Crónica

King Gizzard & The Lizard Wizard · The Prize

La Riviera

27/08/2023



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Anoche, la imbatible banda australiana King Gizzard and The Lizard Wizard se presentó en la sala La Riviera de Madrid, en el marco de una gira más que esperada con la que resarcirse del mal sabor de boca que nos dejó la cancelación de sus anteriores conciertos el verano pasado. Sin lugar a dudas las expectativas estaban por todo lo alto, ya que desde hace días el recinto colgó el cartel de todo agotado, dando buena cuenta de cómo entre los numerosos discos que ha ido editando el grupo estos años su masa de público no ha parado de subir como la espuma.

Sin embargo, antes de que los australianos subiesen al escenario, sus compatriotas The Prize fueron los encargados de inaugurar la velada, ofreciendo su segundo concierto consecutivo en Madrid, ya que tocaron la noche anterior en la Fun House. Siendo una de esas bandas que se dejan llevar por los estribillos de power pop soleados, pero también por aquella otra faceta donde el punk más melódico hace que aprieten los dientes, supusieron una sorpresa más que grata.

Desgranando composiciones con las que evidenciar como tampoco andan muy lejos del sonido garage que pegó por la Costa Oeste hará ya una década, lograron que durante sus 40 minutos de actuación llegásemos a entusiasmarnos con esa actitud muy relacionada con ir a toda pastilla, intentado meter el máximo número de canciones posibles en su setlist. Dando rienda suelta a unas letras que plasman muy bien los entresijos de la vida en las ciudades bulliciosas, The Prize fueron mucho más que los teloneros del concierto.

La energía se sentía en el ambiente incluso antes de que los músicos pisaran el escenario. Cuando las luces finalmente se apagaron, el público estalló en vítores, expectante por lo que sería sin duda una noche más que agitada. Sonrientes y con ese aire desaliñado que los caracteriza, Stu Mackenzie y compañía abrieron el concierto con ‘The Dripping Tap’, tema de más de 15 minutos perteneciente a su aclamado álbum Omnium Gatherum de 2022.

La canción, que transita por diversos estados anímicos y ritmos complejos, fue el inicio perfecto para mostrar la destreza instrumental y compositiva del grupo. La sección rítmica reforzada por el preciso bajo de Lucas Harwood marcó un tempo demoledor, mientras las guitarras de Joey Walker y Stu Mackenzie agregaban riffs pegadizos y saturados.

Luego siguieron con ‘Evil Death Roll’, donde el talentoso baterista Michael Cavanagh brilló con un extenso solo de pies rápidos que entusiasmó al respetable. La canción derivó en un jam inspirado que incorporó teasers del tema ‘Converge’ de su etapa metalera, ante la alegría de los fans.

Otro punto culminante llegó con ‘Work This Time’, funk psicodélico que derivó de nuevo en un ambiente distendido, similar a un ensayo con público donde la banda claramente estaba disfrutando el momento, mezclando géneros y dejándose llevar por la improvisación.

‘Shanghai’, conocido éxito melódico y pegajoso, también recibió un tratamiento extendido y experimental, con un virtuoso solo de guitarra lleno de efectos por parte de Joey Walker y una interpretación vocal en falsete que le dio una nueva vida al tema.

A mitad del directo, decidieron tocar ‘Crumbling Castle’, suite progresiva de 10 minutos repleta de cambios de ritmo y climas, que fue recibida con una gran ovación. Luego llegó el turno de canciones más heavys como ‘Predator X’ y ‘Supercell’, con la batería castigando sin piedad y un mosh pit descontrolado en las primeras filas, con fans chocando entre sí al ritmo frenético. Incluso se dieron el gusto de invitar a un fan a cantar el inicio de ‘Nuclear Fusion’, otro momento memorable y espontáneo muy celebrado.

Con la idea de cómo en algún momento terminaría el directo, la banda se tomó su tiempo con ‘K.G.L.W.’, creando una hipnótica intro de sintetizadores antes de desembocar en el riff principal, y desplegando toda su creatividad colectiva. La esperada traca final corrió a cargo de ‘Float Along - Fill Your Lungs’, clásico psicodélico que se extendió por más de 10 minutos con el público en éxtasis total, disfrutando cada escala y cadencia.

Con un setlist equilibrado que recorrió todas las facetas sonoras del grupo, desde el rock progresivo al jazz fusión pasando por el metal, el show reafirmó el estatus de King Gizzard como una de las mejores bandas en vivo del mundo. La química entre los integrantes, la maestría individual de cada uno y las impecables improvisaciones hacen de sus presentaciones una experiencia cautivadora y única.

Tras prácticamente dos horas de música y pura energía desbordante, los australianos se despidieron ratificando ante el público madrileño como tienen uno de los directos más desquiciados y electrizantes de la actualidad. La banda se encuentra en un pico de creatividad y comunión grupal, y eso se tradujo en un recital de más de dos horas que dieron mucho de sí.

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.