Samira Winter nos entrega un nuevo trabajo en el que continúa acentuando sus influencias psicodélicas de una forma bastante diferente a como lo había hecho hasta ahora. En este cuarto LP se desliga de los momentos más algodonosos de su anterior Endless Space (Between You & I) para lanzarse de lleno a por un formato de canción donde no busca tantas piruetas melódicas, sino reflejar más bien estados de ánimo y pensamientos cíclicos a los que necesita dar salida. Quizás todo esto también viene porque este trabajo surgió en la época pandémica en el Studio 22 de Los Ángeles, donde Samira se encerró con Joo Joo Ashworth (miembro del grupo Froth y hermano de Sasami) para componer desde el aislamiento. El resultado de todo esto es un disco donde las canciones resultan en todo momento de lo más abiertas, jugueteando con todo lo que implica el ruido de guitarras más rumiante y creciente para crear un clímax bastante relacionado con el shoegaze recogido pero de carácter sugestivo en todo momento.

Pudiendo sacar conclusiones bastante claras del título de la referencia, el viaje que nos propone Winter en esta ocasión tiene bastante que ver con detectar aquellos episodios recientes que la han acabado conduciendo a ciertos momentos melancólicos, entendiendo este estado como una amalgama de sentimientos confusos que transitan entre el aletargamiento y lo esperanzador. Si bien es cierto que las narrativas del disco acaban experimentando diversos altibajos, la tónica general podría resumirse en una introspección prolongada a través de unas atmósferas difusas donde los pequeños leimotivs melódicos hacen que las canciones posean en todo momento matices memorables. La manera de producir estos temas que por muchos momentos resulta bastante cruda y con sonidos imperfectos de fondo como bien ocurre en ‘Crimson Enclosure’ nos conduce de lleno a esa idea de esquivar todo lo que pueda filtrar que nos llegue de la forma más realista posible el análisis sobre sí misma y lo que siente en los momentos de mayor confusión.

Huyendo de la cara más lisérgica del componente psicodélico de los temas, estas canciones resultan ejecutadas desde una perspectiva relacionada con aferrarse al aquí y ahora, buscando soluciones inmediatas y no trazando puertas evasivas como ocurría en anteriores referencias. Tan solo necesitamos escuchar canciones como ‘Sunday’ donde llama a la puerta la resaca real del último día de la semana o esa inicial ‘Wish I Knew’ donde los lamentos acaban floreciendo hacia pensamientos más luminosos. Por todas estas cosas, la artista se ha tomado estas canciones como reflexiones que parten de la experiencia real, procurando ante todo que puedan capturar el abatimiento y desconcierto con el que parece que últimamente convivimos de una forma asumidamente natural. Incluso la final ‘Kind of Blue’ se aferra a la necesidad de identificar de donde vienen sus malestares, solo que en este caso apuesta mucho más de lleno por abrir las ventanas y tener definitivamente la mirada hacia un horizonte más lejano.