La cantautora Katie Crutchfield ha logrado afianzarse como una voz imprescindible del country-rock alternativo con su proyecto Waxahatchee. En 'Tigers Blood', su sexto álbum de estudio, la artista originaria de Alabama consolida su estilo con una colección de canciones que exploran la introspección, las relaciones interpersonales y la búsqueda de la verdad a través de una prosa poética y unos arreglos musicales sustentados en el country sureño.
Crutchfield demuestra una vez más su talento como narradora de historias íntimas en temas como '3 Sisters', donde versos como 'I pick you up inside a hopeless prayer/I see you beholden to nothing' plantean un tono confesional desde el inicio. La cantante retrata con crudeza los altibajos emocionales y las tensiones internas que suelen acompañar los vínculos más estrechos.
Esta honestidad brutal también se hace patente en canciones como 'Evil Spawn' y 'Ice Cold', donde Crutchfield expresa su frustración con contundencia: 'My spine's a rotted two by four/Barely hanging on/My benevolence just hits the floor'. Sin embargo, lejos de recrearse en la amargura, estas piezas destilan una suerte de catarsis que busca trascender el dolor.
Por momentos, 'Tigers Blood' adopta un aire más liviano e incluso alegre, como en el sencillo 'Right Back to It', un delicioso dueto a la antigua usanza country junto a MJ Lenderman con ecos a Gram Parsons y Emmylou Harris. 'I've been yours for so long/We come right back to it', cantan a dúo sobre renovar los votos del amor más allá del fragor inicial.
No obstante, el disco no elude los temas más sombríos. '365' es un desgarrador relato sobre la adicción y la codependencia, con Crutchfield exponiendo sus entrañas: 'If you fly up beyond the cosmos/It's a long way to fall back down/You always go about this the wrong way/And I'm too weak to just let you drown'.
En el plano musical, 'Tigers Blood' bebe de las raíces más auténticas del country y el folk, con predominio de guitarras acústicas, banjos, armónicas y una producción orgánica que realza la calidez de las interpretaciones vocales. Aun así, se cuelan destellos de rock alternativo en cortes como 'Bored' y algunos matices psicodélicos muy celebrados.
Las letras son, sin duda, un punto culminante del álbum. Crutchfield desarrolla una prosa cruda pero poética, repleta de imágenes reveladoras y aforismos penetrantes: 'I left your heart of glass in my unmade bed' ('Crowbar'), 'You let me fill every room/Wax poetic and presume/Your principles ripen into/A fragile tomb, watch it split in two' ('Evil Spawn'). Son versos que se clavan en la psique del oyente como aguijones.
En el tema titular que cierra el disco, Crutchfield rememora sus raíces sureñas y los primeros años de su proyecto Waxahatchee con nostalgia pero también una inusitada seguridad: 'You come alive in the heat, you ain't crossing state lines/Stood up like a crepe myrtle, can't be killed or denied'. Es la consumación de un viaje artístico comenzado en su adolescencia.
A sus 35 años y con seis años de sobriedad a cuestas, Katie Crutchfield ha alcanzado una madurez expresiva notable en 'Tigers Blood'. Un álbum crudo y sustancioso que confirma su estatus de voz imprescindible dentro del circuito indie-folk-country y una narradora de profundidades anímicas difíciles de igualar. Un pequeño gran disco que merece toda la aclamación posible.
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