La trayectoria del grupo formado originalmente en Chicago siempre ha estado ligada a una capacidad inherente para sorprender en sus canciones, no esquivando en ningún momento influencias de lo más dispares como el jazz, el post rock o un espíritu noise que a la postre les ha llevado muy lejos. Con su LP debut Auto-Portrait aun coleando, la banda ha decidido ir más allá a la hora de lograr no saber por donde te van a salir. Sin embargo, esto no quiere decir que hayan alterado al máximo su propuesta, sino que más bien han limado los bordes de sus canciones y abrazado por momentos tonalidades más poperas. De esta forma es como el resultado de este Two se presenta sin dejar a nadie indiferente y al mismo tiempo los reafirma en su idea de que un disco colorido no necesita abrazar en todo momento una intensidad desbordante. Precisamente, la capacidad de contención mostrada en estos temas es lo que propicia que las canciones tengan una vida exta, jugueteando con la sensación de como los finales inacabados siempre son los mejores puntos de partida posibles para iniciar una nueva narrativa.
Con la paciencia necesaria para capturar un apartado rítmico repleto de entresijos por descubrir en cada escucha, podemos afirmar que la cara más calmada del disco, representada fielmente en temas destacados como la inicial ‘Silhouette’ o ‘Picture of a Person’ no deja escapar la necesidad de ver como los sobresaltos más cotidianos siempre pueden suponer un buen empujón para plantearse las cosas que nos rodean. A través de esta filosofía es como abrazan esa necesidad de cambio que se manifiesta constantemente en su música, propiciando que la combinación de elementos destacados como la suave voz de Katie McShane y la buena capa guitarrera de acordes entrecortados que recubre sus temas sea totalmente infalibles. Sin ir más lejos, canciones como ‘Am There’ logran resultar totalmente revulsivas sin necesidad de sumergirnos en una espiral de cambios de ritmo y percusiones que inverosímiles. Seguramente esta sea una de las grandes virtudes que ha logrado el grupo en este trabajo, ya que sus ideas siguen resultando fascinantes despojadas de cualquier tipo de floritura.
Atendiendo a las buenas dosis de guitarras de corte más bizarro que la banda domina a la perfección, no vamos a poder pasar por alto momentos realmente disfrutables como el inicio de ‘Entropy Transfer Partners’ o una ‘The Leaf Is A Chorus’ donde logran domar absolutamente el caos. Haciéndonos ver también como los medios tiempos propios del art rock son una fuente incombustible de inspiración, el disco va discurriendo totalmente entre pulsiones enfrentadas donde ejemplifican como hasta los estados mentales más desasosegantes siempre acaban dejando paso a un plano introspectivo de gran valor. Este es el caso de una ‘See A Sky’ que emerge como un auténtico calmante, sirviendo para coger aire y abrirnos las puertas hacia esa necesidad de no olvidarnos de nuestros ratos de desconexión con nuestro interior. Así es como nos muestran todo el abanico de posibilidades encerrado en su música, sintiendo como han dado un gran paso en lograr que definitivamente sean una banda que nos rompa los esquemas en el mejor de los sentidos.


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