El largo recorrido de Hildegard, desde la creación espontánea de su debut hasta el meticuloso proceso de ‘Jour 1596’, refleja una evolución natural, aunque no exenta de desafíos. A lo largo de 1,596 días, este dúo de Montreal ha trabajado de manera mucho más intencionada, utilizando retiros anuales en la ruralidad de Quebec como espacios de creación. Este enfoque deliberado no es solo una declaración del compromiso entre Ouri y Helena Deland, sino también un testimonio de cómo las amistades creativas pueden resistir y florecer a lo largo del tiempo.
La transformación en el sonido de Hildegard es notable desde el primer tema del disco, ‘Bach in Town’. Aquí, se plantea una tensión sutil entre el reencuentro y el alejamiento, como sugiere la frase ‘Something in me advises to leave you to your own devices’. A nivel instrumental, la pieza juega con una atmósfera onírica, sostenida por la delicadeza de la guitarra y la voz envolvente de Deland. El resultado es una apertura suave pero enigmática, que marca el tono para un álbum que se mueve constantemente entre la nostalgia y la ambigüedad emocional.
El diálogo entre las dos artistas, evidente desde el primer disco, continúa en este trabajo pero se profundiza a través de la incorporación de colaboradores externos. Temas como ‘Le Jardin la Nuit’, con la improvisación al piano de Zach Frampton y el saxo de Christopher Edmondson, añaden texturas que amplían el espectro sonoro del álbum. Esta inclusión de nuevos elementos resalta una apertura hacia lo colaborativo sin perder la esencia íntima que caracteriza al dúo.
En términos líricos, ‘Cruel’ destaca por su exploración de los límites entre la ternura y la dureza en las relaciones personales. La frase ‘I don’t ever want to be cruel to you, I’m not making up any new rules’ sugiere una especie de agotamiento emocional, una lucha interna entre la necesidad de protegerse y el deseo de conexión. La producción, aunque aparentemente sencilla, deja espacio para que las voces y los instrumentos fluyan sin fricciones, manteniendo el equilibrio entre lo crudo y lo pulido.
Uno de los temas más intrigantes es ‘Duke’, que evoca a Duke Ellington tanto en su título como en su uso de armonías inspiradas en el jazz. Aquí, Ouri explora su formación clásica y su fascinación por el legado de Ellington, utilizando una muestra de ‘Single Petal of a Rose’. El resultado es un tema que, aunque breve, encapsula la capacidad de Hildegard para mezclar influencias dispares y crear algo novedoso, a la vez que familiar. Este uso del jazz no es un homenaje explícito, sino más bien una conversación sutil con el pasado, donde se toman prestados pequeños fragmentos para construir algo propio.
A lo largo del álbum, hay un juego constante con la temporalidad, lo que se hace más evidente en temas como ‘Rememember Me’, donde la narración se construye en torno a recuerdos fragmentados y la incertidumbre de si esos momentos fueron compartidos o simplemente imaginados. La repetición de la pregunta ‘Do you think of me?’ refleja una obsesión sutil con el pasado, una necesidad de validación que nunca encuentra respuesta clara.
El cambio en la paleta sonora del álbum es evidente, en contraste con el debut más oscuro y electrónico. Ahora, Hildegard incorporan elementos más suaves y etéreos, como se aprecia en ‘Beverly’, donde el piano mantiene una presencia constante, mientras otros sonidos entran y salen de manera fugaz. Este enfoque da al tema una cualidad casi suspendida en el tiempo, creando una sensación de continuidad que contrasta con la inestabilidad emocional de las letras.
Por otro lado, ‘Pour Your Heart Out’ juega con imágenes de transformación y fluidez. ‘Dark pink on the inside, orange is the melting color of the parked dreams’ refleja una transición emocional, donde los sentimientos y las experiencias se mezclan sin una resolución clara. La voz de Deland, suave pero firme, guía al oyente a través de un paisaje sonoro lleno de pequeños detalles que requieren atención cuidadosa.
En este sentido, ‘Jour 1596’ no es un álbum que se revele fácilmente. Cada tema está lleno de matices que invitan a una escucha atenta y repetida. Es en estos pequeños gestos, como el sonido de los dedos deslizándose por las cuerdas en ‘Cruel’, donde Hildegard parece encontrar su mayor fuerza. No se trata de un álbum de declaraciones audaces, sino de un trabajo que fluye entre momentos de introspección y experimentación contenida.
Finalmente, ‘Jour 1596’ es un álbum que, a pesar de su largo proceso de creación, nunca parece sobrecargado o excesivamente calculado. Los momentos de improvisación, aunque controlados, añaden una frescura que mantiene el disco vivo y en constante movimiento. Es un testamento a la evolución de Hildegard como proyecto y al vínculo inquebrantable entre sus dos integrantes, quienes siguen explorando los límites de su colaboración sin perder de vista lo esencial: el disfrute compartido de hacer música juntos.
Conclusión
En ‘Jour 1596’, Hildegard nos llevan por un camino de lenta maduración artística, donde las composiciones resuenan con la misma naturalidad que sus emociones compartidas.