La artista de Los Ángeles sigue demostrándonos como no ha alcanzado hasta la fecha techo en todo lo relativo a enriquecer sus composiciones, sacándose de la manga un nuevo trabajo con el que desplegar sus múltiples facetas y al mismo tiempo ahondar de una forma más directa en un espectro de emociones bastante abatidas. Tan solo un par de años después de publicar su segundo LP Nicole Kidman / Anne Hathaway, Hana está de regreso con un formato de canción de semblante más serio y guiado por una visión de pop clásico que la acompaña de principio a fin. Debido a ello el tono más festivo y los ciertos atisbos funk que aparecían en algunos puntos de su anterior referencia desaparecen por completo, tratando de lograr que la vía sintética más bien sirva para reforzar los momentos de mayor nerviosismo del trabajo. Así es como consigue un decálogo de canciones con las que intentar calmar su voz interior y al mismo tiempo poner en la mesa lo complicado que resulta forjar una personalidad con la que encontrarse a gusto. Sin ir más lejos la potente ‘Aubade’ nos deja ante un buen ejemplo de como intentar encontrar un espacio evasivo para escapar a todas las reflexiones mostradas anteriormente.
Sintiendo como buena parte de estas canciones destacan por su sobriedad y una forma de encontrar una interpretación apasionada, que sin embargo no eclipsa a las situaciones en las que es necesario mostrar mayor solemnidad y aflicción como bien ocurre en ‘My House’, Hana parece haber encontrado su camino a través de tratar los temas a través de arreglos más directos y orgánicos que nunca. Este enfoque más centrado en aportar al núcleo rock de sus temas algo más cercano a instrumentos de cámara propicia que los cortes resulten embellecidos de una forma más convincente, logrando de este modo canciones como ‘Heaven’ donde enfatiza sobremanera sus ganas de despegar y olvidar los sucesos del pasado percibidos con gran arrepentimiento. Todo esto ocurre mientras el trasfondo de sus temas resulta de lo más contundente, destacando sobremanera la forma de combinar cajas de ritmos y una percusión más orgánica con la que aportar el eclecticismo perfecto a las composiciones.
Indagando en todas aquellas partes del disco en las que apunta alto a base de mostrar más que nunca su cara más vulnerable, canciones como ‘Keeper’ emergen como una obra perfecta en la que intentar remar contracorriente para intentar perseguir lo más parecido a un sueño. Además, por lo general, todos estos momentos donde busca desatar un sonido más brillante y apegado a una moderada faceta bailable son los que a la postre imprimen las dosis extra de lucha que se espera de un trabajo de estas características. A mayores, para complementar esta cara más aguerrida, donde sale a relucir la experiencia acumulada más allá de la postadolescencia, tampoco podemos pasar por alto los momentos de mayor resurgir guitarrero como bien ocurre en ‘Gutter’. Precisamente quizás este sea el tema donde culmina de forma magistral esa visión de canción pop enfurecida pero elegante, sintiendo como de forma definitiva encuentra la fuerza necesaria en su interior para avanzar.


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