Jonas Marc Anton ha roto sus más de siete años de silencio discográfico de su proyecto Warm Graves, entregándonos un segundo trabajo donde agudiza al máximo su instinto para lograr canciones de synth pop con el cuchillo entre los dientes y esa sensación de como el misterio envuelve todos los parámetros de la referencia. Si echamos la vista hacia atrás, nos daremos cuenta de como en su debut Ships Will Come el músico apostó por una estética electrónica agitada, donde las voces guturales y al mismo tiempo solemnes tenían sus ciertas dosis de protagonismo para acercarnos a un imaginario sombrío. Seguramente este también sea el punto de partida de su nuevo Ease, solo que en esta ocasión estamos ante un disco que toma más cuerpo y rompe con los ambientes más etéreos de su predecesor, evidenciando como durante todo este tiempo las bases del proyecto han ido cambiando enormemente. En esta ocasión las percusiones resultan mucho más orgánicas, del mismo modo que los temas resultan estructurados siguiendo unas líneas más definidas que les permiten ofrecernos un carácter melódico más marcado. Características que a la postre resultarán esenciales para que el transcurso del disco pueda provocar un impacto más inmediato en el oyente.
Comprobando como las influencias de Jonas se extienden desde el techno más modular hasta todo lo que implica abrazar la new wave más efervescente, a lo largo de este trabajo nos va a dejar buenas pistas sobre la integración total de estos dos géneros, todo ello con el objetivo de ofrecernos estampas que a priori nos parecen un tanto distópicas. De esta forma es como poco a poco logra imponer una marcada identidad al trabajo, moviéndose alrededor de ambientes donde lo atractivo del misterio lo acaba embriagando todo. A lo largo de composiciones como ‘Sun Escape’ podemos sentir de lleno esta pasión por adentrarse en recursos propios de las bandas sonoras de ciencia ficción, no dejando tampoco pasar la oportunidad de reforzar las líneas de graves y lanzarse de lleno a por todo aquello que implica que la experiencia sensorial de este disco se pueda amplificar. Detalles que a la postre hacen que la mayoría de estos temas pueda ganar en contundencia y acercarse de lleno a esa concepción de imaginar como en nuestra cabeza estas canciones pueden conducirnos hacia estampas imprevisibles.
A medida que va avanzando el trabajo destaca el buen manejo existente entre aportar y restar tensión a todas aquellas atmósferas un tanto amenazantes que se van presentando ante nuestros oídos, siendo capaz de poner encima de la mesa la importancia de conjugar técnicas digitales y analógicas con tal de que las canciones puedan resultar lo más electrizantes posibles. De ahí que la buena retahíla de voces lánguidas contraste sobradamente con los sintetizadores más burbujeantes que aparecen en composiciones como ‘Cara’. Todo esto al final ayuda a construir esa sensación de que el disco se encuentra en constante cambio pero siempre con algunos puntos de anclaje tales como la profundidad que alcanzan los pequeños leimotivs melódicos que vertebran los temas. Tan solo tenemos que escuchar ‘Nightfall/Daylight’ para darnos cuenta de lo bien mimetizados que resultan los loops sintéticos con las atmósferas enrarecidas que presenta la canción, logrando de este modo una perfecta invitación hacia todo lo que sugiere poder perdernos en nuestros propios pensamientos. Una finalidad que resulta reveladora y que sin lugar a dudas nos aporta buenas pistas sobre la forma de trabajar del músico.


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