Dos de las personalidades del pop sumergido de este país, han decidido unir fuerzas un split que resulta completamente fascinante. Por un lado, Gúdar aportan todos esos años de composiciones en las que parecen que se desangran en cada estrofa, mientras que Pablo Prisma hace su magia en todo lo relativo a navegar a través de esos mundos de fantasía que se parecen más a la realidad que muchos de los aspectos que esta misma esconde.
De dos fuerzas que parecen casi opuestas si analizamos sus trayectorias por separadas, al final obtenemos una referencia donde lo caótico resulta ejecutado con toda la naturalidad del mundo. Así es como atraviesan la cara más desesperante de la existencia en la inicial ‘1kk’, logrando recopilar el hastío de lo cíclico de la vida para convertirlo precisamente en la gasolina necesaria con la que volver a comenzar una nueva etapa.
Con todas estas necesarias contradicciones y momentos aferrados a la inquietante seguridad que proporciona siempre el peso de la experiencia, también saben cómo desenvolverse a la perfección en otro formato de canción más reposada, más adherida a esos momentos en los que solo nos tenemos a nosotros mismos. Así surgen otras composiciones como ‘Me Hago Pipí’, la canción que traspasa múltiples planos de lo sensorial y lo filosófico.
Más detalles entusiasmantes que presenta la referencia llegan cuando explota su cara de felicidad pop más plena. Es decir, aquella donde realmente tratan de quitar de sus espaldas el peso de lo material del día a día, para saltar ya directamente a la capacidad de fabular partiendo de lo que tenemos ante nuestros ojos.
Así es como llegan las completamente disfrutables ‘Rey de la India’ y ‘Ama Al Pterodáctilo’, dos composiciones que brillan gracias a su ligereza melódica y que mantienen ante todo la calidez propia de las narrativas plagadas de anécdotas casi inverosímiles que siempre acaban surgiendo en las conversaciones entre buenos amigos. Sin embargo, como ocurre siempre en cualquier viaje que emprendemos, la euforia se acaba disolviendo para dejar paso a todo lo contrario.
Ahí es donde emerge un cierto amargor y resignación en el que de nuevo Albert, Eloy y Pablo alcanzan la cara más solemne de la referencia gracias a ‘Esconde en el Bosque’, la canción con la que nos muestran una cara más folklórica, completando el abanico de influencias que logran transformarlas siempre como propias y singulares.
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