El tercer trabajo de Wombo nos deja ante un grupo cuyas canciones a estas alturas ya son totalmente inconfundibles, todo ello gracias a su particular forma de diseccionar ritmos cambiantes y tortuosos sobre un apartado melódico donde curiosamente la ligereza lleva la voz cantante. Para lograr todo esto no necesitan mucho más que los elementos clásicos de un trío rock, de modo que el componente art encerrado en su forma de componer resulta clave para marcar las diferentes. En su nuevo Fairy Rust, al igual que hicieron en ocasiones anteriores, encuentran un perfecto equilibrio entre líneas de bajo enrevesadas y esa forma de bucear a través de la sobriedad propia de un dream pop donde el único componente evasivo es capaz de llegar a través de la voz de Sydney. Así es como su propuesta resulta totalmente certera en lo referido a crear un agradable desconcierto y de paso lograr el disco más completo de su carrera.

Con una referencia de 13 canciones, Wombo tienen tiempo prácticamente para todo, mostrando tanto la necesidad de adaptarse a un contexto donde los pensamientos que vuelven a la cabeza lo hacen de una forma agradable, como bien ocurre en ‘Sour Sun’, o pasarse a un extremo opuesto tirando de guitarras y voces mucho más alteradas al estilo de ‘Regular Demon’. Todos estos contrastes resultan bien unificados gracias a lo bien que se mueven alrededor de unos picos de intensidad bien medidos, tratando de reflejar como dentro de la realidad del día a día siempre hay cierto espacio para fantasear y paradójicamente poder comprender mejor las cosas que nos pasan. Para poder conseguir que sus canciones nos remitan a ello, el abanico de recursos empleado es de lo más amplio, viajando desde los pequeños leimotivs melódicos cíclicos hasta esa forma de apelar a pequeños muros de sonido rupturistas como bien nos hacen ver en ‘Below The House’.

Sin perder comba en todo lo relativo a que sus temas funcionen como una auténtica montaña rusa de situaciones que apelan al poder de sentir que todo es pasajero y que de una forma u otra no hay nada prácticamente nada que no acabe resultando benévolo, temas como ‘Queens of Keesh’ encierran ese perfecto viaje hacia las profundidades de nuestro subconsciente donde realmente aprendemos a convivir con nuestro caos mental. La aparente maraña de voces lisérgicas y ese ralentí rítmico es lo que nos conduce hacia la calma después de la tempestad, todo ello desdibujando una vez más la barrera entre un post punk ya de por sí descafeinado y el poder discordante de un rock progresivo ejecutado a trompicones. Etiqueta al margen, está claro que Wombo se mueven como peces en el agua dentro de sus ideas compositivas contrapuestas pero siempre acertadas.