Crónica

The Jesus and Mary Chain

Apolo

17/11/2023



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Qué pilla es la nostalgia. Sin tener material nuevo y sin apenas caer en el manoseo mediático de las redes, The Jesus and Mary Chain colgaron el cartel de "todo vendido" en la Sala Apolo. Como era de esperar, los feligreses que fueron a prenderles los cirios rebañaban sobradamente los últimos años de la treintena (y se adentraban en el terreno peligroso de la mediana edad). Eso sí, todos ellos ordenados y sosteniendo su kit de conciertos (móvil en una mano y cervecita en otra), achinando los ojos para ver si se asomaba alguien por el escenario que, pasadas ya las nueve, estaba huérfano.

Los hermanos Reid fueron al turrón desde el primer momento, aquí nada de caras B ni canciones de relleno: todo el setlist orbitó en torno a sus temas más conocidos, un detalle para todos aquellos que habían apoquinado este viernes. Comenzaron con 'Blues from a gun', trallazo rockero en toda la cara que si no te salpicó, lo hizo 'Head On', casi cosido con el otro, con urgencia y malicia, tres minutos y a otra.

Eso sí, tuvieron consideración con nuestros oídos, recadito al de la mesa de mezcla para que no la gripara, que ya estamos mayores y hemos de evitar la cornetilla y el sonotone. Con una puesta en escena rácana, introdujeron algunas proyecciones que mostraban cintas de cassette (otra vez la nostalgia), estrellitas y un collage de las tapas de sus discos que iban desfilando de forma espídica mientras iban desgranando 'Between planets' y 'Amputation', con ese riff a modo de sampler que parece que van a versionar a Deep Purple.

Postal desde el pasado: recuperan 'Snakedriver', mi primer contacto con el grupo gracias a la banda sonora de 'El Cuervo', con ese sonido tan Stone Roses para luego embarrarla de distorsión. Aunque no terminan de consumir el walpurgis, quitan el pie de la pedalera para regalarnos la bonita 'Happy when it rains' y 'Some Candy talking', dos agüitas con gas antes de abordar el alcohol de alta graduación.

Porque si por algo son conocidos los escoceses es por haber combinado a la perfección el rock con la distorsión (con el chupinazo seminal de "You really got me", el padre de todo esto) y en ese estilo es donde mejor se manejan: 'Taste of Cindy', 'Halfway to crazy' o 'Craking up', todas ellas sonaron perfectas, con un Jim Reid entregado y audible sin enredarse en ovillos sónicos que estorbaran su voz.

Para los petit fours convidan a Emma Anderson de los extintos – y siempre reivindicables - Lush, quien acompaña a Reid en un par de temas, entre ellos el inagotable 'Just like honey' – con esas baquetas cargadas de magia de Justin Welch - mientras recordamos los últimos minutos de la película de Sofía Coppola con el inolvidable abrazo de Bill Murray y Scarlett Johansson. Magnífico reencuentro.

Ruben

Oriundo de La Línea pero barcelonés de adopción, melómano de pro, se debate entre su amor por la electrónica y el pop, asiduo a cualquier sarao música y a dejarse las yemas de los dedos en cubetas de segunda mano. Odia la palabra hipster y la gente que no calla en los conciertos.

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