Aaron Maine parece haber logrado su trabajo definitivo hasta la fecha, localizándose en un registro de pop electrónico en el que se encuentra totalmente cómodo. Si su anterior trabajo Pool, supuso el inicio del abandono de las guitarras, en esta nueva referencia comprobamos como el músico se despoja de ellas para adentrarse de una vez por todas a la versatilidad de las cajas de ritmos, las bases minimalistas y un ambiente más bailable que sin embargo no opaca los momentos más intimistas del trabajo. La sensación que transmite su tercer LP es la de un músico que ha encontrado totalmente su camino, exhibiendo en cada tema una fortaleza que compagina con los momentos de mayor exposición como es el caso de ‘Country’, y en definitiva las canciones ejecutadas con una mayor desnudez. Este sentimiento de estar ante un momento más que dulce de la carrera del norteamericano se hace patente en cada giro del trabajo, sorprendiendo realmente con lo capaz que es de hacer crecer hacia situaciones discotequeras, canciones estructuradas desde unas bases mínimas al piano. Este hecho se manifiesta en su máximo esplendor en ‘Goodbye’, una canción que escuchados los primeros segundos nunca podrías imaginar su final.
Al igual que nos encontrábamos en sus dos anteriores referencias, Aaron extiende sus preocupaciones de carácter existencial a lo largo de sus temas, solo que en esta ocasión todo adquiere un tono más realistas y liberador, como si las conversaciones con su interior viesen la luz en su totalidad y sin ningún filtro. El propio músico ha confesado que en este trabajo ha realizado un ejercicio por ser totalmente honesto, algo que sin lugar a dudas se manifiesta al completo, sobre todo en aquellos temas en los que trata de recoger historias más cercanas y personales como ocurre en ‘By My Side’. Esta canción puede servir para ejemplificar a la perfección el recorrido existente entre un debut en el que los coqueteos con el synth pop resultaban entretenidos pero algo forzados, hasta llegar a un punto donde la querencia por los compases R&B se hace más patente, encontrando el tono confesional perfecto. Más de estos momentos tan especiales y donde el músico luce en todo su esplendor desde un formato más sereno, llegan con la inicial ‘Leave the House’ y el remate del trabajo con ‘Anything U Want’, dando rienda suelta a los anhelos y la búsqueda por encontrarse con uno mismo.
Si atendemos a la parte del trabajo lanzada a por el concepto más próximo al single, podemos encontrarnos con una gran inspiración a la hora de lograr unos ritmos que casi nunca cuadran con el transcurso de la melodía principal, pero que son el ejemplo perfecto de cómo llevar a cabo una experimentación entretenida, no focalizada en la estridencia de los elementos planteados sino más bien en la deconstrucción de los temas que se puede llevar a cabo con ellos. Claros ejemplos de lo absorbente e importante que puede resultar el apartado rítmico llegan con ‘Anymore’ o una ‘W Longing’ que se ajusta al pop ochentero propio de destacadas artistas femeninas de las radios del momento. Unas coordenadas que para nada nos resultan descabelladas teniendo en cuenta temas de su anterior trabajo como ‘Shaver’. Precisamente esta otra cara tan entregada a alargar estrofas y sostenerse de una forma más relacionada con el romanticismo es otro de los grandes atractivos de un músico de lo más versátil. Desde luego, en este The House, Aaron Maine ha definido de forma completa todas las buenas ideas que rondaban sus anteriores referencias para lograr uno de los trabajos más destacados de este inicio de año.


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