La proliferación de bandas que se amparan en el paraguas del rock psicodélico ha sido una de las características más destacadas de la escena musical de las últimas décadas. Entre ellas, King Gizzard and the Lizard Wizard ha conseguido labrarse una reputación de grupo inclasificable, capaz de abarcar un amplio espectro de géneros y propuestas sonoras. Sin embargo, con su último trabajo, 'Flight b741', la banda australiana parece haber caído en una trampa de la que resulta complicado escapar: la de la autosatisfacción creativa.
Lejos de la audaz experimentación que ha definido gran parte de su trayectoria, este nuevo álbum se presenta como un ejercicio de regresión, una suerte de nostalgia del pasado que carece de la fuerza y la inspiración necesarias para elevar la propuesta por encima de la mediocridad. Es cierto que la habilidad técnica de los músicos sigue siendo incuestionable, y que en determinados momentos logran captar la atención del oyente. Pero en general, 'Flight b741' se mueve en una zona de confort que termina por agotar la paciencia y el interés.
Desde la apertura de 'Mirage City', con su inquietante atmósfera y su ritmo palpitante, el oyente tiene la sensación de estar ante una promesa que no llega a cumplirse. Las referencias al rock clásico y al country, aunque bien ejecutadas, carecen de la chispa necesaria para trascender lo meramente anecdótico. La tentación de los guiños nostálgicos parece haber eclipsado la capacidad de la banda para sorprender y transformar los géneros que toma como punto de partida.
Quizás uno de los mayores problemas de 'Flight b741' sea su falta de coherencia interna. Si bien es cierto que la diversidad ha sido una de las señas de identidad de King Gizzard, en esta ocasión esa disparidad de estilos y enfoques termina por obstaculizar la creación de una narrativa convincente. Piezas como 'Antarctica' o 'Hog Calling Contest' podrían funcionar de manera aislada, pero en el contexto del álbum se convierten en meros ejercicios de estilo, carentes de la profundidad y el impacto emocional que cabría esperar de una banda con la trayectoria de King Gizzard.
Incluso en los momentos en los que la banda parece encontrar un rumbo más definido, como en el case de 'Field of Vision', la sensación de déjà vu termina por imponerse. Es como si la búsqueda de una supuesta 'accesibilidad' hubiese mermado la capacidad de la banda para explorar nuevos territorios y desafiar las expectativas del oyente.
En definitiva, 'Flight b741' se presenta como un trabajo decepcionante en la discografía de King Gizzard and the Lizard Wizard. Lejos de aprovechar la oportunidad para consolidar su legado y dar un paso adelante en su evolución creativa, la banda parece haberse conformado con reproducir fórmulas ya conocidas, sin aportar nada verdaderamente novedoso o estimulante. Es una lástima, pues la calidad y la creatividad demostradas en trabajos anteriores hacían presagiar que esta nueva entrega podría haber sido mucho más que una mera exploración nostálgica del pasado.
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