Carl Shane inicia una nueva etapa al frente de Kal Marks con la publicación de My Name Is Hell, un disco donde ha encontrado a Dylan Teggart y Christina Puerto como perfectos compañeros de banda, capaces de seguir dando continuidad al sonido tan voraz que nos han dejado los trabajos del grupo hasta la fecha.

Esta nueva referencia por supuesto no va a ser una excepción, ya que todo lo mostrado está pasado por ese filtro de visceralidad bien expresada que propicia que las canciones alcancen cotas de un realismo que impresiona. Viajando en todo momento hacia situaciones donde la desesperación y el aislamiento se tornan en amenazas más que claras, el enfoque a medio camino entre elementos post hardcore y el noise rock melódico más brutalista es lo que integra el abrasivo corazón de estos temas.

Tampoco podemos pasar por alto el buen pulso de Carl a la hora de lograr unas letras que inciden de forma directa en todo lo que implica no dejarse en el tintero ningún tipo de detalle relativo a describir los procesos mentales más caóticos, dando buena cuenta de como también estas canciones están basadas en momentos no guiados puramente por lo instintivo.

Avanzando en todo lo que nos muestra el disco, llama la atención como son capaces de transitar entre todos aquellos episodios de oscuridad reveladora que se presentan en revoluciones reducidas como bien puede ser ‘New Neighbor’ para saltar a continuación a un apartado de voces casi guturales donde el colapso personal parece más cercano que nunca gracias a ‘Debt’.

Está claro que Kal Marks son una banda de extremos y que se encuentran de lo más cómodos entre ellos, procurando ante todo que el contenido que encierran las canciones situadas en un lado y otro siempre esté relacionado mediante las estampas un tanto decadentes que en todo momento emergen en sus relatos.

Sin necesidad tampoco de encontrar una puerta que los lleve hacia un estado más favorable, este disco es una buena muestra de como la música no necesariamente tiene que proporcionar respuestas a todo, sino más bien plantear situaciones complejas con las que propiciar que el oyente pueda sacar sus propias conclusiones.

Dentro de sus planteamientos narrativos enfocados más hacia lo descriptivo que la creación de una imagen completa y con todo lujo de detalles, no van a faltar los guiños hacia conceptos relacionados con la ira y la fácil que puede resultar perder el control, poniendo una vez más en la mesa como los episodios más críticos son los que acaban inspirando sus temas.

 Incluso con canciones tan redondas como ‘Ovation’ sacan a la luz estas características de su música, procurando ante todo que la potencia de su propuesta instrumental siempre tenga un limitador con el que darte sentido a todo lo encerrado en este disco.