La artista suiza regresa un año después de su LP debut Short Cut para presentarnos un decidido segundo LP donde incorpora una paleta de recursos más amplia a lo interesante que ya de por sí resultaba su pop de guitarras de querencia noventera.
En este Campsite se podría decir que sigue la estela de composiciones enfocadas hacia la ligereza melódica y los arreglos tan sencillos como precisos, solo que va más allá a la hora de transmitir ciertos momentos de mayor nerviosismo que conecta a la perfección con las estampas más universales en las que tratamos de calmarnos frente a lo desbordante que resulta la vida.
Solo así es posible construir un disco que parece sacado de las notas personales más reveladoras que pueden surgir en los momentos más inesperados de nuestro día a día, logrando de este modo que el álbum adquiera un realismo inquebrantable capaz de conectar con nuestros pensamientos más íntimos.
Sin ir más lejos, canciones como ‘Pinic at the Seasie’ de desenvuelven en ese desenfado en el que siempre nos tenemos mover a la hora de tratar de sobreponernos a situaciones que nos sobrepasan.
Profundizando más en todo lo que nos vamos a encontrar en este trabajo, podemos decir que Anna se toma las cosas con la suficiente pausa como para hacer que las canciones se puedan desarrollar sin grandes sobresaltos pero salvaguardando ciertos momentos sorpresivos.
Por ello es capaz de saltar de aquellas composiciones más enfocadas a alcanzar un estado contemplativo bien enfocado la por momentos evocativa ‘Three Tons of Steel’ y adentrarse más adelante sin muchos problemas en un formato de canción de melodías más dispersas como es el caso de ‘Guestroom’.
Estos detalles marcan la hora de ruta de un disco donde no tiene ningún complejo a la hora evidenciar ciertos episodios donde la cotidianeidad en ocasiones está recubierta por un tedio del que cuesta desprenderse.
A medida que avanza el trabajo el carácter narrativo de composiciones como ‘90º’ va a irse desplegando con firmeza para ofrecernos arreglos sintéticos que rompen con el sonido más clásico de la artista, procurando ante todo que las composiciones se sigan moviendo en espacio sonoro que huye de cualquier atisbo de grandilocuencia.
Solo así es posible que canciones como la cálida y reposada ‘Family Time’ encajen a la perfección en el disco, siendo capaces de encontrar un respiro para tratar de conectar con las cosas importantes de nuestra vida aunque sintamos que muchas veces resultan de lo más dispersas. Por ello, el ejercicio ofrecido por Anna a la hora de intentar encontrar un sentido al presente resulta de lo más acertado según transcurren estas canciones.


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