Review

Rocket - R is for Rocket

Rocket

2025

7.7


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Rocket surgieron de una amistad larga que terminó convirtiéndose en un proyecto que retrata su propio crecimiento. Desde Los Ángeles, el grupo ha pasado de tocar en un cobertizo a ocupar escenarios internacionales, y esa transición se percibe en ‘R is for Rocket’, una obra que conserva la espontaneidad del inicio mientras ordena con precisión cada explosión sonora. Grabado entre sesiones interrumpidas por giras, el álbum resume lo que se aprende compartiendo espacios y afectos durante años: cuando todo vibra al mismo tiempo, se puede construir una armonía inesperada.

El grupo articula diez canciones que giran en torno a la convivencia y los vínculos, tanto amorosos como de amistad. La voz de Alithea Tuttle, siempre al frente, funciona como punto de anclaje entre la marea de guitarras y percusiones que levantan sus compañeros. Rocket parecen interesados en atrapar la energía del directo dentro del estudio; para ello abandonaron pedales y procesadores y prefirieron amplificadores abiertos, grabaciones en vivo y un aire de ensayo constante. El resultado respira naturalidad: cada tema se percibe como una conversación entre cuatro personas que se conocen demasiado bien.

‘The Choice’ abre el conjunto con un bucle invertido y un bajo que introduce un ritmo quebrado. La voz entra con una fragilidad que se convierte en fuerza al repetir “All these nightmares in my head / Are all about you”. A partir de ese punto, el álbum queda definido por la tensión entre melodía y ruido, entre dulzura y fricción. En ‘Act Your Title’, el bajo y la batería avanzan con firmeza mientras la guitarra traza un contorno nervioso. Tuttle canta “Release your regrets, I’m better without” y parece dirigir la frase tanto a una pareja como a sí misma. Esa ambigüedad atraviesa toda la obra: los destinatarios cambian, pero la emoción que se desprende siempre es compartida.

‘Crossing Fingers’ se levanta sobre un riff áspero que se abre paso entre percusiones dobles, con una estructura que estalla en el estribillo. La voz, ligera y contenida, se sostiene sobre una base que nunca se estabiliza del todo. Rocket buscan ese equilibrio entre desorden y precisión: los arreglos suenan medidos, pero transmiten sensación de inmediatez. En ‘One Million’ el grupo adopta un tono casi himnico, con un bajo más redondo y coros que amplían el espacio. Las guitarras se retuercen alrededor de una letra que habla de esperas interminables, “I’d wait one million years for you to stop and say hello”, frase que resume el tono de resignación que flota en varias piezas.

‘Another Second Chance’ presenta una estructura de ritmos cruzados que, lejos de dispersar, refuerza el peso emocional de las palabras. Tuttle canta “What’s a game without a pawn in your hand?” mientras el grupo se pliega y despliega en torno a ese motivo. El tema avanza con una tensión que no estalla, sino que se transforma en una melodía final serena. En ‘Pretending’, el grupo endurece el pulso y deja que la voz se deslice entre acordes gruesos y pequeños silencios, un recurso que emplean para dar aire entre descargas. El resultado transmite cansancio y resistencia al mismo tiempo.

Con ‘Crazy’, las guitarras se multiplican hasta generar un torbellino, y la batería marca un recorrido irregular que mantiene el pulso mientras la voz repite “I don’t think I know the way home”, como si buscara una salida en medio del ruido. El álbum respira con ‘Number One Fan’, donde el grupo introduce instrumentos más suaves: órgano, piano y bajo líquido, bajo un compás que invita a balancearse. Tuttle entona “I wanna be your number one fan” y logra un respiro entre tanto voltaje. La calma dura poco, porque ‘Wide Awake’ retoma la densidad con un juego de guitarras cruzadas y percusión duplicada, un experimento que genera un efecto hipnótico y envolvente.

El cierre con ‘R is for Rocket’ actúa como resumen de todas las direcciones que el grupo toma durante el trayecto. La letra “A solid guess it’s a mess I made” deja al oyente dentro de un caos ordenado, donde la autocrítica se mezcla con un deseo de continuar. La producción mantiene cada capa en su sitio sin perder el carácter crudo que define al grupo.

Rocket consiguen que cada tema funcione como una escena que retrata la convivencia entre lo íntimo y lo colectivo. Sus letras, directas y sin adornos, apuntan a lo cotidiano: la sensación de pérdida, el esfuerzo por sostener vínculos y la certeza de que toda relación se construye entre interferencias. El sonido del grupo traduce ese planteamiento en un lenguaje de guitarras que chocan, se separan y vuelven a encontrarse.

Más que un ejercicio de estilo, ‘R is for Rocket’ es una radiografía del tiempo compartido entre cuatro personas que aprendieron a medir distancias con acordes. Cada canción parece un intento por fijar lo que se escapa, y en ese empeño reside su sentido. Rocket muestran una madurez que no viene de la técnica, sino del roce continuo entre sus propias ideas. Lo que empieza como ruido termina siendo claridad, y ese tránsito cotidiano se percibe en cada segundo del álbum.

Conclusión

Rocket condensan en ‘R is for Rocket’ una sucesión de contrastes entre ternura y ruido, con letras que rozan lo íntimo y guitarras que rugen como discusiones domésticas contenidas en una habitación compartida.

7.7

Álbum

Rocket - R is for Rocket

Artista

Rocket

Año

2025

Discográfica

Transgressive

Tratando de escribir casi siempre sobre las cosas que me gustan.