El ex miembro de Yuck sigue reafirmándose como una de esas figuras esenciales a la hora de trascender dentro del espectro de sonidos que conectar el rock noventero más introspectivo con la parte más clásica que nos dejaron las bandas de pop guitarrero de los 60 en Reino Unido, logrando un segundo trabajo que resulta igual de inspirador que su debut Perfume publicado el año pasado. Siendo conscientes de como en su etapa en solitario el componente noise ha ido quedando relegado a lo anecdótico, Max compensa lo liberador de las atmosferas ruidosas de antaño con una gran clarividencia para guiar su componente melódico por aquellos terrenos donde la nostalgia solo tiene efectos positivos. De ahí, que aunque este trabajo también suene bastante recogido como su debut, se intuye como nuevos tiempos más favorables en lo emocional llaman a la puerta del músico, dejándonos ante un conjunto de emociones que tratan de huir de lo abatido aunque no siempre sea posible. Por todo ello, si Perfume supuso el disco de sanación, este nuevo Pedestrian marca el camino para volver a encontrar la vitalidad precisa para forjar nuevos recuerdos de lo más sólidos y emocionantes.

Sintiendo a lo largo de toda la obra como el músico se encuentra de lo más cómodo en todo lo que sugieren los medios tiempos y las guitarras más aterciopeladas, ese enfoque hacia un sonido reconfortante es algo que está presente a lo largo de todo el disco. Así es como en esta faceta destacan una ‘Palindromes’ con la que aprender a convivir con la soledad o una ‘Imposter Syndrome’ que bucea en esa cara más amenazante de las guitarras que parece que siempre guardan una doble intención a pesar de lo vibrante de su estribillo.  No escatimando tampoco en todo lo que representa indagar en el pasado para poder extraer nuevas conclusiones sobre su vida cargadas de una perspectiva bien diferente a la del pasado, ‘Twenty-two’ aparece como la perfecta canción con la que reconciliarse con etapas quizás no muy afortunadas. No perdiendo al mismo tiempo la ilusión que causa el ser consciente de como la experiencia siempre es algo importante y que juega a nuestro favor a medida que vamos creciendo, buena parte del disco parece estar impregnada de este pensamiento, incluso en aquellos momentos donde parece que todo se asoma al abismo como en ‘Under Green Skies’.

Indagando en la cara que nos remite a un aroma más propio de clásico contemporáneo, no podemos pasar por alto la inicial ‘Pedestrian’, dejándonos ante un bonito ejercicio contemplativo con el que ir dejando constancia de como los paisajes urbanos pueden sugerirnos grandes cosas. Tampoco se queda atrás ‘The Weatherman’ en todo lo relativo a ofrecernos una sucesión de acordes precisos y recuperar todo aquellos que sugiere la música cinematográfica centrada en figuras un tanto desconocidas. De esta forma Max es capaz de arrojar la mirada de sus canciones hacia su exterior, eso sí, no exenta en ningún momento de sacar a relucir todas esas acciones de tintes cotidianos que acaban marcando las vidas. Rematando todo este ejercicio de indagar en estampas que ante nuestros ojos acaban destacando la belleza que puede existir incluso en los rincones que pasan más desapercibidos, ‘America’ supone una bonita oda a los viajes del músico, extendiendo una vez más esa idea de como sus discos acaban siempre por asemejarse a fotografías totalmente descriptivas.