La artista de origen peruano publica su segundo trabajo en lo que va de año, ya que hace unos meses se alió con Sally Decker para entregarnos un Small Tremble In Slow Motion que definía muy bien esta nueva etapa de su carrera en la que se encuentra ahora. Después de ser cortada por Jagjaguwar tras no lograr el éxito esperado con su LP Call It Love, Briana emprendió un nuevo rumbo vital, estudiando en Mills College y reconectando con la forma más fluida en la que componía sus canciones durante sus inicios. El resultado se puede apreciar en un You Are A Wave que desde un primer momento resulta totalmente inmersivo, sumando texturas sintéticas, voces espirituales y momentos donde las melodías son capaces de inundar todo el espacio que se les concede de una forma totalmente insospechada. Por ello, desde la primera aproximación que realicemos al disco, caeremos rendidos ante esa forma de ir incorporando capas de sonido entretejidas de una forma impecable en todo lo referido a alcanzar estados mentales dotados de gran clarividencia.

Enfocando el disco a través de un componente místico que parte desde lo propicio que siempre resulta adoptar una actitud contemplativa tanto con lo que ocurre fuera como dentro de nosotros mismos, las canciones del trabajo se van a desenvolver en aquellos terrenos donde la experimentación sintética se presenta de forma minimalista para no romper el particular recogimiento que desprende el conjunto del álbum. Bien sea en ausencia vocal, o recurriendo a ella como ocurre en ‘Uncertainty and the Unknown’, Briana va a ser capaz de transmitir esas reacciones que pasamos por alto ante los sucesos vitales más inexplicables. Al mismo tiempo es capaz de enfocar la mayoría de estas composiciones hacia el intento de lograr una respuesta en el oyente que pueda romper las conexiones previas que creía haber establecido entre los temas, haciendo que cada paso dado suponga un nuevo lienzo en blanco con el que redibujar lo que nos hace sentir este disco.

Con total libertad en aquello de experimentar con diferentes sintetizadores y jugueteando con todo lo que implica vivir inmersa en los sonidos atonales, la artista apela en todo momento a la capacidad de recrear sonidos ambientales por la vía tanto de la electrónica como de los instrumentos orgánicos. De ahí que por nuestra cabeza se puedan recrear estampas donde el viento golpea con fuerza las ventanas, todo ello sin olvidarnos de su forma de aportar sensación de vertiginosidad y movimiento a las canciones, logando de este modo que todo lo construido funcione como un perfecto cóctel de lienzos impresionistas que sugieren cosas muy distintas según el momento del día en el que nos encontremos.