El trío madrileño siempre nos ha demostrado su temple a la hora de conducirnos por paisajes cargados de melodías poperas donde las guitarras siempre poseen la consistencia posible para que todo resulte una excusión de lo más excitante. Jugando a lo largo de su trayectoria con el rock nacional más clásico del sur del país, junto con momentos donde la inspiración en la canción americana más progresiva se hace evidente, la banda ha balanceado su música de buena forma entre su faceta más nerviosa y esa otra que invita de lleno a sumirse en lo contemplativo. Llegados a este punto, el cuarto LP de la formación nos resulta una buena muestra de todo lo mostrado hasta el momento, a la par de indagar en su vertiente más apacible y relacionada con encontrar la pausa dentro de la vorágine temporal asfixiante de los últimos tiempos.

Siempre llama la atención la forma que poseen de ejecutar sus ideas en los temas sin necesidad de que todas ellas se apelotonen, sino que llegan de forma ordenada y con el suficiente espacio para digerir todo su ingenio. Así es como se toman su tiempo en recrearse en la bonita intro de la inicial ‘Starry Belle’ a modo de presentación de los títulos introductorios del trabajo.
Tirando de esa capacidad para registrar en el lenguaje más común historias con las que escapar a uno mismo, ‘Por Favor, Mátame’ saca a relucir una aproximación a lo importante que es relativizarlo todo, sin perder por el camino un instinto rítmico de lo más dinámico.

Más temas destacados que nos deja este disco llegan con una ‘Malbaratada’ donde los simbolismos resultan más potentes que nunca, juntando lo natural a los sentimientos humanos menos analíticos. Con una cara donde buscan una mayor suavidad y acomodo a la hora de dar rienda suelta a situaciones más confesionales, ‘La Partida’ se presenta como la canción más preciosista del disco, incluyendo ciertos momentos de cuerdas que logran muy bien su cometido. Un poco en esta línea también llega ‘Refugio del Martes’, evidenciando como son capaces de perderse en el mejor sentido entre las rimas más sonrientes.

Cruzando el ecuador del trabajo, llegan los momentos donde las baladas miran más hacia esa dirección de compartirlo todo de una forma poderosa y pasional como es el caso de ‘Bodas’. Provocando una mayor sorpresa, ‘De Búho a Alondra’ nos deja ante esa canción donde se decantan por ritmos rumberos sumergidos dentro de pequeños tics sintéticos introducidos sutilmente. Todo ello sirve para encarar la recta final del disco de su forma más reconocible con ‘Rubí’, tirando de todo lo extraordinario del costumbrismo para así diluirlo todo a través de la relajante ‘Razón de Amor nº3’.