Katie Stelmanis regresa con un nuevo trabajo de Austra en el que saca a relucir sus caras más opuestas, pasando del synth pop más frío, al lado más onírico y ornamental que tan bien muestran artistas como Zola Jesus. Todo ello llega sin defraudar a sus señas de identidad, muy relacionadas con la escuela clásica de pop electrónico sueco donde Ladytron tenían el control absoluto años atrás. Sin embargo, la propuesta de Austra se ha ido refinando a lo largo de sus trabajos, midiendo a la perfección el peso de los ritmos, la introducción de elementos orgánicos y sobre todo, la gran capacidad de su voz que en esta ocasión brilla más que nunca. Debido a ello, podemos decir que aunque la coherencia absoluta entre las canciones del disco quede en entredicho, la madurez de la artista se muestra de lleno en el trabajo.

El difuso concepto del trabajo, donde la propia Katie afirma que trata de juntar nuestras visiones colectivas y esperanzas y hacer un futuro del que podamos estar orgullosos, se manifiesta de una forma lírica muy sombría. Desde ‘Utopia’, el primer single que conocimos del trabajo, hasta  ‘I’m a Monster’, donde de una forma descorazonada manifiesta I don’t feel nothing anymore. La desolación que refleja la artista parece total, incluso en los momentos en los que salta hacia un plano más cercano y alejado del concepto del disco como es el presente en ‘I Love You More than you Love Yourself’, una canción serena que de nuevo vuelve a tener un gran componente de abatimiento.

Cuando anteriormente se hacía referencia a lo refinado de esta nueva propuesta de Austra, estaba pensando en temas como ‘Gaia’, donde las pulsaciones se rebajan y ningún elemento se superpone a otro, haciendo que todo suene más cálido para evolucionar el tema. Quizás tenga algo que ver también con una producción menos espectacular pero más efectiva que en anteriores ocasiones. De todas formas, las canciones de Austra siempre han tenido gran cabida en el mundo de los remixes, así que la solución para acabar de mostrar exuberantes los temas tampoco es algo que deba de preocuparla. Gracias a esta mayor sencillez del entramado electrónico de los temas, podemos percibir muy de cerca como ‘Beyond a Mortal’ consigue recrear el mundo interior descrito de la forma tan difusa e inquietante en la que viene presentada.

Los momentos en los que se hace más patente la gran integración de la prodigiosa voz de Katie con todo tipo de sintetizadores, llega de la mano de ‘Frepower’, sonando más evasiva que nunca para que la extraña pista de baile que nos hemos imaginado a lo largo de todo el trabajo se oscurezca de forma definitiva.  Bajo lo titubeante del pop escandinavo de principios de los 2000, también llega de una forma muy atractiva ‘43’, cerrando el trabajo de una forma inesperada y casi abrupta. De este modo, todo parece bajo control, quizás demasiado, echando en falta algún single más claro que se salga de la línea recogida del trabajo. No se puede tener todo, así que en esta ocasión apreciaremos su lado menos vitalista que es el que más presente está a lo largo del trabajo.