Crónica

Cass McCombs

21/01/2014



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El pasado martes 21 tuvimos la oportunidad de asistir a uno de los conciertos del Campus Rock que organiza la Universidad de Cádiz. Tras haber pasado por el Aulario La Bomba artistas como The Pastels, The New Mendicants, o Retribution Gospel Choir, le tocaba el turno a Cass McCombs, y en Mindies no quisimos perdernos esa cita. Venía para presentarnos su último trabajo, Big Wheel And Others, del que os hablamos aquí.

 

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La noche comenzó con una sorpresa. Muy grata, de hecho. Desde California nos llegaba Frank Fairfield, acompañado de un banjo, un violín, una acústica, y su peculiar bigote. Tremendo. Era la primera (pero no la última, os lo aseguro) vez que lo escuchaba, así que me cogió por sorpresa su folk del viejo oeste. Con un spanglish más que aceptable, nos contó que en su tierra natal solía tocar con gente que estaba de paso y le descubrían nuevos sonidos de Europa. Eso, sumado a su influencia de Texas, nos da una receta que deja un regustillo en el paladar aun habiendo pasado días desde que la probaste.

Un poco tímido al principio, se fue animando junto con el público, hasta el punto que cuando nos quisimos dar cuenta se estaba despidiendo de nosotros ante el gran aplauso de los asistentes. Sin duda un cowboy al que habrá que seguir la pista de cerca.

 

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Tras el descanso, le tocó el turno al protagonista de la noche, Cass McCombs. “No somos una banda para que su público esté sentado”, nos dice el bueno de Cass antes de empezar directamente con el primer tema, 'Big Wheel'. Y casi nos lo creemos.  De hecho con el segundo, 'Morning Star', y el tercero, 'Substraction', hubo alguno que se lo terminó de creer, y se levanto en medio de todas las sillas del Aulario La Bomba para acompañar al grupo.

Pero llegó lo que todos esperábamos, de la mano de 'The Burning of the Temple, 2012'. Así comenzó a hipnotizarnos Cass y a meternos en su universo particular. El que se puso de pie se sentó. Se hizo el silencio entre el público, que sólo se interrumpía entre tema y tema con unos aplausos, esperando que el trance durase una canción más. Y así fue, puesto que el grupo continuó su hechizo con 'Aeon Of Aquarius Blues', 'Brighter!', y 'Buried Alive'. Todos estábamos atrapados, y Cass no quiso interrumpirlo. No regaló ni una sola palabra más allá de la primera frase, sabiendo que no haría falta. Se estaban gustando, estaban en su atmósfera preferida, y lo estaban disfrutando. Sabían que los demás no queríamos que parasen, y ellos no querían parar.

 

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Con 'The Same Thing' salimos de la pompa hipnótica en la que nos encontrábamos, para volver a la Tierra. Seguimos con 'Equinox' y 'Not The Way', y cuando llegó 'County Line' los asistentes ya empezábamos a darnos cuenta de que esto iba a terminar. El grupo seguía a lo suyo, Cass intercambiaba miradas de complicidad con el batería, mientras el bajo y el segundo guitarra estaban metidos de lleno en cada uno de los temas. Cuando a un grupo se nota que saborea cada una de las canciones, se nota, y eso se transmite al público.

Tras 'There Can Be Only One' hicieron la despedida de rigor (de nuevo, sin mediar palabra alguna), para luego volver con 'Angel Blood' como bajada del telón. Al salir, pude ver cómo los asistentes comentaban lo mucho que se habían dejado llevar por Cass. Y es que, los grandes tienen ese poder.

 Fotografía de Álvaro Díaz Criado

Amante de la música y el buen cine. Me gustan las películas que cuentan una historia a través de pequeños detalles. Hay mil formas en las que un director expresa una idea; yo trato de averiguarlas para contártela.

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