Crónica

Tibidabo Live 2015

Sábado

05/09/2015 - 05/09/2015



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La segunda jornada del Tibidabo Live Festival amaneció mucho más soleada que el día anterior, lo cual fue de agradecer por diversos motivos obvios. A la llegada al parque de atracciones ya podías ver como la multitud que paseaba por sus callejuelas se había multiplicado generosamente, había colas para subir a las atracciones, gente esperando en los escenarios y un Sol que a aquellas horas se despedía amablemente de nosotros para dar paso a una despejada noche.

Comenzamos la tarde viendo tranquilamente a los norteamericanos House of Wolves, que venían a presentarnos su último trabajo Daughter of the Sea, un delicado álbum folk que nos adentra en el mundo de Rey Villalobos. Con él a la guitarra y un único acompañamiento a la batería, consiguió que los pocos asistentes a aquellas horas frente al escenario de la Plaça dels Somnis se sintieran ante un concierto íntimo y emotivo que rompía un poco con lo que después nos tocaría vivir con los demás grupos invitados al festival.

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Belako son un claro ejemplo de cómo la frescura y la juventud pueden hacer brillar una banda. Estos chicos ya no son nada desconocidos por el público, y eso pudimos verlo en su concierto que congregaba ya un buen número de personas esperando escuchar sus potentes temas. Comenzaron algo tímidos y fríos, sin embargo poco a poco se acostumbraron al escenario y derrocharon energía y simpatía regalando temas como Haunted House o Sea of Confusiony. Bromearon entre ellos, y sobre todo disfrutaron de su concierto demostrando una gran naturalidad. Los vascos ofrecieron un breve directo (de unos 40 minutos) muy dinámico y fresco que nos hizo ver que a pesar de su juventud los escenarios están hechos para ellos.

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Después de la rockera actuación de Belako era momento de disfrutar de la maravillosa psicodelia de Ocellot, que salían al escenario pequeño vestidos con unas capas verdes de lentejuelas muy acordes con su música. Ellos fueron los encargados de hacernos sonreír y bailar con su divertido pop onírico y psicodélica electrónica mientras esperábamos una de las actuaciones más esperadas del festival.

Para poner la nota final al sábado y al fin de semana de festival subieron Mogwai al escenario, respaldados por un muro de amplificadores y una pedalera kilométrica que pronto sacaría humo. Los de Glasgow ofrecieron un intensísimo concierto de hora y media aproximadamente durante el cual subrayaron todas sus facetas estilísticas dentro de la etiqueta post rock bajo la que se los engloba (y que ellos, por cierto, rechazan).

Con 20 años de carrera a las espaldas, fueron capaces de transmitir a un público entregado una música que, si bien en casa suena reflexiva, en directo adquiere aires mucho más extrovertidos. No quisieron de entrada fundir las caras de los que veíamos el concierto: levantaron el telón con piezas lentas y descriptivas como ‘Friend of the Night’, emparedada entre dos aberturas de disco como son ‘Yes! I Am a Long Way From Home’ y su línea de bajo sincopada y ‘Summer’, de su primer compendio de grabaciones Ten Rapid de 1997, que abriría la caja de dinámicas potentes, sorprendentes y contundentes de su vertiente más cañero.

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No se hicieron esperar los arpegios y las voces filtradas fantasmagóricas de ‘Hunted by a freak’, que corren a cargo del multi instrumentalista Barry Burns, ni los pilares de uno de sus álbumes más rítmicos, Hardcore Will Never Die But You Will: la brutal y decadente ‘Rano Pano’ y ‘Mexican Grand Prix’, seguramente en su top 5 de canciones más poperas o bailables, que ya es decir. Para esta última canción tomó las riendas del micrófono Luke Sutherland, músico de gira de Mogwai que además de cantar en ‘Mexican Grand Prix’ añadió una línea melódica melancólica más a la mezcla en ‘Haunted by a Freak’ a través de su violín, debidamente amplificado.

El ecuador (conceptual, al menos) del concierto lo marcarían los acordes flotantes de piano de ‘I’m Jim Morrison, I’m Dead’ (The Hawk Is Howling, 2008) cuyos amagos de crescendo, además de alguna piel de gallina, provocaron que la camarera que me servía mi cerveza fría se apresurara amablemente al verme la cara. Después del desarrollo más vaporoso de ‘Jim Morrison’ tocaría ofrecer al público boquiabierto del Tibidabo piezas más recientes como ‘Teenage Exorcists’ del EP Music Industry 3. Fitness Industry 1. (que ya reseñamos en Mindies, como también su videoclip), un corte cuya batería de adornos y redobles y su estribillo pegadizo sentó el clima perfecto para que, con el siguiente y penúltimo tema, el público se pusiera definitivamente a saltar y a bailar. ‘Remurdered’, de su último trabajo de estudio Rave Tapes, hizo que la gente pusiera las manos en el aire y se dejara poseer por la dupla de bombo gigantesco (mucho más gordo que en el álbum) y sintetizador mordiente. Fue un momento genial de arriba abajo y dudo sobre quién lo disfrutó más, si la gente de Barcelona o la de Glasgow.
Si bien en su concierto del día anterior en Bilbao cerraron con la atronadora ‘Batcat’, quisieron cerrar la noche barcelonesa con un tema ‘un poco más largo’ como anunció Stuart Braithwaite, guitarrista y frontman en la práctica del grupo. ‘My Father My King’ y sus subidas y bajadas, inyecciones repentinas de distorsión y riff (que al principio recuerda al de ‘Mogwai Fear Satan’, la gran ausente de la fiesta) pusieron la pincelada definitiva, hiperexpresiva y casi bipolar al concierto. Después de unos 15 minutos de bajones atmosféricos y explosiones de fuego y abrasión, Mogwai aprovecharon el acople de todas sus guitarras y sus efectos para poner punto y final al set y abandonar el escenario, no sin antes colgar Braithwaite su Fender Telecaster con la bandera de Escocia en su soporte del micrófono. ‘Ahí lo dejo’, pareció declarar.

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Crónica de: Toni Delgado y Elisabeth Gallego

Elisabeth

Licenciada en Humanidades y amante de todo lo que rodee el mundo audiovisual.