Crónica

Rodrigo Cuevas

Barts

24/02/2022



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Cuando el pasado jueves me acerqué hasta  la Sala Barts a ver a Rodrigo Cuevas dentro del marco del festival Guitar BCN, no me imaginaba que con la misma entrada asistiría a un doble espectáculo. Y es que ya lo dijo el asturiano, que a él le gusta más hablar que cantar (mirada de reprobación de sus acompañantes a los instrumentos). Así que por el mismo preció nos ofreció concierto y monólogo. Y ninguno de los dos nos dejó indiferentes.

Desde el lateral de la sala, aparecía cual diva recitando su introducción. Pero no recibió la acogida esperada, y es que pocos se percataron de su entrada, porque todas las miradas estaban puestas sobre el escenario. Así que no dudó en repetir su aparición estelar, porque él quería una bienvenida “como la que le haríais a Maria del Mar Bonet”.

Así dio entrada a su “Trópico de Covadonga” con el que presentaba su álbum “Manual de cortejo”, publicado en 2019 y producido por Raül Refree, ataviado con monteira asturiana, camisa negra con mangas de lunares, saya, fajín bordado y madreñas de madera, ensalzando el folklore de su tierra de pies a cabeza.

Con “Muerte en Mortilleja” empezaba su repertorio, en el que se echaron en falta sus últimos sencillos como “Veleno” o “La Magia de tu Melena”, pero en el que no faltaron himnos como “El día que Nací Yo” o “Xiringüelo”, con la que intentó hacer perrear al público de Barcelona o la más que ovacionada habanera “Rambalín; homenaje a Alberto Alonso Blanco, conocido como Rambal, figura popular del barrio pesquero Cimadevilla en Gijón, “maricón de nacimiento” en una época en la que por serlo podías acabar en un campo de concentración, que fue asesinado en los años setenta.

También hubo homenaje, mecheros en mano,  para los “Cesteiros” y entre canción y canción (y chupito de ratafía) nos dio la oportunidad de conocer a la Rosa Parks asturiana,  Milia la Miruxiana.

Nadie se libró de su elocuencia mordaz, desde Camilo Sesto, hasta la la monarquía ni de su torrente de energía que impregnó hasta el último rincón de la sala.

Para el bis se reservó la “Muñeira para a Filla da Bruixa”, se atrevió con el estribillo de la habanera “El meu avi” y convirtió el concierto en una fiesta con la rumba “Pena” en la que dio lugar a la improvisación de toda su banda y con la que dejó al público con más ganas de  ese folklore electrónico que tan particularmente interpreta y que está dando a conocer la cultura asturiana por todos los rincones.

Anna Poyatos

Nacida y crecida en Barcelona. Más de ciudad que Manhattan. Su amor por su ciudad es tan grande como sus ansias de viajar. No podría elegir entre un plato de callos y unas entradas para Eels. Amante del vino, la música y la fotografía. Tiene todos los libros de Tintín, pero dice que no es una friki. Si no está de viaje, la encontrarás en cualquier evento con música y comida.