A veces la música se percibe como un reflejo torcido del propio entorno, un eco que devuelve lo que ya estaba en el aire: cansancio, violencia, destellos de ironía. ‘It’s A Beautiful Place’ se mueve en esa ambigüedad y convierte la contradicción en su brújula. Rachel Brown y Nate Amos ofrecen un registro de lo cotidiano que se agrieta bajo presiones invisibles, transformando la precariedad y el ruido político en materia sonora. El inicio con ‘One Small Step’ abre el círculo como una maquinaria oxidada que arranca a trompicones, y ‘Life Signs’ confirma de inmediato la incomodidad, con guitarras densas y frases como “Go to hell, take the train”, mientras Brown admite: “I’m unfulfilled, I’m in a beautiful place”, revelando que lo hermoso siempre se encuentra acompañado de desgaste. Esa paradoja atraviesa todo el álbum, intensificada en ‘Nights in Armor’, donde las guitarras chocan como metales en fricción, y en ‘Born 2’, que entierra la voz bajo capas de ruido hasta hacerla apenas reconocible. La segunda mitad abre grietas inesperadas: ‘You Don’t Believe in God’ se sostiene como un interludio suspendido que desemboca en ‘Rocket’ y ‘Spaceship’, piezas que funcionan como habitaciones alteradas por efectos psicodélicos, donde la voz parece hablar desde otra dimensión, desplazada, siempre al borde de desaparecer. En contraste, ‘Playing Classics’ recupera un pulso directo, con un tono casi festivo que esconde su sarcasmo: “You’re in debt or well, you’re nothing at all”, sentencia que suena a broma cruel sobre la vida urbana. Más adelante, ‘Blood on the Dollar’ suaviza la superficie con guitarras frágiles y una voz debilitada que repite el agotamiento de existir en una economía que lo devora todo. El cierre con ‘For Mankind’ vuelve al motivo inicial y convierte el recorrido en un ciclo sin salida: la misma máquina, el mismo ruido, la misma tensión irresuelta. Escuchar el álbum es entrar en un paisaje donde lo hermoso se confunde con lo hostil, donde la ironía convive con la gravedad y donde los destellos luminosos intensifican el cansancio. Un lugar hermoso y cruel, idéntico al que habitamos cada día. Aprovechando lo reciente de este lanzamiento, hemos tenido el placer de entrevistar al grupo.
La mayoría de las canciones de este disco parecen contener varias canciones dentro de una. Por ejemplo, 'Nights in Armor' me parece un ejemplo perfecto de eso. Cuando empezáis a escribir un tema, ¿soléis tener la estructura clara desde el principio o surge de otra manera?
Nate: Realmente ocurre de las dos formas al mismo tiempo. En el momento en que las ideas empiezan a encajar unas con otras, eso es lo que normalmente termina marcando y definiendo la estructura de la canción. Cuando únicamente cuentas con ideas sueltas y aisladas, no resulta tan claro qué hacer con ellas ni hacia dónde llevarlas, pero en cuanto empiezan a interactuar y relacionarse entre sí, es como si ellas mismas pidieran colocarse de manera natural en un orden específico y concreto.
Sin duda, el disco se siente como una montaña rusa emocional. Tiene un poco de todo: desde los momentos épicos y serenos de 'Born 2' hasta la calma preciosa de 'Blood on the Dollar'. ¿Cómo describiríais el viaje emocional del disco de principio a fin?
Rachel: Al principio comienzas en un lugar más conocido y cercano, algo que te resulta familiar, y poco a poco vas alejándote, como si salieras del planeta. Yo jamás me iría realmente al espacio, claro está, pero teóricamente, si eso ocurriera, sería una experiencia emocionante, asombrosa, aunque al mismo tiempo increíblemente triste y profundamente alienante. Está esa sensación un tanto trágica de ver con claridad lo que dejas atrás… y cuando regresas, nunca logras desprenderte del todo de ese sentimiento de lo bello y precioso que es nuestro universo, y a la vez de lo abrumador que puede resultar. Creo que William Shatner lo expresó muy bien cuando tuvo la oportunidad de ir al espacio. Él estaba convencido de que iba a sentir que el mundo se expandía frente a él, pero lo que en realidad experimentó fue algo completamente diferente.
'Playing Classics' es una de esas canciones que, cuando la escuchas una vez, no puedes evitar ponerla en bucle. ¿Sentís que no habíais hecho nada parecido antes en la discografía de Water From Your Eyes, y que llevabais tiempo queriendo componer algo así?
Rachel: Llevaba ya bastante tiempo con las ganas de que Nate se animara a hacer una canción de ese estilo. Una de esas piezas pensadas para bailar en un club, un tema realmente cool, de verdad. De alguna manera lo teníamos rondando en la cabeza desde antes, como una idea que estaba ahí esperando, pero simplemente este fue el instante justo, el momento y también el lugar adecuados para que sucediera.
"En este disco al principio comienzas en un lugar más conocido y cercano, algo que te resulta familiar, y poco a poco vas alejándote, como si salieras del planeta."
Puede que este sea el primer disco vuestro que, para mí, parece pensado para sonar en escenarios más grandes, casi como estrellas del rock. ¿En algún momento pensasteis: “Guau, con estas canciones quizá podamos tocar delante de más gente y en escenarios más grandes”?
Nate: Sí. Este es el primer álbum que hemos creado desde que comenzamos a girar y salir de tour, así que el hecho de que las canciones funcionaran y se sintieran bien en directo formaba una parte fundamental y muy presente de todo el proceso.
Rachel: Sí, para nosotros prácticamente cualquier escenario ya resulta más grande que tocar directamente en el suelo de un bar. Por eso este es un disco que, creo, ya no podríamos interpretar con un equipo de sonido pequeñísimo y limitado como el que usábamos en aquellos primeros tiempos.
En lo lírico, este quizá sea vuestro disco que más se mueve entre lo cósmico y lo íntimo, como en 'Spaceshift'. ¿Qué os resulta más interesante: cantar sobre el universo o escribir sobre experiencias personales?
Rachel: Al final todos terminamos experimentando el universo de una manera bastante similar. Sí, cada persona atraviesa vivencias diferentes y únicas, pero en el fondo compartimos lo mismo: la gravedad, el simple hecho de estar vivos aquí y ahora. Creo que para llegar a comprender lo verdaderamente personal a veces es necesario tomar distancia, alejarse y mirar las cosas desde fuera, porque aunque las situaciones cambien de una persona a otra, las emociones siguen siendo universales. Todo el mundo siente dolor y todo el mundo siente alegría, aunque aparezcan en distintas formas y en proporciones diferentes.
En 'Life Signs' mezcláis imágenes de ciudad, recuerdos y tecnología, con un estribillo casi espiritual: “I’m unfulfilled, I’m in a beautiful place. ¿Os habéis encontrado muchas veces en sitios así, preciosos pero con una sensación de vacío?
Rachel: Sí, es precisamente esa sensación constante de que falta algo, de que hay un vacío que no se llena del todo. Puedes encontrarte en el lugar más bonito y espectacular del mundo, rodeada de la gente a la que quieres y aprecias, pero aun así darte cuenta de que, en el gran esquema de las cosas, seguimos sin ser capaces de lograr cuestiones bastante básicas, como convivir de manera pacífica o simplemente no matarnos entre nosotros. Y a un nivel más personal ocurre lo mismo: puedes crecer, avanzar y mejorar con el tiempo, pero siempre queda algo pendiente, siempre hay una pieza que parece faltar.
En 'Playing Classics' hay un verso que dice “we’ve got modern idols for the end of an age”. Si tuvierais que elegir vuestros “ídolos modernos”, ¿quiénes serían?
Rachel: A mí me hace pensar directamente en los smartphones, en la forma en que hoy en día adoramos y ponemos en un pedestal la tecnología. Supongo que, en el fondo, se trata de esa tendencia a idolatrar cualquier cosa material en lugar de algo espiritual o más profundo. Así que sí, los móviles, el dinero, los famosos que no paran de salir en la televisión… todo eso entra dentro de lo mismo.
"Para nosotros prácticamente cualquier escenario ya resulta más grande que tocar directamente en el suelo de un bar. Por eso este es un disco que, creo, ya no podríamos interpretar con un equipo de sonido pequeñísimo."
El álbum empieza y termina con dos canciones que, para mí, suenan como vida marina, como orcas o algo así. ¿Queríais recrear un sonido concreto con esos temas o surgió de manera natural?
Nate: La idea era crear algo a partir de la física más que de la armonía, buscando que sonara más a un fenómeno natural que a música: como un trueno, agua corriendo o un rugido. Quería resaltar que, por mucho que abarque la música, en realidad es solo una parte muy pequeña del sonido. Y lo bonito es que los sonidos no musicales también transmiten emociones muy primarias, instintivas. Por eso a la gente le encanta la música con graves potentes: porque de manera instintiva asociamos las frecuencias bajas al miedo, como cuando oyes un trueno y te escondes. Es un poco jugar con eso.
Hablando del riff de guitarra que atraviesa 'Life Signs', es impresionante, nunca cansa. ¿Lo trabajaste mucho tiempo hasta que salió perfecto o surgió por casualidad?
Nate: Ese motivo existía desde hacía ya varios años antes de que llegara a tocarlo en la guitarra. En realidad se trataba de una serie microtonal de 24 notas, un experimento personal que había utilizado como base en otras composiciones anteriores. Para poder trasladarlo a la guitarra tuve que simplificarlo bastante, y en un momento dado un día probé a tocarlo de esa forma, simplemente para ver qué ocurría y qué podía surgir de ahí.
Aunque en la superficie este parece vuestro disco más “rock”, al escucharlo hay muchas capas. ¿Lo sentís como el álbum con más texturas y estructuras complejas de vuestra carrera?
Nate: Sí, aunque es distinto, porque ahora es más rock pero al mismo tiempo menos punk. Hay una presencia mayor de guitarras, pero todo en general resulta más complejo. Antes la parte complicada estaba sobre todo en las bases pregrabadas; en cambio ahora la complejidad se encuentra en las guitarras y en lo que hacemos en primer plano cuando tocamos en directo. Tiene bastante sentido con el camino y la dirección que hemos ido siguiendo a lo largo de los últimos tres o cinco discos.
Rachel: La verdad es que este proyecto siempre puede ser distinto, porque no tenemos reglas fijas que nos limiten. Da igual si en apariencia parece algo más complejo o si por el contrario suena más sencillo: al final siempre terminamos sintiendo un nivel parecido de complicación y de reto en lo que hacemos.
Nate: Las complicaciones suelen ser más conceptuales que técnicas, porque al final es ahí donde realmente se concentran las dificultades. Da igual lo enrevesado o retorcido que pueda llegar a ser el concepto inicial: la música siempre termina sonando sencilla de algún modo, como si encontrara por sí sola una manera más clara de expresarse.
En el último año habéis pasado de ser un dúo a tocar con Al Nardo y Bailey Wollowitz de 'Fantasy of a Broken Heart'. ¿Cómo ha cambiado vuestro directo desde que sois cuatro?
Nate: Es mucho mejor. Hay más energía y además la gente lo comprende mucho más fácilmente. Antes, casi todos venían a preguntarnos después del concierto por qué no llevábamos batería y eso generaba cierta incomodidad. Ahora ya no molesta a nadie, porque tenemos batería y todo resulta más natural.
Rachel: Sí, es curioso. La única persona que realmente nos preguntó por qué habíamos añadido batería fue Wayne Coyne, de The Flaming Lips, que nos dijo algo como: ‘¿Por qué habéis quitado los drones?’. A él no le gustó el cambio, pero a todo el resto del mundo sí, todo el mundo más lo recibió de manera positiva.
"Creo que para llegar a comprender lo verdaderamente personal a veces es necesario tomar distancia, alejarse y mirar las cosas desde fuera"
Además de Water From Your Eyes, seguís activos con vuestros proyectos paralelos Thanks for Coming y This Is Lorelei. ¿Mezcláis procesos de composición entre ellos o preferís separarlos?
Nate: Hay un poco de todo. Por ejemplo, ‘Blood on the Dollar’ empezó originalmente siendo una canción pensada para This Is Lorelei, pero Rachel terminó rehaciéndola casi entera y al final encajaba mucho mejor en este disco. También el riff de guitarra de ‘Nights in Armor’ nació como algo propio de This Is Lorelei, al igual que la parte final de guitarra de ‘Playing Classics’. Así que sí, a veces se producen cruces entre un proyecto y otro. En This Is Lorelei suelo componer de una manera más tradicional, mientras que con Water From Your Eyes el enfoque puede resultar mucho más abstracto. A veces tomo ideas de Lorelei para dar un poco de ancla y de estructura a lo que hacemos aquí.
Lleváis un par de años organizando conciertos muy especiales en un barco en el East River de Nueva York. ¿Cómo surgió la idea y qué es lo más especial de esa experiencia?
Rachel: Fue idea de nuestro mánager. Un día dijo algo como: “¿Y si hacemos la presentación del disco en un barco?”. Y lo consiguió. Más tarde pensamos que, si no lo reclamábamos como algo nuestro anual, alguien más acabaría haciéndolo. Así que decidimos apropiarnos de ello y convertirlo en nuestro propio ‘Boat Show’. Lo especial, más allá de la música en sí, es estar en el barco y contemplar Nueva York desde allí. Llevo ya diez años viviendo en la ciudad, y aun así cada vez que subo al barco me sorprende volver a redescubrir cómo se ve desde esa perspectiva diferente.
Después de una gira larga con vuestro anterior disco y ahora a punto de empezar otra extensa, ¿disfrutáis de la vida en la carretera o preferís el proceso de escribir y grabar?
Rachel: Siempre da la impresión de que lo que no tienes en ese momento es lo mejor. Cuando estás de gira echas de menos la vida tranquila en casa, y cuando por fin estás en casa quieres volver a salir otra vez. Yo nunca había viajado fuera de Estados Unidos antes de este proyecto, y aunque puede ser agotador y demandante, tiene también algo único y especial poder conocer tantos lugares distintos y encontrarte con gente tan diversa.
Nate: A mí me gusta salir de gira, pero al final siempre termino prefiriendo estar en casa. Aunque disfruto de las dos cosas, creo que musicalmente me atrae y me motiva más estar en la carretera, mientras que en cuanto al estilo de vida prefiero la tranquilidad de estar en casa, poder descansar bien y comer de una manera más adecuada.
En todas nuestras entrevistas pedimos a los artistas que dejen una pregunta para la siguiente banda. ¿Cuál sería la vuestra?
Nate: ¿Dónde estáis ahora mismo?
Rachel: ¿Os sentís vacíos o llenos? Y en vuestro camino vital, ¿sentís que vais por el buen camino?
Y tengo una para vosotros de Greg Freeman: ¿Cuál es la peor canción de vuestro grupo favorito?
Rachel: Hay muchas canciones malas ahí fuera. ¡Hay tantas malas de los Red Hot Chili Peppers! La mayoría, diría yo.
Nate: Que va, en absoluto.
Rachel: Sí, prácticamente todo lo que no sea 'Blood Sugar Sex Magik'. Si nos ponemos a buscar te decimos alguna en nada.
