La banda parisina sigue acertando en su tercer LP con el camino estilístico emprendido, dejándose llevar siempre por su certera intuición a la hora de esquivar las ideas difusas dentro de sus temas y hacer que el pop de guitarras con menos aditivos pueda resplandecer al máximo. Dejando de lado en esta ocasión la pulsión más relacionada con las bandas más clásicas del sonido C86, se decantan más bien por decelerar las revoluciones y lograr un disco que casi no contiene ningún fragmento cargado de nerviosismo. Quizás esta sea la principal novedad de esta referencia respecto a sus anteriores, ya que además de eliminar cualquier vestigio de atmósfera Lo-Fi, han optado por tratar de encontrar ante todo un mayor componente esperanzado en los temas. Atendiendo más que nunca también al poder de las narrativas que se centran en comprobar la percepción que tenemos de los vínculos que nos unen a los demás, podemos afirmar que la madurez del grupo se manifiesta de múltiples formas.
Desde los compases iniciales del tema que abre la referencia y da título al disco, vamos a intuir como lo franceses son una de esas bandas que no dan la espalda a todo lo que implica sumergirse en las reflexiones vitales cargadas de cierta nostalgia. Así es como logran una metáfora de lo más bonita acerca del camino por recorrer y como nos puede llevar de vuelta a ciertos momentos importantes del pasado. A través de este equilibrio constante del ejercicio que precisa no claudicar con ciertos efectos que tiene la memoria sobre el presente, logran armar un disco que en su mayoría suena placentero, pero que tampoco rechaza el ofrecernos alguna que otra sacudida. Con estos contrastes bien amortiguados, nos adentramos en dinámicas de lo más variadas, como pueden ser las que nos ofrece la natural languidez encerrada en los anhelos de ‘To The Crush’ o esa forma tan divertida de ejecutar la línea de bajo de ‘Same Old Story’ a modo de reconstruir una historia llena de pistas atractivas.
Continuando con la tradición de permitirse algún que otro mayor coqueteo con la experimentación propia de aquellos arreglos que aportan un aire más sonriente a los temas, no dudan en aplicarlos a temas como el bullicioso ‘The Cutoff’, procurando ante todo no salirse de la senda marcada, que no es ni más ni menos que la de poder tararear todo lo que suena en el disco. Incluso tomando algo más de pulso a aquello de acercarse a los ritmos motorik, nos encontramos ante una ‘Anita’ que viene a ser algo así como su versión del pasado contextualizada en esta nueva referencia. No hay duda de su pasión y capacidad de adentrarse en una mayor espiral de adrenalina, pero ante todo, el concepto del disco exige un mayor control sobre las emociones desbordantes, por lo que al final acaba primando el semblante premeditadamente soleado al que apela la referencia. Lo que está claro es que no les hace falta desmelenarse para sonar lo más enérgicos posible y volcar una actitud bastante vitalista en cada uno de sus temas.
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