Indigo De Souza ha logrado que cada uno de sus discos sea una referencia audaz sobre todo lo que implica reflexionar acerca de las situaciones vitales que más miedo nos producen. El cúmulo de pensamientos alrededor de intentar ser una mejor persona con aquellos que nos rodean, ser conscientes de cómo debemos convivir con la fatalidad o simplemente el hecho de estar abiertos al amor aunque nos hayan roto el corazón muchas veces, ha conformado el carácter de sus discos. Todo ello ha encontrado las suficientes dosis de rabia y liberación como para intuir lo catártico que el proceso de composición tiene que ser para ella.

Con más o menos poso guitarrero, o con más o menos capacidad para aspirar a un formato pop más expansivo, ahora nos entrega un tercer LP donde hay una mayor esperanza en la mirada que otorga a todas las preocupaciones existenciales que trata en los temas. Esto no implica que haya guardado toda la oscuridad latente en sus composiciones bajo la alfombra, sino que más bien ha adoptado una nueva actitud mucho más decidida y temperamental ante las situaciones que tienden a paralizarla.

Con un título de disco bastante revelador sobre la forma de tomarse las cosas en esta nueva etapa, Indigo nos ofrece una referencia de lo más dinámica. Si bien no presenta grandes novedades en cuanto a la evolución estilística de sus temas, logra reunir de una forma certera sus múltiples virtudes compositivas para sentir que este es el disco que seguramente mejor representa la esencia aguerrida de su música. Podemos observar todo esto desde el inicio del disco, saltando del poso de líneas melódicas sintetizadas de ‘Time Back’ a ‘You Can Be Mean’, donde alcanza la crudeza guitarrera precisa para crear una de esas canciones que sirve para barrer las experiencias sentimentales pasadas más agridulces.

Incluso en ‘When's it gonna get any better?’, la frase final del tema, intuimos cómo la canción en realidad va de pasar página y haber encontrado una fortaleza interior más valiosa que cualquier otra cosa. Si seguimos buceando en el espectro emocional de la referencia, resulta sencillo quedarse prendado de los temas que tienen un estado de ánimo algo más alicaído, como es el caso de la sencillamente bella ‘Losing’ o la propia ‘All of This Will End’, donde se desprende esa idea de cómo siempre estamos faltos de respuestas en la vida, entendiendo que lo importante es seguir avanzando y haciendo lo mejor posible, incluso si no es suficiente.

Cruzando el ecuador del disco, vamos a encontrarnos también con algunos de los momentos más aferrados a sus influencias puramente noventeras, todas ellas guiadas de una forma intrínseca por su pasión por dotarlo todo de un sentimiento melódico electrizante. Este puede ser el caso de ‘Always’, que resulta totalmente punzante al enfrentarse a todo lo que implica su figura paterna para darle vueltas al significado de la confianza cuando las decepciones siempre han sido la tónica general de su relación.

Como cara opuesta de la moneda, también vamos a poder encontrarnos ante una muestra bien diferente marcada por ese espíritu aperturista que hay en sus composiciones hacia todo lo que implican los ritmos programados y la invitación a encontrar ciertos puntos de desinhibición, tal y como se muestra en ‘Smog’, la que quizás sea la única canción algo bailable del disco. En ella logra transformar la ansiedad social en un canto mucho más optimista gracias a la necesidad de dejarse llevar y no tener miedo a abrirse a los demás. De hecho, la recta final del disco va en esta dirección de mayor autoaceptación y necesidad de comunicación, ahondando en ‘Not My Body’ en la forma en que la identidad de una persona no se limita a su cuerpo físico.

Apareciendo el broche de oro, llega la final ‘Younger & Dumb’ donde recoge el poso más nostálgico del disco mostrándonos algo más de clarividencia sobre la sensación de confusión y ansiedad sobre el futuro y las decisiones importantes que tomamos todos los días. Así es como cierra un trabajo donde se revela la importancia de ser consciente de cómo podemos no sentirnos cómodos en nuestro hogar o ciudad, y cómo al final nuestro motor interno siempre se desplazará hacia donde percibamos que el amor y la compañía afloran con fuerza.