Daniel Michael, una de las cuatro partes que integran Animal Collective, regresa con un nuevo trabajo en solitario tres años después de la publicación de Enter the Slasher House. Retomando su faceta creativa al margen de su banda titular, lo que nos encontramos en este nuevo trabajo de Avey Tare es una creatividad desbordada, capaz de unir de una forma muy cohesionada la gran diversidad de elementos que conviven en este Eucalyptus. Con un carácter místico, sustentado en la mayoría de ocasiones en los acordes de una guitarra acústica, este conjunto de 15 temas a menudo huye de la densidad y el algarabío que cabe esperar, simplificando de este modo todo tipo de atmósferas que recrean desde coros folk de lo más naturalistas hasta voces de lo más telúricas. Se podría decir que el conjunto de modulaciones, tan cambiantes como en todo momento fascinantes, es uno de los factores esenciales junto con el tratamiento de voces, uniéndose ambos en un estado clarificador. La sensación que provoca la escucha completa del trabajo no se acerca a la saturación, sino a un estado de liberación muy propio al contacto total con la naturaleza.
De este trabajo seguramente podemos extraer que Avey Tare tomó parte importante en las situaciones en las que el Merriweather Post Pavilion se recogía sobre una faceta más propia de un ritual propio de una cultura dormida. Y es que temas como ‘Roamer’ comparten la sensación de ritmos latientes, a punto de surgir en su máximo esplendor a través de sonidos que parecen grabados al pie de la montaña. Estas canciones sustentadas en el letargo y la tradición de culturas orientales, suponen el lado más adictivo del trabajo, reflejándonos en la extensa ‘Coral Lords’ más de ocho minutos de variaciones sobre influencias tibetanas donde lejos de perder la cabeza, el músico toma el control con su propia voz. En este tramo final del trabajo aparece una extraña pero a la postre disfrutable combinación entre un claro protagonismo vocal del músico con punteos suspendidos hasta la eternidad, creando un mantra que en su conjunto global no escapa en absoluto de la constante idea experimental del trabajo. Nuevas formas de trabajar y reencontrarse con elementos de lo más básicos que ponen de manifiesto la inagotable paleta del norteamericano.
Si atendemos a la escasa parte en la que este Eucalyptus se encuentra más enrevesado, nos encontraremos algún que otro tema como ‘Jackson 5’ en su totalidad, junto con algún fragmento de ‘In Pieces’. En ellos, el colorido resulta mucho mayor, aunque del mismo modo que el resto del trabajo, cada uno de los componentes del tema adquiere total libertad. Percusiones metálicas y loops que brotan de forma burbujeante para conseguir lo más parecido a una melodía que nos vamos a encontrar en el disco. Seguramente a partir de estas canciones es donde nos damos cuenta de lo alejado que está el disco de todo tipo de convencionalismos, incluso los establecidos anteriormente por el propio Daniel. El afán por reinventarse, por no adherirse a ninguna parte reconocible de su trayectoria, es lo que nos proporciona estos caminos más relacionados que nunca con las grabaciones de campo y la obtención de fragmentos de todo aquello que huya de los sintetizadores. En ocasiones como esta, resulta más que acertado viajar a las raíces personales para partir de otras bien diferentes.
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