Renata Zeiguer sigue fiel a una forma de componer canciones que cada vez resulta más reconocible y posee un sello de lo más personal en los terrenos del pop repleto de dinámicas tan ligeras como fascinantes. Así es como llega ante nosotros un segundo LP que viene a confirmar lo valioso del trasfondo tan calmado que poseía su debut Old Ghost. A lo largo de esta nueva entrega vamos a poder identificar todos aquellos elementos que propician que su música sea todo un oasis de historias con las que intentar aliviar la realidad, todo ello sin olvidarnos de su buen pulso para capturar situaciones que se mueven en un estado a medio camino entre la inconsciencia y esa forma de sentir como muchas veces nuestro día a día transcurre a través de un entumecimiento difícil de explicar. Por lo tanto, este conjunto de canciones arrojan luz sobre la forma automática en la que tratamos de movernos a través de la catarata de estímulos que nos rodea, no olvidándose tampoco de identificar cuales pueden ser las puertas abiertas que nos ayuden a lograr un estado mental más favorable.
Escuchando de forma detenida estas composiciones, nos podemos dar en seguida cuenta de como Renata siempre apuesta por un núcleo melódico sencillo y directo que va adornando con pequeños arreglos que sirven para enfatizar el carácter huidizo de los temas. Esto no quiere decir que la artista trate de esquivar temáticas y rincones peliagudos en sus temas, sino que más bien los afronta desde una perspectiva bastante positiva que posibilita abrir nuevas vías para tratar de disolver los momentos más amargos. A partir de estas señas de identidad va configurando poco a poco la robustez de esta referencia, apareciendo composiciones como ‘Evergreen’ con las que logra no cesar en su empeño porque sus temas suenen de una forma tenue pero también puedan tomar un mayor nerviosismo en el tratamiento de sus guitarras. Dejando que los pensamientos fruto de la observación más minuciosa de sus estados de ánimo se liberen alegremente en sus letras, la mayoría de estos temas persiguen esa necesidad de comprender como en toda evolución siempre hay partes con las que no nos sentimos conformes con nosotros mismos.
A través de un conjunto de recursos bien relacionados con dar rienda suelta a influencias que van desde el jazz más ambiental hasta la bossa nova que se enmascara tanto en sonidos orgánicos como sintéticos, llegan partes del disco que nos destapan lo minuciosas que resultan las texturas impresas en sus temas. Este puede ser el caso de una ‘Mark The Date’ que suena totalmente evasiva y con esa sensación de sumirlo todo en ecos de un futuro que parece ausente de inquietud. Esta forma de afrontar las canciones va a resultar fundamental para comprobar como es posible lograr contextualizar ciertos recuerdos y lograr que no resulten tan agresivos para la memoria, emergiendo temas del estilo a ‘Child’ como una perfecta concatenación de pinceladas bastante benévolas con el presente. Son estos detalles los que acaban marcando el poso que deja la referencia al oyente, procurando al mismo tiempo dejar espacio a un apartado imaginativo que resulta perfectamente ejecutado en el mayor lado atmosféricos del disco.
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