La banda de Bristol sigue sorprendiendo a base de mantenerse fieles a todo el caos compositivo que atesoran sus temas. Fue hace un par de años cuando nos entregaron su LP debut Face Down in Meta, un disco de esos donde la extrañeza en las capas sonoras se torna poco a poco una agradable oda al desconcierto, procurando ante todo que los recursos Lo-Fi mostrados pudiesen transmitir ambientes ciertamente cálidos. Sin apenas respiro, unos pocos meses después de la edición de este disco llegó Trash Earthers, una referencia donde se intuía una mayor agresividad, a la par de hacer que es trasfondo de las composiciones adquiriera unas connotaciones mucho más turbulentas. Con noticias suyas de algún que otro concierto e incluso telonear a Alex G en una de sus giras europeas, el grupo regresó por navidad con Anon Playable Cloud, un nuevo disco donde siguen dejando huella a base de no amoldarse a ningún tipo de patrón estilístico definido. Transitando la senda de las texturas sintéticas que abrazan de forma prácticamente imperceptible al núcleo guitarrero de los temas, estas canciones prolongan el componente tan narcótico que han desarrollado desde sus inicios.

Jugando al despiste en todo lo que provoca no saber si realmente buscan potenciar los estados de ánimo decaídos o realmente tratar de escapar de ellos a base de los vaivenes que muestran en sus temas, Pet Shimmers caminan sin rumbo fijo a lo largo este disco, pero siempre sonando de lo más convincentes. ‘Edge Lord’, uno de los temas que podría ser considerado como uno de los singles más claros del disco, es una buena muestra de ello gracias a esa montaña rusa de melodía tan placentera como de trasfondo voladizo en la que procuran que nunca haya ningún elemento sonoro al que se pueda aferrar el oyente. Por el camino, tampoco se olvidan de transmitir un imaginario muy relacionado con convivir con las sombras que aparecen en nuestros rincones mentales, aportando de este modo el efecto de cómo todo es pasajero, incluso en los períodos vitales más convulsos. Sin escatimar tampoco en la duración de los temas, parece que los británicos se encuentran más que cómodos desarrollando ideas melódicas vagas que a base de repetirlas acaban adquiriendo una gran fortaleza y efecto revitalizador.

Analizando más en detalle todas las dinámicas presentes en la referencia, resulta complicado pasar por alto aquellos medios tiempos donde la nube algodonosa parece que recubre los temas, destacando sobremanera composiciones como ‘Low Motion’. Tomando como ejemplo esta composición, parecen no tener ningún tipo de miedo en dejarse llevar por esa desgana que hace que el espacio temporal se estire al máximo, procurando llenar sus líricas de pensamientos compulsivos que sirven como una perfecta vía de escape de todos sus miedos. A pesar de ello, lo bueno que tienen Pet Shimmers es que, llegado el momento, también son capaces de salir de la espiral más acongojante de su música para facturar picos de intensidad que resquebrajan en dos sus temas. Esto nos aporta una buena idea del grado de control que tienen siempre sobre sus composiciones, procurando que nunca suene nada forzado ni camine hacia el abismo de no poder ordenar la abundante catarata de sonidos difusos que abundan en la referencia y que le proporcionan precisamente un encanto especial.