Crónica

José González

Palau de la Música Catalana

03/02/2022



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Se está convirtiendo en algo habitual que cada vez que viene  José González a Barcelona agote el aforo y cuelgue el cartel de todo vendido; esta primera visita tras la pandemia repitió éxito e interés en un marco tan vistoso como el Palau de la Música Catalana, de nuevo tomado por la parroquia que arranca palmas con el sueco. 

Bajo su  brazo, el espléndido Local Valley, cuarto peldaño en una escalera de éxitos moderados pero que asciende a paso seguro; nada nuevo en su génesis compositiva: folk telúrico, de poso hondo y de ancho calado, a veces más cerca del mindfulness que de Silvio Rodríguez; pero que funciona. 

Armado solo con una guitarra, y ya pasadas generosamente las nueve de la noche, el cantautor inició su actuación desperezando las falanges con ‘With the ink of a ghost’, cortejándonos en la oscuridad del escenario y guiándonos por la grandiosa arquitectura de Doménech i Montaner. 

Sin  mediar palabra,  tocó a continuación ‘Valle local’, primer tema en español que presentaría y que, junto a ‘El invento’ suponen su primer acercamiento en el uso de la lengua de sus padres incluidos en un trabajo suyo. 

Es de recalcar  cómo, a partir de una rácana economía de medios, es capaz de sacar adelante un discurso sólido y lustroso, apenas un micro y un par de guitarras le bastan para embobar y seducir al público. Esta noche, si bien puso empeño, repetidos fallos en el sonido y un torpe fraseo le restaron estrellas a su calificación; abruptos baches que socavaron la atmósfera tan etérea que por momentos se estaba creando en el recinto. Tampoco ayudó esa sensación de prisa y urgencia con las que ejecutó las primeras canciones de la noche, el tramo de ‘Down the line’, ‘Crosses’ y la inevitable ‘Heartbeats’ prácticamente las recitó de carrerilla y con taquicardia en los nudillos. 

Menos mal que la recta que precedió a los bises se mostró más contundente y diestro a la hora de sacar brillo a nuevas y clásicas canciones de su repertorio, algunas ya en las quinielas de todo el mundo como ‘Heartbeats’ y su versión de ‘Teardrop’ de Massive Attack y otras, nuevos éxitos como ‘Swing’, ‘Head on’ o ‘Horizons’. También cabe decir que se mostró más relajado y comunicativo con el público, dirigiéndose entre toma y toma en castellano, a pesar de alguna jugarreta de su guitarra ‘se ha quedado afónica’, bromeaba mientras pedía ayuda al técnico de sonido.

Tras un amago de despedida, González volvió al escenario como respuesta a la bulla de los allí presentes para despacharnos una buena ración de bises y que incluso hizo partícipe al público sobre qué querían escuchar. 

Así, en un ambiente distendido, al que solo hubiera faltado una buena fogata, el cantante se atrevió incluso con ‘Cello Song’, una cover de Nick Drake que le costó algún que otro disgusto interpretar, sobre todo en el imbricado comienzo a las cuerdas de la guitarra. 

Tampoco faltaron idas y venidas a su catálogo ‘Tjomee’, ‘Leaf off/the cave’ (inspirada en la Caverna de Platón) y cómo no, repesca de alguna otra versión, en este caso acudió a los Beatles con ‘Blackbird’ para echar el candado a su visita al Palau.

Ruben

Oriundo de La Línea pero barcelonés de adopción, melómano de pro, se debate entre su amor por la electrónica y el pop, asiduo a cualquier sarao música y a dejarse las yemas de los dedos en cubetas de segunda mano. Odia la palabra hipster y la gente que no calla en los conciertos.