observación precisa del entorno y propone un recorrido sereno.

Desde su inicio, ‘Burnover’ se despliega como un recorrido donde Greg Freeman convierte lugares e historias locales en escenas que avanzan con impulso narrativo. ‘Point and Shoot’ arranca con tensión inmediata, mientras ‘Curtain’ introduce un contraste entre piano ligero y guitarras que cambian el rumbo del tema. En ‘Rome, New York’ surge un paisaje urbano que revela el desgaste de una ciudad atravesada por rutinas nocturnas. El tramo final con ‘Wolf Pine’ amplía el mapa del disco, entre referencias naturales y momentos de observación cercana. Cada canción encuentra una forma distinta de enlazar símbolos, voces y espacios, componiendo un conjunto que se mueve con soltura entre lo íntimo y lo exterior.

El nuevo disco de Emily Sprague, ‘Jellywish’, propone una escucha que avanza entre escenas breves donde cada elemento aparece y se desvanece sin aviso. ‘Levitate’ introduce un clima tenso que se sostiene más por sugerencias que por desarrollo, mientras que ‘Moon, Sea, Devil’ condensa símbolos contrastados en una imagen que actúa como impulso. En ‘Have Heaven’, la combinación de timbres aporta un movimiento suave que nunca llega a estabilizarse. Las piezas más luminosas, como ‘Sparkle Song’, abren un respiro dentro de un conjunto que insiste en observar lo cotidiano desde ángulos inesperados. El cierre con ‘Gloom Designs’ enlaza recuerdos y detalles mínimos para construir una despedida que mantiene la inquietud inicial. El disco funciona como un continuo de escenas vinculadas por una energía tenue de Florist.

‘Bleeds’ muestra cómo Wednesday convierten situaciones cotidianas en relatos intensos que avanzan con imágenes afiladas. ‘Reality TV Argument Bleeds’ abre el conjunto con una tensión doméstica que se amplifica hasta el desorden. Más adelante, ‘Townies’ mezcla recuerdos incómodos con un regreso al hogar cargado de sombras. El grupo alterna crudeza y calma en piezas como ‘Elderberry Wine’, donde aparece un contraste entre ternura y duda. La electricidad vuelve a imponerse en ‘Candy Breath’ y ‘Pick Up That Knife’, ambas llenas de inestables destellos narrativos. El cierre con ‘Gary’s II’ introduce humor oscuro sin perder la sensación de inquietud que une todo el álbum. ‘Bleeds’ confirma un lenguaje propio basado en escenas que permanecen.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.