Konstantin Gropper es uno de esos músicos que siempre ha caído rendido al apartado más barroco y clásico en sus composiciones, siendo frecuentes en sus trabajos los arreglos más preciosistas, tan delicados como por momentos grandilocuentes. A lo largo de su carrera ha sido capaz de facturar canciones de carácter apocalíptico como ocurrió en The Scarlet Beast O´Seven Heads, o bien tirar hacia un lado más accesible pero igualmente comprometido con el lirismo más corajinoso como bien ocurrió en su anterior Love. En esta nueva entrega lo que nos vamos a encontrar es una nueva aproximación a lo que podría acabar siendo un álbum conceptual, afrontado todo ello desde una perspectiva más enrevesada y arreglísticamente más compleja que en anteriores referencias. Por lo tanto este The Horror es un álbum en el que al mismo tiempo de recrearse y gustarse en sus interludios, es capaz de exhibir mecanismos relacionados con lo desafiante que resulta enfrentarse a una emoción tan básica como es el miedo. Este miedo impregnará todo el trabajo, pero no lo hará de una forma tormentosa, sino que estará más bien relacionado con cómo convivir con él.
El común denominador de todos los trabajos que factura el alemán siempre es la belleza, muy bien lograda a partir de momentos impecables donde el brillo de los vientos o cuerdas acaba haciendo acto de presencia. En este The Horror se refuerza esta idea, tratando que los temas no queden en ningún momento desprotegidos, colmando cada segundo de duración de los temas. Así es como las tres pesadillas descritas en el trabajo a través de sus correspondientes tres temas emergen de una forma sólida, adquiriendo un tono cercano al crooner más aferrado a sus recuerdos donde el vencimiento del paso del tiempo juega su partida. Estas tres canciones suponen los pilares del trabajo, intentando en todo momento no caer en un lado sombrío sino que incluso alguna de ellas acaba por mostrar alguna pincelada de cariz risueño como bien ocurre en ‘Nightmare No.2 (Dinner At Carinhall)’. Por su parte, la última de ellas titulada ‘Nightmare No.3 (Strangled)’ quizás nos conduce más que nunca hacia el apartado de canción francesa de artistas como el recientemente desaparecido Jacques Higelin, mostrando una gran fortaleza dentro de la languidez melódica propia del tema.
Más novedades que nos ofrece este trabajo residen en la estructura del mismo, encontrándonos ante una distribución que trata de adquirir un formato de historia continua pero sin tener muy en cuenta la concentración de temas que caen en los tiempos más lentos. De esta forma el trabajo precisa de serenidad para disfrutar adentrarse en su recta final una vez llegados temas como ‘A Misty Bay (At Dawn)’, donde cada acorde parece encerrar misterio e intriga hasta que llega el siguiente. Detalles de lo más sutiles, ejecutados de una forma más apagada que el resto del trabajo, tomando gran protagonismo el piano y dejándose caer hacia esa zona de delicadeza que artistas como Patrick Watson han sabido desarrollar a lo largo de estos años aunque no de una forma tan serena. Precisamente este es la característica diferenciadora del trabajo: conseguir que los momentos más recogidos no suenan para nada anodinos, sino que en todo momento encierran una mínima armonía que aguarda a la espera de un momento más in crescendo. De esta forma ‘(Finally) A Convenient Truth’, el tema que cierra el trabajo, supone la desembocadura perfecta del letargo acumulado, aguardando lo que parece un final pactado de lo más emocionante.


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