Yo La Tengo se une a la réplica que Sly and the Family Stone hizo hace 47 años a Marvin Gaye para titular su nuevo ábum, There´s a riot going on (Matador, 2018). Si la banda de California utilizó el funk para alzar el puño como respuesta a los convulsos tiempos que se vivían por aquel entonces, los de Hoboken esgrimen el pop como forma de protesta ante el malestar social y político de nuestros días. De acuerdo a ellos, la revolución que promueven es un revolución pacífica, silenciosa, promulgada en susurros, un pacto de no-agresión que nos invita a reflexionar y tomar distancia para ser conscientes de (todos) los males que nos acucian.
Tras más de cinco años sin publicar material propio, y tres desde el catálogo de versiones Stuff like that there (Matador, 20115) podemos afirmar que nos encontramos ante su disco más libre, confeccionado a través de retazos de improvisaciones en su estudio- algunas incluso datan de 2007-, imbuido del mismo espíritu de su EP Nuclear war (Matador, 2002), en el que despacharon cuatro versiones del tema de Sun Ra, o de las composiciones que hicieron para musicalizar el documental de Jean Painlevé The sounds of science (Matador, 2002), donde echaron mano del post-rock y el ambient.
Su último trabajo funciona, además, como perfecto resumen de todas las facetas del trío: pop, rock, jazz, ambient, bossa nova… quienes no han sido invitados en esta ocasión son los seminales arrebatos de noise de sus primeros trabajos; todo aquí rezuma placidez y serenidad: un islote para perdernos del maremágnum diario y preguntarnos qué está pasando.
El arranque del disco con ‘You´re here’ reverencia su querencia por los primeros temas atmosféricos y planeadores, como ya hicieron en ‘Beach Party tonight’ contenida en Summer sun (Matador, 2003) o en ‘Return of hot chicken’, del referencial I can hear the heart beating as one (Matador, 1997) y marca el tono por el que discurrirá las otras catorce canciones.
Pero hermana de esa experimentación que les caracteriza, pronto llega la primera ración de pop delicado a cargo de ‘Shades of blue’, abriendo un primer tramo que hará las delicias de los fans más heterodoxos con excepcionales ejemplos marca de la casa como ‘She may she might’, y la maravillosa ‘For you too’ –otro dardo en la diana de temas clásicos- con Ira Kaplan confesando que ‘le gustaría ser ese chico’ o la arrebatadora candidez de Georgia transportándonos a las lejanas tierras de la Polinesia.
Tras estas primeras canciones, se desvela el verdadero sentido del disco: ellos, conscientes de su intachable trayectoria han tomado aire y, sin renunciar a su fórmula, han optado por retorcerla, sacar lo superfluo y abrillantar el chasis con el Tortoise John McEntire a las mezclas. ‘Dream dream away’ firma con el mismo garabato que Pan American en sus primeros minutos, una suerte de tema ambiental en el que asoma la voz Kaplan justo al final, o la fantasmagórica ‘Shortwave’-uno de los temas más ariscos del álbum-, mientras que ‘Above the sound’ pone una pica en el que podría ser su sonido a partir de ahora: cuerpo de jazz (descuajeringado, cercano al prefijo free) en formato pop.
Estos temas desconcertaran a quienes hayan forrado carpetas con ‘Sugarcube’, ‘You can have it all’, ‘If it´s true’ o la reciente ‘Is that enough’, y pueden salir escaldados a las primeras escuchas de ‘Here you are’ o ‘Out of the pool’ con esas maravillosas capas de sonido que se acumulan cortesía de la pericia de James McNew con Pro Tools, carentes de esa inmediatez de anteriores propuestas.
Pero no todo huele a azufre en el décimo sexto álbum de los de Nueva Yersey, hay medio tiempos que embelesan nada más escucharlos como ‘Let´s do it wrong’ o la bossa nova á la mode de ‘Esportes casual’ junto a uno de los temas más bonitos que escucharemos este año: ‘Forever’, Con Kaplan sosteniendo el micro cual crooner secundado por unos coros sixties absolutamente deliciosos.


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