Tras una reciente etapa publicando su música bajo el proyecto personal Sad13, la cantautora Sadie Dupuis por fin reúne en el estudio a la banda con su banda de toda la vida para facturar un nuevo disco de Speedy Ortiz. Junto a Andy Molholt, Audrey Zee Whitesides y el batería Joey Doubek, graban Rabbit Rabbit, un disco que expande el sonido de la compositora con paisajes más densos e influencias más amplias, rindiendo particular homenaje al rock indie de los 90 y al alt de comienzos de los 2000.
Bautizado como Rabbit Rabbit, en referencia a un ritual supersticioso que Dupuis practica desde niña para aplacar sus trastornos obsesivo-compulsivos, este nuevo trabajo expande el característico carácter compositivo de la artista con paisajes sonoros más densos e influencias más eclécticas que abarcan desde el post-hardcore a la psicodelia del desierto o el metal alternativo.
Pero sobre todo, Rabbit Rabbit supone un punto de inflexión lírico y emocional en la carrera de Speedy Ortiz. Aprovechando el período de introspección que la pandemia propició, Dupuis se atreve por primera vez a trazar con su singular pluma referencias directas al abuso infantil que sufrió y afronta sus secuelas.
Esta introspección tan descarnada dota a temas como 'Who's Afraid of the Bath' de un escalofrío sobrecogedor. Dupuis relata con gélida monotonía las precauciones ante un malhechor conocido, alertando de perpetradores que campan a sus anchas. En la tensísima 'Cry Cry Cry' se enfrenta a sus dificultades para sentirse segura llorando, entre un tumulto contrapuntístico de guitarras y siniestros sintetizadores.
Las habitualmente crípticas letras de Dupuis adquieren ahora un halo de desesperado salvavidas en este ejercicio de cordura compartida. Disecciona con demoledora lucidez las dinámicas destructivas y de abuso de poder, tanto en la industria musical como en vínculos personales.
'Scabs' es una crítica mordaz a quiénes traicionan ideales por puro oportunismo. 'Plus One' destripa una relación manipuladora mediante un imaginativo simbolismo de rompecabezas y lluvia ácida. Incluso su descripción casi bucólica del barrio en 'Kitty' destila la tensión de pesadillas recurrentes tras una aparente calma hogareña.
Dupuis extrae una poesía visceral de su lucha por aceptar sus demonios y sanar. Y la banda le acompaña con una musicalidad que también busca recrear epifanías sonoras primordiales. Se sumergen en sus influencias más formadoras, desde el noise noventero al metal alternativo, en pos de plasmar la "alegría total" que esos sonidos les provocan.
El álbum rebosa detalladísimos paisajes sónicos, expansivas guitarras en un perpetuo deleite contrapuntístico, y una demoledora interacción rítmica entre bajo y batería llevada al límite de la destreza. Temas como 'Ranch vs Ranch' desprenden la energía catártica del metal alternativo juvenil de los inicios del grupo.
Pero también asoma en piezas como la crepuscular 'Brace Thee' un folk nervioso y cinemático, o la luminosidad del power pop en la vibrante 'Ghostwriter', que cierra el disco rechazando la ira improductiva. Una dualidad sonora que despeja la búsqueda de Dupuis por sanar a través de la creación de esta impactante obra maestra contemporánea.
Rabbit Rabbit equilibra así la nostalgia melómana con una lúcida disección del presente. Su abrumadora honestidad y riqueza musical consolidan a Speedy Ortiz como referente ineludible del rock independiente actual.


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