Review

Tame Impala - Deadbeat

Tame Impala

2025

3


Por -

Tame Impala han llegado a un punto de su trayectoria en el que su obsesión por controlar cada detalle ha derivado en un agotamiento perceptible en cada compás. ‘Deadbeat’ surge tras un periodo de silencio prolongado en el que Kevin Parker intentó reconciliar su vida familiar con la presión de sostener un proyecto convertido en referencia global. La gestación del álbum estuvo marcada por un aislamiento voluntario y una crisis auditiva que alteró su relación con el sonido. Esa circunstancia personal, unida a la intención de acercarse a la estética de las fiestas electrónicas del litoral australiano, define un conjunto que aspira a la ligereza, pero termina atrapado en una estructura repetitiva que anula cualquier sensación de avance o descubrimiento.

En ‘Deadbeat’ se percibe la voluntad de despojar a la música de adornos para alcanzar una forma más directa. El problema radica en que ese despojo termina reduciendo el lenguaje sonoro de Tame Impala a un esquema funcional que apenas deja rastro. Canciones como ‘My Old Ways’ o ‘No Reply’ se construyen sobre un pulso uniforme que intenta generar trance sin lograrlo, porque la ausencia de contraste entre sus capas impide que el movimiento alcance intensidad real. Parker repite un patrón de ritmo cuadrado y líneas de bajo contenidas que pretende remitir a la música de club, pero la ejecución suena desconectada de cualquier sensación de cuerpo o comunión. Todo se mantiene en un terreno intermedio donde nada se eleva ni decae, donde el baile parece más una instrucción que un impulso.

El intento de incorporar elementos del house y del techno se aprecia con claridad en ‘Ethereal Connection’ y ‘Afterthought’, que recurren a texturas digitales y filtradas con la intención de crear ascensos progresivos. Sin embargo, esos ascensos carecen de un destino emocional, se disuelven antes de producir impacto. La estructura interna de las canciones responde más a un cálculo que a una necesidad expresiva. Incluso cuando aparece una melodía atractiva, como en ‘Oblivion’, la acumulación de efectos acaba sofocando su brillo. Da la impresión de que Parker se ha refugiado en la superficie tecnológica para evitar una implicación más directa con lo que canta. Su interés por la precisión técnica actúa como escudo ante un contenido que parece no atreverse a exponerse del todo.

En el terreno lírico, el álbum describe un autorretrato de derrota sin espacio para la redención. El título ‘Deadbeat’ condensa esa autoimagen de individuo inerte, estancado en su propia culpa. Parker convierte la autocrítica en un bucle que se repite sin evolución. En ‘Loser’ se define como alguien incapaz de corregir sus errores: “I get the message, I learned my lesson. Tried to correct it, I think I wrecked it”. Esa idea reaparece en ‘Obsolete’, donde anticipa la ruina antes de cualquier posibilidad de afecto. Todo el conjunto se sostiene sobre la confesión de un cansancio vital que el propio artista transforma en estética, pero sin extraer de él una reflexión concreta. El resultado es un discurso cerrado sobre sí mismo, sin matices ni contraste.

El vínculo entre sonido y texto se percibe forzado. Los beats de ‘Not My World’ intentan sugerir movimiento mientras la voz se hunde en resignación. Esa disonancia entre lo que se dice y lo que se escucha transmite una sensación de artificio. En lugar de dialogar, ambos planos se neutralizan. Algo similar ocurre en ‘Piece of Heaven’, donde los arreglos suaves pretenden suavizar una letra que habla de distancia y desinterés. La aparente calidez sonora funciona como disfraz para un contenido que en realidad emana frialdad. Parker introduce destellos melódicos que podrían emocionar si no estuvieran rodeados de un marco tan pulido que elimina cualquier rasgo de imperfección humana.

La secuencia final, con ‘End of Summer’, pretende cerrar el recorrido con un aire expansivo, pero su duración excesiva termina diluyendo el efecto. El tema acumula capas de sintetizador y percusión hasta convertirse en un ejercicio de resistencia auditiva. No hay clímax ni resolución, solo una sucesión mecánica de bucles que simboliza el estado de parálisis que atraviesa todo el álbum. Ese carácter circular parece la metáfora involuntaria de un artista que se mira desde fuera, consciente de su prestigio, pero incapaz de encontrar un motivo que justifique su permanencia en la primera línea.

Resulta difícil encontrar en ‘Deadbeat’ la tensión emocional que caracterizaba las primeras obras del grupo. La psicodelia expansiva de ‘Lonerism’ o la luminosidad melancólica de ‘Currents’ han desaparecido, sustituidas por una estética de la fatiga. La voz de Parker suena cercana al susurro, como si temiera desbordarse. En sus intentos por controlar cada detalle ha borrado cualquier signo de riesgo. Las canciones se suceden sin dejar huella, atrapadas en un tono que evita el exceso, pero también la intensidad. La contención, convertida en sistema, priva a la música de respiración. El resultado no es serenidad, sino vacío.

El verdadero problema de ‘Deadbeat’ no radica en su cambio de estilo, sino en la falta de convicción con que se ejecuta. La música electrónica que intenta imitar parte de un principio de repetición que busca comunión y trance, pero en Tame Impala se transforma en reflejo de aislamiento. Cada golpe de bombo parece marcar la distancia entre Parker y el oyente, entre su obsesión por el detalle y la vida que escapa fuera del estudio. Esa contradicción convierte al álbum en una pieza encerrada en sí misma, incapaz de expandirse hacia el exterior. Más que una evolución, se percibe un cierre. Y esa clausura define un momento en el que la inteligencia creativa de Tame Impala se ha quedado sin dirección, convertida en eco de un esplendor pasado que aquí se disuelve entre automatismos.

Conclusión

‘Deadbeat’ retrata a Tame Impala enfrentados a su reflejo más gris, con mensajes confesionales que se repiten de forma continuada y una energía tan medida que termina borrando cualquier emoción auténtica del conjunto.

3

Álbum

Tame Impala - Deadbeat

Artista

Tame Impala

Año

2025

Discográfica

Columbia

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.