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De la redención al activismo: DIIV redefinen su sonido y su mensaje en ‘Frog in Boiling Water’



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Este noviembre, DIIV aterrizan en España para ofrecer una gira que promete sacudir los escenarios y dejar huella en el panorama musical. Desde sus inicios, este grupo ha sido algo más que una banda de shoegaze y rock alternativo: son un torbellino de melodías que arañan el alma, una colisión de angustia y belleza, una introspección descarnada convertida en guitarras envolventes y atmósferas hipnóticas. La voz de Zachary Cole Smith, perdida en reverberaciones, es una especie de eco lejano que, sin embargo, golpea directo al corazón. Su último disco, ‘Frog in Boiling Water’, no es solo música; es una declaración de principios y una catarsis colectiva en un tiempo donde la desesperanza parece haberse vuelto norma. ¿Y qué mejor escenario que España, un país acostumbrado a desbordar emociones en cada rincón, para recibir su descarga emocional en vivo?

DIIV no son para todos, y eso es precisamente lo que los hace necesarios. Su sonido es espeso y desafiante, una suerte de abrazo incómodo que no suelta. Es música que pide entrar en ella, pero que exige cierto sacrificio para ser comprendida. Desde su debut en 2012 con ‘Oshin’, la banda ha ido desmantelando y reconstruyendo su propia identidad en cada álbum, como si cada disco fuera una nueva versión de ellos mismos, más cruda, más honesta, más expuesta. Y ‘Frog in Boiling Water’ no es la excepción. Para entender este álbum, primero hay que recorrer el turbulento viaje de DIIV, una banda que ha transformado sus propios demonios en arte y ha dejado que el mundo los observe desangrarse sobre el escenario. Cada álbum es una página de un diario dolorosamente público, y cada canción, un fragmento de una confesión que araña la piel y tambalea el alma.

Si bien DIIV emergieron en 2012 con ‘Oshin’, una joya melódica de dream pop y shoegaze luminoso, su camino nunca ha sido sencillo. Este primer trabajo, que recibió elogios por su frescura y su ensoñación cautivadora, escondía ya los conflictos internos de Smith, cuya vida comenzó a entrelazarse con adicciones y controversias mediáticas. En ‘Oshin’, las guitarras parecen flotar en una nube difusa de distorsión, ofreciendo un refugio temporal, una paz que siempre amenazaba con quebrarse. Pero la calma no podía durar. En 2016, la banda lanzó ‘Is The Is Are’, un álbum marcado por el intento de redención de Smith tras episodios oscuros y caóticos. Canciones como ‘Dopamine’ y ‘Bent (Roi’s Song)’ exploran el dolor de la adicción, la lucha por la recuperación y la inevitabilidad de las recaídas. Este disco es un grito desesperado, envuelto en capas de reverberación y guitarras, que se despliega como una terapia sonora, cruda y sincera.

Para 2019, con ‘Deceiver’, DIIV habían abrazado un shoegaze más sombrío y una lírica aún más introspectiva. Este tercer trabajo abandona cualquier intento de superficialidad y se sumerge en lo oscuro, en lo sombrío. ‘Deceiver’ es como un espejo roto en el que el grupo decide mirarse, reflejando fragmentos de dolor, culpa y autodestrucción. Es el punto de no retorno. La guitarra se convierte en un cuchillo que rasga el silencio, y la voz de Smith, envuelta en ecos, parece resonar desde un lugar profundo y oscuro, como si estuviera intentando, una vez más, exorcizar sus propios demonios.

Pero cuando parecía que DIIV habían encontrado su sonido más oscuro y definido, el 2024 trae consigo ‘Frog in Boiling Water’, una obra que no solo explora la profundidad del alma humana, sino que se adentra en el terreno de la crítica social y política. Tras una pandemia que paralizó sus planes y conflictos internos que casi acaban con la banda, DIIV renacen con un álbum que se convierte en una metáfora perturbadora de la sociedad moderna: como una rana que se adapta al agua que hierve lentamente, la humanidad parece haber aceptado la banalidad del colapso bajo el capitalismo. En ‘Frog in Boiling Water’, el grupo convierte esta crítica en un sonido envolvente y envoltorio que, entre capas de distorsión y letras agónicas, narra una descomposición lenta pero inexorable.

La producción de ‘Frog in Boiling Water’ fue un proceso de lucha constante, una batalla entre las aspiraciones creativas de sus miembros y los conflictos personales que atravesaban. Canciones como ‘Brown Paper Bag’ y ‘Soul-net’ nos llevan por un viaje emocional, donde las guitarras ásperas y los sintetizadores evocan una angustia persistente. En cada tema, DIIV logran capturar el estado de un mundo que se desmorona bajo su propio peso, mientras los personajes dentro de sus canciones buscan, desesperados, algún rastro de esperanza en la oscuridad.

Pero DIIV no son solo tristeza y desesperanza. Con un humor oscuro y autocrítico, el grupo ha sabido burlarse de sí mismo y de la industria musical. El videoclip de ‘Brown Paper Bag’, con la intervención de Fred Durst, es un claro ejemplo de cómo DIIV combinan su seriedad con un toque irónico que aligera la densidad de su propuesta. En el fondo, DIIV no solo tocan para expresar; tocan para cuestionar, para despertar. Cada presentación en su gira es una especie de ritual donde las letras se proyectan y el público se convierte en testigo de una experiencia donde la música no solo suena, sino que se convierte en una narrativa que incomoda, que duele, que transforma.

‘Frog in Boiling Water’ es una obra monumental en el sentido de que no busca complacer. En lugar de ofrecer melodías fáciles, DIIV proponen una inmersión profunda en un mundo de guitarras distorsionadas y atmósferas opresivas. En ‘In Amber’, tema que abre el álbum, Smith nos lanza a un viaje de autoexamen y desapego, donde el ciclo de la vida moderna se representa en riffs repetitivos y letras crudas. Cada canción es una pieza que contribuye a formar un mosaico sombrío, donde el peso de la existencia se mezcla con una sensación de inminente desesperanza.

A pesar de su dureza, ‘Frog in Boiling Water’ no renuncia completamente a la esperanza. En la última canción, ‘Fender On The Freeway’, DIIV nos ofrecen una especie de liberación, una luz que lucha por abrirse paso en la negrura. Este disco no es solo un testamento de las experiencias personales de DIIV; es una radiografía de una generación perdida en un mundo que parece haberse vuelto demasiado hostil.

La gira de DIIV por España se presenta, entonces, como una experiencia imperdible para aquellos que buscan algo más que un concierto. Con ‘Frog in Boiling Water’, el grupo invita al público a sumergirse en una catarsis colectiva, en un ritual de emociones que va mucho más allá del entretenimiento. Porque en la música de DIIV no solo se escucha el eco de una generación; se siente la urgencia de una resistencia silenciosa, de una lucha constante contra un mundo que se empeña en adormecer al individuo.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.