La formación londinense logra un segundo LP donde se consolidan como una de esas bandas que tratan de encontrar el camino más directo y la vía más fácil para impresionar con su música. Si en su puesta de largo con 925 se mostraban de lo más esquivos en lo relativo a forjar unas señas de identidad estilísticas, en esta nueva entrega va a ocurrir algo parecido, ya que Sorry son capaces de ir surcando diferentes géneros musicales para posteriormente establecer vínculos entre ellos gracias a una ambientación a medio camino entre lo desafiante y lo desconcertante. Parce claro que la banda ante todo prima el carácter sugestivo de su música, algo que logran forjar a través de las temáticas aferradas a sentimientos como el desapego o lo exhausto de la adaptación a los continuos cambios vitales a los que nos debemos enfrentar. De ahí que escuchar del tirón este Anywhere But Here nos pueda conducir a un disco que suena plenamente actual y que al mismo tiempo arroje algo de luz sobre los motivos por los que nos sentimos tan extraños en estos últimos años.
Recorriendo este disco en profundidad, vamos a encontrarnos ante estampas marcadas por la incomunicación y el sentirse perdido en escenarios por los que aparentemente deberíamos sabernos mover. Buena muestra de ello llega con ‘Key To The City’ o ‘Closer’, dos canciones que de buenas a primeras suenan muy reconocibles dentro de lo que el grupo nos ha ido enseñando a lo largo de estos años. Potenciando una producción que ante todo busca recrear las ciertas dosis de vértigo que aparecen en los temas, todo ello acompañado por unas guitarras ahogadas que se mimetizan a la perfección con los destellos sintéticos sacados de cualquier thriller amenazante, Sorry dan en el centro de la diana a la hora de ofrecernos momentos de desasosiego sin pasarse de frenada. Esto último es importante, porque lo bueno que tiene este trabajo es que cada canción que se adentra en lo desalentador parece tener una cara B con la que pensar como todo en el fondo no va tan mal como pensamos.
Dentro de esta cara más aliviadora no pueden faltar auténticos himnos que surgen desde la sencillez como es el caso de ‘There’s So Many People That Want To Be Loved’ o ‘Step’. Estas piezas desde un primer momento logran llamar la atención sobremanera porque nos encontramos ante una banda de lo más inspirada moviéndose también fuera de las aguas pantanosas y del ruido que sobrevuela la mayor parte del disco. Esta dualidad es la que hace nos encontremos ante una obra insospechadamente coherente, ya que dentro de cualquier desazón también hay una cierta lectura más positiva y de alguna forma alentadora. A pesar de ello, seguramente los momentos más disfrutables de la referencia llegan cuando recuperan su tono más ácido, aquel con el que ponen una voz de lo más realista al tedio que nos paraliza, encontrándonos con temas tan rotundos como el breve ‘Hem of the Fray’ o una ‘Baltimore’ que resulta la perfecta imagen de no intentar frenar nuestra caída más prolongada.
Deja una respuesta
Lo siento, debes estar conectado para publicar un comentario.