Crónica

Boogarins · Tarik Rahim

Caracol

24/02/2022



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Comprobando como vamos retomando poco a poco el pulso a aquello de que la música en directo de artistas internacionales no sea una excepción, Boogarins regresaban a Madrid para dejar constancia de como son los mejores en todo lo que implica evolucionar el rock tropicalista más versátil. Así nos lo demostraron a su paso por la abarrotada sala Caracol, confirmándonos una vez más como son un grupo con una sensibilidad extraordinaria a la hora de divagar a través de esa bonita ambivalencia entre las guitarras musculosas y los ambientes completamente oníricos heredados de una psicodelia de lo más colorida. En una velada donde no tenían que cumplir el objetivo de ningún trabajo reciente que presentar, se dejaron llevar por diferentes puntos de su trayectoria con los que conseguir destaparse como un grupo tan polifacético como coherente en aquellos terrenos donde lo que se busca es poder transmitir sensaciones completamente liberadoras.

Complementando de buena forma la velada, Tarik Rahim se encargó de romper el hielo con un concierto que nos dejó muy buen sabor de boca. Acompañado por Alberto de Bum Motion Club, el músico asturiano nos ofreció un concierto claramente introspectivo pero con un cierto punto de accesibilidad en los desarrollos atmosféricos presentados, logrando de este modo poder alcanzar altas cotas sugestivas en lo relativo a mostrarnos un universo Lo-Fi muy reconfortante. Centrándose sobre todo en la presentación de su más reciente trabajo XXIII, fue capaz de diversificar al máximo su propuesta para mantener en todo momento el carácter solemne del concierto, logrando sobreponerse al hecho de encontrarse en un escenario de dimensiones considerables y así sentir como realmente podíamos adentrarnos de una forma cercana en todos aquellos sonidos etéreos presentados. Alternando en todo momento entre aquellas situaciones donde exploraba de una forma clara una sección rítmica serpenteante como la de ‘عبد الرحيم’ con otras donde era preciso llevarse por mayores tintes vaporosos como los de ‘Cruces Que Arden’, el músico nos demostró su gran habilidad para trasladar al directo en un formato mucho más sintético sus canciones y así descubrirnos su gran manejo de recursos.

Unos minutos después de terminar la actuación de Tarik, el telón se volvió a abrir para dar paso a unos Boogarins que se encontraban más que pletóricos. Agradecidos durante toda su actuación por la gran acogida que estaban teniendo, no ocultaron en ningún momento su euforia por poder volver a los escenarios aunque fuese lejos de su tierra natal. Haciendo que el concierto atravesase diferentes fases con las que poder mostrar todas las virtudes de sus canciones, desde un primer momento supieron volcar en el apartado interpretativo una gran energía positiva, demostrándolo con la eterna sonrisa de un Fernando Almeida que se notaba que estaba disfrutando al máximo del concierto. Abriendo con una ‘Derramado’ que nos hizo presagiar como sus temas siempre tienen múltiples vías de escape, bien encaradas a través de esa sensación de como cada miembro del grupo es capaz de ofrecernos melodías totalmente independientes entre sí, pero bien unificadas en su conjunto, el recital en lo referido a cambios de dinámicas constantes fue algo a lo que caer rendidos en todo momento. Y es que los brasileños son una de esas bandas que lo mismo te sueltan auténticos estribillos de carácter popero y repetos de gancho como ocurrió en ‘Sombra Ou Dúvida’, como son también capaces de sacarse de la manga la hermosa ‘Inocência’ donde poder lanzar suspiros al aire sobre líneas de teclado totalmente cristalinas.

Comprobando como a medida que avanzaba el concierto el grupo se atrevía a dar más rienda suelta al cierto carácter de psicodelia expansiva que puebla buena parte de su obra, llamaba la atención el intercambio de protagonismo entre las voces de los miembros y lo bien que sabían medir los tiempos para emerger con momentos más cercanos aun rock progresivo donde el virtuosismo en los punteos lo llevaba todo en volandas. Incluso tuvieron tiempo para permitirse juguetear con el público y ofrecernos momentos en los que poner a prueba de la forma más natural y cómplice posible la capacidad de silencio que era capaz de lograrse en la sala. Del mismo modo también supieron cuando poder realmente romper el concierto en favor de entregarse a ese mayor espíritu desinhibido y guitarras más crispadas, haciéndonoslo ver con ejemplos claros como ese sprint final que supo a gloria en ‘Correndo em Fúria’. Del mismo modo, la traca final estuvo muy a la altura, ofreciéndonos tanto esa cara más surfera y evasiva encerrada en un ‘San Lorenzo’ con guiño incluido a los gijoneses como en la final ‘Foimal’ que explotó al máximo el carácter ácido y espíritu de contención de sus texturas. Un cierre impecable con el que demostrarnos como a estas alturas la mejor de sus influencias es recapitular sobre sus pasos.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.

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