El galés Stephen Black retoma las riendas de su proyecto Sweet Baboo después de colaborar en los últimos trabajos de Cate Le Bon, encontrándonos con un nuevo trabajo donde sigue desarrollando sus inquietudes cercanas al pop barroco en su vertiente más ligera. En una carrera sin altibajos, donde se ha acercado a ese espacio donde cada arreglo es llevado al milímetro y el pop alcanza siempre la dimensión sonriente cercana a músicos como Ron Sexmith o los mismísimos Teenage Fanclub, en este Wild Imagination seguramente nos encontramos el trabajo más ambicioso del músico. Los detalles que encierran cada tema parecen más cuidados que nunca, develándonos una producción que a pesar de aspirar a la brillantez tiene el freno exacto para que la grandilocuencia no acabe ocultando el aspecto vocal. Por ello, el juego entre texturas sintetizadas y elementos orgánicos resulta fundamental a la hora de conseguir el carácter diferenciador del trabajo.
El recorrido por Wild Imagination nos va a dejar momentos de lo más variados, concentrándose en torno a una posición ecléctica en cuanto a la hora de contextualizar las influencias británicas más clásicas. Por ejemplo, podemos pasar fácilmente de la rítmica y cíclica ‘Hold On’ al coqueteo con Gene Clark en la propia ‘Wild Imagination’. Tampoco nos podemos olvidar del lado más relacionado con encontrar las virtudes de los sintetizadores analógicos que huyen del apartado barroco más impetuoso del trabajo. En este sentido canciones como ‘Pink Rainbow’ sacan a relucir una faceta donde se ve rebajada la seriedad en el tono, encontrándonos el desenfado que trasciende hasta los ritmos funkies. A través de estos elementos, aparecen giros que lejos de quedar pomposos o recargados, encajan dentro de la extraña naturaleza del trabajo. Así es como la recta final, muy bien decorada con ‘Humberside’, se desvanece entre silbidos despistados que podrían encajar a la perfección en el desenlace de La Vida de Brian.
La capacidad del músico para divagar entre melodías que ratos no parecen muy definidas como es el caso de ‘Swallons’ se extiende a lo largo del disco, consiguiendo que Stephen se destape como un crooner muy poco inusual e incluso extravagante. Este hecho seguramente es lo que provoque que cuando las aguas se calman sobremanera en composiciones del carácter de ‘Badminton’, el sentido de sus canciones quede en entredicho y resulte más chocante. Cierto es que la coherencia con anteriores trabajos se mantiene a la perfección, desarrollando una línea mucho más intimista, pero que quizás no acabe de encajar del todo en el colorido entorno planeado. Sea como sea, el reflejo de compositor de canciones pop que siempre buscar enrevesar y enriquecer su contenido sigue estando totalmente presente.
Impresionante prosa crítica. Me ha dejado K.O. Por cierto, el disco bien bonito.