El flamante nuevo álbum de la talentosa cantautora electrónica canadiense Jessy Lanza, Love Hallucination, supone la cristalización de su distintiva fusión de pop sintético con pinceladas R&B. Grabado después de su traslado a Los Ángeles, el disco capta la emoción de adentrarse en el cambio y emerge con una renovada intrepidez y confianza propia por parte de la artista.
Las composiciones originalmente fueron pensadas para otros intérpretes, lo que le brindó la libertad para ensayar versos y estribillos más intrépidos. Finalmente, decidió reservarlas para sí misma, dando como resultado un trabajo ágil y sensorial, tan divertido y concierta autocrítica. Lanza se torna explícita sobre sus necesidades emotivas y sexuales, arrojando un vistazo refrescante sobre el placer femenino.
En piezas como ‘Midnight Ontario’ y ‘Marathon’ manifiesta sin rodeos sus exigencias de satisfacción cuando se encuentra en la cama. Con un tono despreocupado que emula a las más grandes divas, reclama múltiples orgasmos de su pareja en ‘Marathon’, llegando a autocalificarse de "despiadada". Revela las enmarañadas relaciones que numerosas féminas tienen con su propia complacencia.
El hilarante humor característico de Lanza también hace acto de presencia. En la pegadiza ‘Limbo’ se mofa de sí misma, encallada en una coyuntura insatisfactoria pero incapaz de salir de ella. En ‘I Hate Myself’ socava sentimientos de autodesprecio fingiendo toser cada vez que reitera el título, como acallando un chiste.
Musicalmente, Lanza amplía su paleta sónica para encajar estos temas más audaces. Las percusiones inquietas y sintetizadores ingrávidos persisten, pero con mayor peso en la producción. Los sencillos ‘Midnight Ontario’ y ‘Don't Leave Me Now’ evidencian su música bailable más frontal hasta la fecha.
No obstante, una bienvenida dosis de extravagancia matiza los bordes. ‘Big Pink Rose’ oscila entre ensoñación y temblores breakbeat. ‘Gossamer’ difumina city pop y R&B clásico con voces alucinantes y sintes rebeldes. Lanza permite respirar a sus creaciones instrumentales, como en ‘Drive’ donde divaga sobre el placer de conducir.
Las líricas retratan momentos bastante particulares, de aquellos donde quiere estar sola y la fuerza de las emociones torna el mundo borroso. En ‘Don't Leave Me Now’, saca a la luz su vivencia de casi ser atropellada en Los Ángeles, relatando el pánico con frenéticos patrones footwork. ‘Midnight Ontario’ es más críptico, un enfrentamiento sentimental donde el ritmo se oscurece con sintes siniestros que se desvanecen junto a los suspiros abatidos de Lanza.
El álbum avanza con brío, transportando al oyente en un viaje emocional junto a Lanza. Así, en la eufórica ‘Limbo’ sopesa si pernoctar con un hombre, trocando su indecisión en audacia. Mientras que la etérea 'Casino Niagara' sumerge al oyente en la acción mediante su sedoso funk-electro.
En resumen, con Love Hallucination Jessy Lanza entrega su obra más acabada. El disco se eleva intrépidamente hacia el éxtasis synth-pop sin extraviar su toque experimental. Al sondear nuevos aspectos de sí misma, Lanza suena tan lozana como al principio de su carrera. Ha forjado un vívido retrato de las complejidades del anhelo y el deleite femenino a través de su visión del pop electrónico intimista.


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