Después de su reciente aventura con Håvard Volden en Lost Girls, Jenny Hval sigue desdibujando las características que habían marcado su carrera hasta el momento, publicando un nuevo trabajo en el que se toma total libertad a la hora de abandonar los paisajes de electrónica impresionista a los que siempre nos tenía habituados. Así es como en este ‘Classic Objects’ dota de un corazón totalmente orgánico a su propuesta y logrando de este modo que el carácter ambiental sobrevuele sus composiciones de una forma bien diferente a lo que había hecho hasta la fecha. El resultado nos muestra un disco donde explora mejor que nunca su voz despojada de cualquier tratamiento digital, encontrándonos ante sensibilidades que ya residían en su música pero que resultan puestas en un primer plano como nunca antes. Desde esa intrínseca calma con la que desarrolla los temas, y que se traduce en su alta duración, hasta la forma en la que otorga al apartado rítmico un carácter más robusto, todos estos detalles van a convertir esta referencia en una desnaturalización de la densidad de sus anteriores trabajos, apostando de forma decidida por encontrar un camino de aspecto mucho más liberador para las historias que desea mostrarnos.
Situándonos en contexto, el contenido de esta referencia básicamente surge motivado de los tiempos de asilamiento que desembocaron en reflexiones de carácter individualista sobre su arte. Poniendo en el centro compositivo lo que significaba tener un proyecto en solitario, Jenny exploró temáticas relacionadas con los episodios vitales más críticos en los que sentía que le faltaba valor para tomar decisiones, surgiendo de este modo el conjunto de canciones quizás más íntimo de su trayectoria. Tan solo basta con observar el rotundo y rítmico single ‘Year of Love’ para descubrir como la noruega vuelca pensamientos relacionados con el matrimonio, lo que implica entregarse a otra persona y la forma en la que eso te cambia de por vida. Narrativas que sobrevuelan el carácter existencialista que recorre todo el disco y que nos presenta un buen compendio de momentos al borde del precipicio, pero que sin embargo se perciben afrontados con una serenidad totalmente envidiable. A esto tenemos que unirle como en todo este recorrido Jenny es capaz de ir saltando desde el completo personalismo de las letras hasta cuestiones mucho más universales como la precariedad de la industria de la música o la forma en la que casi siempre estamos caminando por la vida con la incertidumbre a nuestras espaldas.
Sin dejar pasar los momentos de más bella factura del trabajo, llama la atención su capacidad para lograr texturas totalmente cristalinas que contrastan enormemente con los ambientes turbios que en muchas ocasiones han poblado sus temas. Buen ejemplo podría resultar una ‘Cemetery of Splendour’ donde alza de forma definitiva la voz para ir destilando pensamientos de tintes tan compulsivos como de necesario procesamiento en voz alta, todo ello evidenciando la forma en la que la percusión suena totalmente cálida y se mece alrededor de los pequeños detalles atmosféricos que pueblan el tema desde su trasfondo. La perfecta combinación de todas aquellas capas que pasan de las grabaciones ambientales a la necesidad de romper la parte más melódica del tema mediante un spoken word evidencian como en esta ocasión la artista ha volcado el componente experimental de su música en una dirección bien diferente, dejándose guiar más que nunca por todo lo que hay fuera de sí misma. Esto también vuelve a ocurrir en una ‘Freedom’ que puede ser un buen resumen de la forma de alcanzar un imaginario poderoso con el que intentar vencer a las verdades más reveladoras, abrazando de este modo una espiritualidad que en esta ocasión sí que reconocemos plenamente durante todas las etapas de su trayectoria.
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