El dúo integrado por Diva Jeffrey y Alex Headford logran con su cuarto LP la colección de canciones más versátil de su carrera, apostando de forma firme por el dream pop más plagado de elementos de ruido atmosférico y un preciso atino para lograr ganchos melódicos que marquen el devenir de la referencia. Dejando atrás el mayor afán de experimentar con texturas sintéticas que hasta la fecha los había caracterizado, logran deconstruir su propia forma de facturar canciones, para así asegurarse de que en este disco conviven las múltiples caras asociadas a lo que es comprender la realidad más cambiante.

Desde el propio título del disco podemos intuir como Jadu Heart se han esforzado al máximo en tratar de no dejarse llevar por el vértigo que causan los males modernos de hiperproductividad, hiperconectividad y demás tendencias con las que exprimimos al máximo nuestro interior. Remando en una dirección en la que activan su mayor sensibilidad para lograr leimotivs melódicos que suenen completamente evasivos, este Derealised va a estar plagado de pequeños momentos donde rompen el transcurso natural de los temas y se adentran de lleno en escapismos liricos. Por todas estas cosas, podemos afirmar que su ejercicio de comprender la realidad que les rodea a base de reinventarla con la fantasía que subyace en cualquier acción, resulta totalmente acertado.

Como bien hemos comentado anteriormente, la inmersión en este disco va a dar la impresión de que por momentos estemos asistiendo a etapas artísticas muy diferentes del grupo. Este hecho en sí supone algo bastante entretenido en la escucha completa del disco, ya que en cuestión de una par de canciones nos vamos a encontrar giros en el guion bastante imprevisibles. Sin ir más lejos, la apertura del disco a ritmo casi de trip hop con ‘Glistener’ nos prepara para una perfecta recapitulación de lo que supone no dar nada por sentado, logrando al mismo tiempo trasladarnos a esas primeras horas de entumecimiento que tiene el día.

 Sin embargo, todo esto va a girar rápidamente hacia los terrenos de las melodías mucho más definidas y las guitarras que, a pesar de sonar amables, conservan una cierta tensión latente, como es el caso de ‘Cocoon’. Divagando entre todo lo que supone convivir con los compases de espera más desesperantes, el grupo se lanza unos cuantos mensajes de calma a sí mismos, todo ello culminando la canción en un final bastante apoteósico. A pesar de ello, queda bastante claro que no buscan la épica encubierta, haciendo que precisamente el tema termine con el remanso sereno de su inicio.

Más detalles interesantes llegan a través de la bonita contraposición de sus voces, aflorando sobremanera en ‘Blame’ y ‘Freedom’, las que seguramente sean las dos canciones que más reflejan la relación que existe entre ambos. Poniendo en una balanza las emociones más turbulentas y lo aliviador que resulta llevar siempre los conflictos a buen puerto, estas dos canciones definen muy bien los contrastes amortiguados del disco.

Sin perder nunca esa capacidad de reinvención que acecha cada esquina de la referencia, tampoco podemos pasar por alto el buen uso que hacen de todas aquellas distorsiones entregadas a despejar la mente y adentrarnos en las características de un sonido mucho más cercano al C86 de lo que nos esperábamos. Este es el caso de ‘I Shimmer’ o una ‘Webs’ que suena como esa perfecta canción en la que se agudizan al máximo todos los sentidos y se lanzan a por un hedonismo que también tiene bastante que ver con lo espiritual. De esta forma no pierden comba en aquello de encontrar nuevos significados a las situaciones donde la razón tiene que dejar paso a lo instintivo.