El dúo de Melbourne sigue traspasando fronteras con su nuevo trabajo, fichando por Polyvinyl y encontrando un nuevo escaparate en Estados Unidos. Lo que a priori se presume como un salto mayor no ha hecho que el conjunto de canciones encerrado en Barnyard se haya alejado de ese tono tan cercano y cotidiano que siempre han encerrado sus composiciones, logrando una vez más huir de un sonido grandilocuente para así ceñirse fielmente a todo lo que sugiere el núcleo de rock cálido que poseen sus temas. Por lo tanto estas nuevas composiciones responden a una forma de hacer canciones donde no hay ningún artificio, sino un constante esmero en alcanzar que todas las melodías e historias encerradas suenen de la forma más natural posible. Así es como logran de nuevo abrazar una filosofía de vida marcada por una actitud positiva frente a los enveses que nos encontramos en el camino. Tan solo nos basta con escuchar ‘Depends On What I Know’ para ser conscientes de su gran habilidad para hacer que todo parezca totalmente relativo según como lo miremos.

Aprovechando al máximo todas las ventajas que les proporciona el formato dúo, el grupo no duda en ningún momento en deshacerse de todos aquellos arreglos que puedan restar importancia a lo que supone encararlo todo a través de una línea de bajo sencilla y ese énfasis por plasmar lo que les rodea sin ningún tipo de fantasía. A través de estas señas de identidad nos garantizan un trabajo de escucha plácida, apareciendo canciones como ‘Whalberg’ donde no dudan en realizar algún que otro guiño a los Strokes en el tratamiento de su sonido. A pesar de ello, buena parte del trabajo destaca precisamente por no darle muchas vueltas a la producción encerrada en los temas, confiando plenamente en que todos los leimotivs melódicos y la forma de hacer que los estados de ánimo no invadan por completo los temas sean los que guíen las composiciones. A la postre, todo esto tiene mucho mérito ya que realmente nos va ayudar a centrarnos en todo lo que sugieren las historietas a como de viñetas de cómic que van surgiendo poco a poco.

Aportando la suficiente variedad dentro de géneros que van desde la canción americana hasta un formato de rock de ritmos candentes, llama la atención esa parsimonia que se toman a la hora de espaciar todos los elementos que aparecen en sus temas, siendo ‘Big Wig // Small Dog’ un claro ejemplo de ello. Sin hacerle tampoco ascos al formato acústico, alguno de los puntos más emocionantes del disco llegan precisamente a través de esta vía, como bien puede ser el caso de una ‘Green Skies’ que resulta de lo más embriagadora a medida que transcurre el tema. Tampoco podemos pasar por alto esa otra forma de trascender a través de historias de personajes pintorescos que sin lugar a dudas irradian energía extra como es el caso de un Matthew Newton al que le dedican una canción de guitarras saltarinas. Dejándose influenciar por las pequeñas cosas que definen su vida, sin lugar a dudas Good Morning es una de esas bandas que tenemos que incorporar a nuestras playlists para sentir que todo siempre puede ir mejor.