Review

Rosalía - Lux

Rosalía

2025

8


Por -

Rosalía ha trazado un recorrido poco común, con una evolución marcada por la inconformidad y la necesidad de convertir cada proyecto en una reflexión sobre su propio lugar dentro de la música popular. Desde su formación académica hasta su dominio absoluto del escenario global, ha transitado por géneros, idiomas y formatos sin instalarse del todo en ninguno. ‘Lux’ llega después de un periodo de pausa pública, sin giras extensas ni apariciones mediáticas constantes, pero con la intención clara de recuperar una dimensión casi espiritual del arte. La artista compone este trabajo como si levantara un templo con los sonidos que la acompañaron desde la infancia, combinando lo divino con lo carnal, el rezo con la pista de baile. Se percibe un deseo de entender el brillo de la fama y la fragilidad del cuerpo desde un mismo punto de vista: el de una mujer que observa cómo el éxito puede tener forma de penitencia.

El conjunto de temas se despliega como una especie de recorrido interior donde cada canción actúa como un capítulo distinto de una misma ceremonia. En ‘Sexo, violencia y llantas’, la solemnidad de los coros y la crudeza de la letra presentan el tono de un ritual moderno que rompe con cualquier idea de pureza. Rosalía utiliza el lenguaje religioso no para predicar, sino para exponer sus contradicciones con la misma lucidez con la que las cantaba en sus inicios. Cuando entona en ‘Reliquia’ “No soy una santa pero estoy blessed”, no busca ironía: enuncia la paradoja de quien ha hecho de la exposición pública una forma de devoción. El uso de múltiples idiomas no actúa como ornamento, sino como una forma de expresar la dispersión de la identidad contemporánea, un modo de decir que la pertenencia se ha convertido en un acto voluntario y no en una herencia. Cada idioma es una capa más del relato, una voz que multiplica la sensación de desarraigo y universalidad al mismo tiempo.

‘Lux’ se sostiene sobre una tensión constante entre el poder y la fragilidad. Rosalía canta sobre la fe, el deseo y la pérdida como si fueran tres caras de una misma moneda, siempre girando sin detenerse. En ‘Divinize’ o ‘Mio Cristo’ se percibe una búsqueda de consuelo en la intensidad orquestal, mientras que ‘Dios es un stalker’ lanza una mirada crítica hacia la obsesión por la vigilancia y el control. Esa mezcla de sarcasmo y misticismo es una de las claves del álbum: la artista consigue que la ironía no rompa la emoción, sino que la acerque a la vida cotidiana. ‘Porcelana’ se convierte en un punto de calma donde la voz domina sobre los arreglos y muestra la parte más íntima del conjunto. La estructura general funciona como un ascenso y descenso continuo, sin clímax marcado, donde lo importante no es el destino, sino la manera en que cada tema empuja al siguiente.

El peso simbólico de la religión se reinterpreta desde una perspectiva de género que transforma el discurso histórico del sacrificio. Rosalía retoma figuras femeninas de la tradición católica y las lleva a un terreno propio, donde la pureza no se mide por obediencia sino por resistencia. En ‘Jeanne’, el eco de Juana de Arco se cruza con una voz que ya no acepta el fuego como castigo, sino como energía creadora. ‘Novia Robot’ reformula el mito de la mujer sumisa desde un texto que suena a manifiesto: “Un auténtico robo de identidad, libertad y poder a mano armada donde todas somos invitadas”. No hay victimismo, sino un gesto de apropiación. La artista convierte el cuerpo en espacio político, el deseo en afirmación y la fe en fuerza de transformación. Esa lectura del símbolo religioso desde la autonomía femenina recorre todo el disco y lo convierte en una obra que reflexiona sobre el control y la autoafirmación en tiempos donde la vigilancia se ha vuelto emocional.

En la segunda mitad del trabajo se impone un tono más narrativo. ‘La perla’ cuenta una traición con una escritura cargada de sarcasmo, sin dramatismos innecesarios, como si la venganza se cantara en clave de humor. Frases como “medalla olímpica de oro al más cabrón” no pretenden escandalizar, sino subrayar el poder de una voz que ha aprendido a reírse de lo que antes dolía. En ‘Sauvignon blanc’, el vino se convierte en símbolo de aceptación y cierre. “Ya no tengo miedo al pasado, está en el fondo de mi copa de sauvignon blanc”, canta con la serenidad de quien ha aprendido a brindar por lo que duele. Ese tono de despedida se refuerza en ‘Magnolias’, el final del álbum, donde la artista imagina su propio funeral como una ceremonia sin lamento. “Que me tiren magnolias”, pide con calma, y la música se desvanece hasta quedar solo el aire. No hay redención, pero sí un orden nuevo que deja espacio para seguir respirando.

En cuanto a su lenguaje sonoro, el proyecto combina herencias clásicas con impulsos contemporáneos sin que ninguna se imponga sobre la otra. Las colaboraciones con Björk, Estrella Morente, Silvia Pérez Cruz y Yahritza Y Su Esencia multiplican las capas de significado, pero lo esencial sigue siendo la voz de Rosalía, que actúa como hilo conductor. Las orquestaciones recuerdan por momentos a Bach o Vivaldi, pero están atravesadas por una producción moderna que introduce sintetizadores, percusiones digitales y silencios calculados. Todo convive con naturalidad, como si lo sagrado y lo urbano compartieran el mismo espacio sin chocar. Esa mezcla construye un territorio sonoro que no busca pureza, sino convivencia. Lo más llamativo es que, a pesar de la densidad del sonido, la presencia de la artista nunca se diluye: dirige cada detalle como si su voz fuera una brújula.

‘Lux’ puede entenderse como una reflexión sobre la fe en un tiempo que ha perdido el sentido de permanencia. Rosalía utiliza la imaginería religiosa no como ornamento estético, sino como herramienta para pensar la esperanza en medio del caos. No hay sermón ni consuelo fácil, solo una búsqueda insistente de significado. La artista muestra cómo la fe puede sobrevivir fuera de los templos, en la rutina, en la contradicción, en la incertidumbre. Su obra no pretende ofrecer salvación, sino mostrar que creer (en algo, en alguien o en una misma) puede ser una forma de resistencia frente al vacío. Esa claridad convierte ‘Lux’ en una pieza que retrata el momento actual con precisión: un mundo donde la belleza y el desconcierto coexisten sin necesidad de reconciliarse.

Conclusión

En ‘Lux’, Rosalía transforma la solemnidad del rito en un diálogo con la vida moderna, proponiendo una mirada sobre la fe como impulso vital frente a la saturación contemporánea.

8

Álbum

Rosalía - Lux

Artista

Rosalía

Año

2025

Discográfica

Columbia

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.