Han pasado cuatro años desde que Superorganism debutasen prácticamente desde el anonimato con un LP debut donde el pop más caótico e hipervitaminado hacía acto de presencia. Comandados por la joven Orono, el colectivo logró impresionar tirando de una cultura virtual que reflejaba a la perfección todo lo que se cocía en ese momento dentro del arte visual más asociado a la catarata de estímulos propios de las redes sociales. Pues bien, después de un silencio roto justo cuando ya nos empezábamos a cuestionar si volverían algún día, ha llegado el momento de mostrarnos su segundo trabajo donde van más allá a la hora de hacer que su propuesta nos descoloque de lleno una vez más. El truco para lograr todo esto es volver a sonar de lo más efervescentes y hacer que el apartado melódico sea una eterna montaña rusa donde ya ni llegamos a distinguir donde debemos centrar nuestra atención. Precisamente ese efecto relacionado con tener el cerebro en una alerta constante al estar expuestos en nuestro día a día a multitud de imágenes y vídeos de corta duración es lo que logran recrear a las mil maravillas en este nuevo conjunto de canciones.

Analizando a fondo lo que da de sí este disco, podemos afirmar que Superorganism son una banda que se sabe adaptar muy bien a las circunstancias, tratando de trascender precisamente en aquellos terrenos musicales que por su propio origen y características están destinados a ser consumidos de forma rápida. De ahí que tratan de imponer una cierta lógica dentro de toda la maraña de samplers y voces que vienen y van, tirando para ello de narrativas que reflejan precisamente lo confuso que resulta ser un postadolescente en el mundo en el que vivimos. Por ello canciones como ‘On & On’ o ‘Put Down Your Phone’ nos conducen directamente a ese freno que hay que intentar echar a la vorágine de actividad desorbitada a la que sometemos a nuestro sistema nervioso sin apenas pensarlo, ofreciendo al mismo tiempo unos rasgos muy marcados de sobre los sentimientos de desasosiego y profunda desmotivación que puede acarrear el ir contracorriente.

Comprobando a medida que avanza la referencia como logran encontrar un cierto equilibrio entre que sus canciones sean tarareables y al mismo tiempo posean agudas interrupciones que sirvan para transformarlas en algo completamente a mitad de su minutaje, la banda de origen británico logra mantener un mínimo guion en sus composiciones. Buen ejemplo lo encontramos en singles rotundos y tapados del disco como puede ser ‘Flying’, la que seguramente sea la canción que expresa muy bien la cierta lógica compositiva que puede haber encerrada en este disco. Sin perder comba también de ir más allá en la propia exploración de sus límites, no podemos pasar por alto como son capaces de pasarse a un apartado relacionado con el rap más decosntruído al que precisamente le presta su voz el mismísimo Stephen Malkmus en ‘It’s Raining’. Así es como introducen otro elemento más en la ecuación para que sea aún más completa de resolverla y así esquivar una vez más el hecho de no saber donde encajarlos.