La formación californiana se ha reencontrado con la cara más garagera y afilada de su música, entregándonos uno de esos trabajos que los devuelven a la senda de las melodías eufóricas. Después de más de cuatro años de silencio discográfico, estaba por ver el rumbo que tomaría el grupo después de comprobar como en su anterior Bulls and Roosters domaron la energía a raudales que había marcado sus inicios, siendo este trabajo un disco de rock más depurado y con la vista puesta en más medios tiempos de los habituales. A pesar de ello, en su regreso con DYE estamos ante esa banda que no tiene ningún complejo a la hora de chocar frontalmente con muros de sonido que coquetean con los de otros géneros más extremos, recuperando al mismo tiempo ese enfoque de estribillos desatados que hacen que los temas cambien completamente de dirección. Tan solo basta observar composiciones como ‘Rapture’ para entender como las guitarras más ardientes del grupo han vuelto a un primer plano.

Sin embargo, no todo en este trabajo va a tener madera de single y vocación de estrofas coreables, ya que han logrado también equilibrar esas aproximaciones a un formato cercano al de la canción americana más despojada de espíritu combativo. Precisamente la parte media del trabajo está marcada por esta tónica, apareciendo ‘Little Line’, ‘Cold Water’ y ‘Turn Time’ como las canciones abanderadas de este mayor influjo sureño. Todo esto contrasta sobremanera con la forma de volcar esos pensamientos con los que mirar de reojo el abismo y esquivarlo a base de emprender una escapatoria que no sabes muy bien donde te va a llevar. Estas características básicamente están bastante presentes en la vertiente más acelerada del grupo, dando buena cuenta de ello en todo lo que intuimos como canciones destinadas a purgar los demonios personales que permanecen constantes a lo largo de sus diferentes trabajos.

Recorriendo los momentos más impresionantes del álbum, aquellos donde vuelven a emerger con esa brillantez melódica que desde un primer momento resulta llamativa y cautivadora, nos vamos a encontrar con composiciones tan esquivas como ‘One Way or Another’ o una ‘Rupture’ donde las misteriosas estrofas iniciales se tornan cada vez más despiadadas y apocalípticas. Tratando de buscar respuestas a todo aquello que implica encontrar un camino vital más alejado de cualquier tipo de incertidumbre, la banda siempre sabe como lograr ambientes de suspense que disuelven gracias a riffs acelerados y líneas de bajo totalmente pesadas. Así es como la recta final gracias a ‘Nervous’ y ‘Nothing to Hide’ nos abre una vez más ese camino esplendoroso donde lo único que queda frente al desasosiego es abrazar el vértigo y estar dispuesto para cualquier tipo de choque frontal. Lo que queda claro, es que Together Pangea tienen mucha experiencia en ello, tanto en los momentos de antaño donde lo atractivo de la noche estaba muy presente, como ahora donde los problemas son más reales y se presentan más enmascarados en todo lo que tenemos a nuestro alrededor.