Después de poner fin en 2019 a su proyecto Free Cake For Every Creature, Katie Bejsiuk ha regresado con el que es el primer disco que publica bajo su propio nombre, encontrándonos en él las canciones más repletas de detalles de toda su carrera, pero manteniendo en todo momento el espíritu de cálido pop adormecido con el que un buen día nos enamoramos de su música. En esta nueva aventura quizás notamos más que nunca como el tono de las canciones se ha ensombrecido ligeramente, algo que para nada tiene que ver con las sensaciones que transmiten estas composiciones. Del mismo modo, continuando con los cambios presentes en este The Woman On The Moon, podemos afirmar que aparece una voluntad por adentrarse en reflexiones más existencialistas y de mayor calado, dejando en cierta medida de lado el carácter costumbrista que impregnaba las canciones de su anterior proyecto. De ahí que el abandonar el alias que empleaba hasta la fecha esté más que justificado, sintiendo como la mayor ambición a la hora de sonar determinativa la ha conducido por derroteros diferentes de lo presentado hasta la fecha.
Grabado entre la primavera y el verano de 2021, este trabajo refleja los enormes cambios que ha vivido la artista recientemente, todo ello tratando de encontrar una nueva fortaleza en su interior y así tratar de comprender las nuevas circunstancias que se dan dentro de sus relaciones tanto sociales como sentimentales. Esto no impide que bucee al máximo en un trasfondo íntimo como bien ocurre en la inicial ‘Mother’s Record’, evidenciando de esta forma como ante todo es capaz de analizar su realidad de forma pormenorizada y así obtener una estampa más completa de todos los elementos que la empujan a tomar las decisiones vitales más decisivas. Dejándose llevar en esta ocasión por arreglos más propios de la canción americana que ve como las melodías más vivaces rompen los rasgos más característicos del género, la colección de temas con los que hace frente a la incertidumbre vive un capítulo de lo más destacado gracias a composiciones como ‘Feels Right’ u ‘Onion Grass’. Estas dos canciones seguramente nos dejan ante la cara más centrada en comprenderse a sí misma, situándose de este modo como un pequeño diario donde las emociones resultan completamente cambiantes.
Sin abandonar nunca el gran poder descriptivo que siempre hemos encontrado en las narrativas encerradas en sus temas, no podemos pasar por alto como los recuerdos en esta ocasión parecen regresar del pasado con más fuerza que nunca. Así es como dedica una parte importante del disco a contextualizar ciertas estampas que tienen que ver con su familia o con personajes que aún con el paso de los años le siguen causando admiración. Tan solo basta con comprobar el buen pulso que tiene a la hora de separar nostalgia y realidad del presente en ‘Little Sister’ y ‘Queen Anastasia’, dos de esas canciones que están diseñadas para ser escuchadas como si se tratasen de una proyección cinematográfica. Redondeando el trío de temas que contienen estampas enormemente sugestivas, no podemos pasar por alto una ‘Tourmaline’ que también guarda conversaciones íntimas y momentos bañados por esa idea de que muchos de nuestros actos tienen capacidad para trascender dentro de la eternidad.
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