Winter siempre ha trabajado desde una mezcla cultural y geográfica que la define tanto como su música. Nacida en Brasil y formada entre Boston y Los Ángeles, Samira Winter decidió trasladarse a Nueva York tras más de diez años en California. ‘Adult Romantix’ refleja esa etapa de mudanza y de cambio vital. No se presenta como un relato lineal, sino como una serie de canciones que funcionan como postales guardadas de distintos lugares y momentos. El álbum se mueve entre la ligereza de escenas cotidianas y un dramatismo más literario inspirado en el romanticismo gótico.
El comienzo marca de inmediato la dirección. Tras una breve introducción, ‘Just Like a Flower’ combina guitarras luminosas con ráfagas de distorsión, creando un contraste que se repetirá a lo largo del trabajo. La letra incluye frases tan directas como “Drunk and stoned / In my bed / Listening to ‘Fuck and Run’ / Since I was 12”, que muestran un tono confesional sin filtros. En lugar de envolver sus palabras en símbolos, Winter las coloca en primera fila, dando un aire de diario personal. La producción sostiene ese carácter crudo al alternar melodías claras con un sonido abrasivo.
En las colaboraciones, Winter abre espacio para otras voces que refuerzan el sentido de comunidad que rodea al disco. ‘Misery’, grabada junto a Dimitri Giannopoulos, aporta una crudeza que rompe con la suavidad de los temas anteriores, mientras que en ‘Hide-a-Lullaby’ el diálogo con Hannah van Loon se desarrolla como un intercambio íntimo, con las dos voces sonando apagadas, como si fueran confidencias. Estas apariciones no funcionan como adornos, sino como piezas que amplían la narrativa personal de Winter.
Las canciones ligadas a espacios concretos aportan uno de los hilos más interesantes. ‘In My Basement Room’ recuerda el sótano de su casa en Echo Park, donde comenzó a ensayar. El tema transmite esa relación con un lugar cargado de significado mediante guitarras algo desajustadas, que parecen grabadas sin intención de pulir cada detalle. Frente a ese encierro doméstico, ‘The Beach’ abre un escenario contrario: expansivo y luminoso, con un estribillo donde repite “Love’s never gonna die”. El tono adolescente de esa frase refuerza el carácter dramático que atraviesa gran parte del disco, y funciona como contrapunto a la sobriedad de otros momentos.
La exploración de la lengua portuguesa se convierte en otra seña distintiva. ‘Without You’ y ‘Candy #9’ incluyen versos en su idioma materno, no como gesto de exotismo, sino como parte natural de su identidad. En la primera, la voz suena más apagada, casi perdida entre ecos, mientras que en la segunda aparece un tono juguetón, con un ritmo que roza lo infantil. Esta variedad en la interpretación mantiene el interés en la secuencia del álbum, alternando dramatismo y ligereza.
El centro del trabajo lo ocupa una reflexión sobre la vida en movimiento. En ‘Sometimes I Think About Death’, Winter plantea de forma directa cómo afronta la idea del final: “Would I feel scared or would I be prepared?”. La frase evita metáforas y se queda en lo concreto, lo que le da más fuerza dentro de un arreglo sobrio. El tema ‘Existentialism’ insiste en esa línea, con un ritmo repetitivo que refleja la sensación de dar vueltas a una misma idea sin salida clara. En ambos casos, la autora se coloca en un plano vulnerable, sin buscar respuestas rotundas.
En cuanto a la producción, Winter apuesta por guitarras abiertas y capas de efectos que varían entre la claridad y la saturación. La percusión se mantiene contenida, casi escondida, sirviendo como base para que el resto de sonidos se expandan. En varios momentos, la voz parece grabada a distancia, reforzando esa idea de canciones nacidas en habitaciones alquiladas y en lugares de paso. Sin embargo, cuando la canción lo requiere, la mezcla resalta cada detalle, como ocurre en ‘Hollow’, donde apenas queda más que la voz y una instrumentación mínima, cerrando el álbum con un aire de despojo calculado.
El conjunto se percibe como un retrato de etapas vitales, más que como una colección de canciones sueltas. Winter logra que lo personal se exprese en situaciones concretas: un cuarto, una playa, una despedida, un idioma íntimo. Esa concreción hace que las letras, aunque a veces sencillas, adquieran peso real. ‘Adult Romantix’ no pretende ofrecer un mensaje cerrado, sino guardar escenas que marcan el paso de una vida en movimiento. Desde la crudeza de ‘Misery’ hasta la claridad de ‘The Beach’, pasando por la desnudez de ‘Hollow’, el álbum consigue mantener un equilibrio entre lo confesional y lo musicalmente contundente.
Con este trabajo, Winter convierte su traslado geográfico y personal en un álbum que suena directo, variado y coherente. La mezcla de idiomas, la combinación de guitarras suaves y ruidosas y la escritura entre lo íntimo y lo literario dan como resultado un disco que se sostiene tanto por sus detalles como por la manera en que los une. ‘Adult Romantix’ muestra a una artista capaz de usar la memoria sin caer en el lamento y de abrir un nuevo capítulo sin renunciar a lo que la ha definido hasta ahora.
Conclusión
Winter utiliza ‘Adult Romantix’ para dar forma a una despedida a Los Ángeles sin sentimentalismos vacíos. Con guitarras distorsionadas y letras entre amistades y amores, consigue un trabajo que se escucha como un álbum de contrastes claros.

