Seis años después de dejarnos ante un Painting With donde no dudaron en lanzarse a las garras de la electrónica más etérea e impresionista, Animal Collective deciden pegar un importante giro en el guion para recuperar ciertas sensaciones olvidadas y marcarse un disco que sirve para demostrarnos como el componente rítmico de sus temas puede estar cargado de momentos totalmente fascinantes. De esta forma es como nos llega un Time Skiffs en el que miran con reojo la etapa del Strawberry Jam donde caían rendidos a esa búsqueda de cambios de ritmo pronunciados con los que acentuar el colorido de su música. Lógicamente el grupo no va a repetir de forma idéntica fórmulas del pasado, pero sí que abraza ciertos déjà vus en lo relativo a estructurar sus canciones de una forma más melódica y definida, tratando de aferrarse al mismo tiempo a sonidos más orgánicos sobre los que sobrevuela el habitual conjunto de sintetizadores incandescentes y voces que en esta ocasión se sitúan en un primer plano.

En tiempos donde la música cada vez parece dirigirse hacia el consumo más inmediato, la formación sabe como lograr que su música sea más accesible, pero al mismo tiempo no abandonan su espíritu díscolo para garantizarnos que pueda haber una catarata de texturas camaleónicas que consigan ese efecto tan vívido y burbujeante que poseen los ambientes en los que se suelen moverse. Basta con fijarnos en composiciones como ‘Car Keys’ para darnos cuenta de esa pasión por deconstruir cualquier atisbo de linealidad en sus temas, no sin antes permitirse nuevas licencias a la hora de que estos temas suenen todo lo tarateables posibles. Una virtud que se va agudizando a medida que transcurre el trabajo y que logra forjar una de las señas de identidad más claras del disco. Apuntando hacia lo necesario que es dejarse perder en las visiones más caóticas que tenemos de nuestro entorno, su forma de unir las diferentes partes de los temas siempre caminan entre la necesidad de no sonar abruptas y al mismo tiempo garantizar que la montaña rusa de beats arrojadizos no pierdan ni un ápice de energía.

Avanzando en el trabajo, también podemos intuir como no todo el disco se va a mover en parámetros de alta intensidad y necesidad de exhibir una actividad frenética en los temas, sino que los años les han aportado la experiencia suficiente para saber cuando hay que proporcionar respiro al oyente. Así es como composiciones como ‘Walker’ llegan para limpiar el ambiente de continuo éxtasis que parece vivirse en la primera mitad del trabajo, sobre todo una vez descubrimos como canciones del estilo a ‘Strung with Everything’ tratan de rellenar al máximo de voces alteradas y extraña épica cualquier rincón sonoro. Rebajando poco a poco el fuerte impacto inicial que nos garantizan buena parte de los temas, seguramente la recta final del trabajo es aquella que define el punto intermedio entre buscar pasajes capaces de despertar fuertes reacciones y el lograr unir el rompecabezas de una forma sólida. Por todo ello lo que nos encontramos en las atractivas ‘Passer-by’ y ‘Royal and Desire’ se asemeja más a la idea de lograr un disco de pop agitado y de calado bajo la perspectiva desafiante que nunca puede abandonar la carrera de los norteamericanos.