Max Clarke ha confirmado en su LP debut todo lo bueno que habíamos venido intuyendo a lo largo de estos últimos años en sus grabaciones caseras subidas a Soundcloud, junto con el buen sabor de boca que nos dejó Alien Sunset, su EP debut publicado el pasado año. De hecho, dos de las canciones de ese EP se han colado en esta nueva referencia, mostrando como los períodos compositivos de estas dos obras en el fondo han sido los mismos. Lo cierto es que lo que vamos a percibir en este Hollow Ground está muy relacionado con cómo lograr que la parte más tradicional de la canción americana emerja con fuerza pero sin caer en sus tópicos instrumentales ni fomentando el colapso de voces y los ambientes sureños más explotados. Lo bueno de este disco es que hay un equilibrio en todo ello, además de encontrarnos con una inspiración puramente pop a la hora de conseguir las melodías. Todo parece que está diseñado con buen gusto, de forma pausada pero espontánea, consiguiendo que todas las canciones del trabajo se muevan en coordenadas estilísticas similares pero que al mismo tiempo destaquen en alguno de sus puntos. Los ecos de artistas clásicos como Buddy Holly, los Everly Brothers o incluso Roy Orbison es algo que al final acaba apareciendo en algún momento del trabajo, quizás más bien por su habilidad para sacar siempre melodías que calan a la primera que por el plano puramente estilístico.
Desde un primer momento vamos a poder intuir cual es la tónica general en la que se moverá todo el trabajo. ‘How It Can Be’ abre el disco con una combinación entre elementos que tienden a lo acústico junto con los arreglos, a menudo de lo más huidizos, que parten de una concepción más relacionada con el rock más clásico y primigenio. Encontrándonos ante estrofas que en muchos casos deambulan en ese espacio personal en el que uno se encuentra de lo más perdido pero que parece no importarle mucho, el carácter de lo más desenfadado del trabajo es algo que desde la primera escucha se contagia. Si a esto le unimos una interpretación vocal muy relacionada con ese carácter tan tabernario propio de la canción americana de gente como Woody Guthrie donde los coros alcanzan la misma expresividad que la voz principal, obtenemos la puntilla perfecta con la que las canciones tomen vitalidad plena como bien ejemplifica ‘Don’t Want to Say Good-Bye’. Por lo general, este halo de esperanza aparente que sostiene los temas es una constante a lo largo del trabajo, no descendiendo en ningún momento a los infiernos, ya que dejar pasar el tiempo en muchos casos será la mejor cura como bien demuestra ‘Hanging Your Picture Up to Dry’.
Si atendemos a aquellas canciones donde los pequeños detalles acaban tomando por completo los temas, nos encontraremos con ‘Conward’s Confidence’ como seguramente la más destacada. En ella, podemos comprobar el buen recorrido que realiza el músico a través de los elementos que más le gustan del amplio espectro de la música tradicional norteamericana, recogiendo desde coros doo wop, hasta aquel saxo que aparece de una forma de lo más balanceada o un piano honky tonk que logra apuntalar la sensación rítmica del tema. Así es como nos damos cuenta de lo completas que resultan las canciones, funcionando a las mil maravillas al igual que ocurre en ‘Think I Might Be in Love, aunque en esta segunda los derroteros apuntan incluso hasta la canción espiritual. Sin perder el ritmo en cuanto a búsqueda de respuestas en un tono narrativo, ‘Cash for Gold’ emerge como uno de esos temas donde parece que hay un punto incluso de desesperación, apaciguándose a la perfección según transcurre el minutaje. Una cara más entregada que lo mostrado en los temas previos y que demuestra el lado tan pasional que también es capaz de sacar Max.
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