Editrix nos entregan un segundo trabajo donde agudizan más que nunca esa forma de acercarse a sonidos contundentes por un montón de caminos posibles, todo ello tratando siempre de evidenciar como lo absurdo inunda todos los rincones de nuestra vida. Dejándose llevar en esta ocasión por las emociones más primitivas, Wendy Eisenberg, Steve Cameron y Josh Daniel nos entregan un disco donde no ocultan su pasión por el post hardcore, pero también por lograr que ante todo estas canciones puedan descolocar a los oyentes de la mejor forma posible. Así es como no escatiman en líneas de bajo de lo más robustas y amenazantes, pero tampoco se olvidan de aportar ese toque de falsa dulzura que reside en la voz de una Wendy que sabe muy bien como adaptar su interpretación a lo que requiere la circunstancia de cada tema.
Navegando a fondo por estas canciones, vamos a comprobar como en muchas ocasiones la vida tan solo puede ser afrontada como una parodia, incluso cuando nos encontramos ante fuertes reveses que hacen que nuestros principios se tambaleen de forma inesperada. Todo esto son capaces de representarlo a través de cambios de ritmo, punteos que adquieren una velocidad endiablada y voces que se tornan siniestras cuando menos lo esperábamos. Tan solo basta con escuchar temas como ‘The Hunt’ para ser conscientes de como Editrix pueden ser una banda camaleónica, eso sí, logrando que en todo momento los giros en el guion no hagan que el conjunto de la propuesta acabe descarrilando. Por ello podemos afirmar que el trío vive en el caos permanente, pero que dentro de ese caos siempre hay unas leyes que ayudan a que la pelota de nieve no se descontrole sobremanera.
Presentándonos en esta ocasión a unos personajes que discurren por el mundo encontrándose ante todo tipo de peligros constantes, Editrix saben como ir desvelando sus mejores cartas poco a poco. Así es como intercalan temas donde con tan solo unas pocas pinceladas nos podemos hacer una idea de lo convulsos que pueden resultar ciertos períodos vitales, tal y como ocurre en una ‘Horse Girls’ invadida por una ansiedad constante. Tampoco se queda atrás una ‘On Truck Gone’ donde ponen toda la carne en el asador por darle sentido a como ciertos estímulos desencadenan en nosotros una reacción desbocada e inexplicable, comprobando muy bien como son capaces de crear un estado de incomodidad permanente gracias a unos juegos rítmicos donde la sensación de desacompasamiento resulta inevitable.
Continuando con todos los apuntes interesantes que nos ofrece la referencia, no podemos pasar por alto los momentos en los que se acercan más de lleno a un art rock cercano al de bandas tan míticas como Deerhoof. Sin ir más lejos ‘I Can Hear It’ se presenta como la perfecta canción con la que comprender como nada es lo que parece en el universo de Editrix. Haciendo que parezca que la canción va a desplegar sus alas en todo momento, saben como contenerla bien a través de ese tono tan dicharachero que nos ofrece Wendy que resulta bien secundado por la anarquía melódica que impera en sus guitarras. Detalles así son los que ensalzan la forma en la que parece que cada instrumento vuela por libre pero que al final encuentran los puntos de anclaje perfecto para sumergirnos de lleno en un estado clarividente donde el ruido representa a la perfección toda la incertidumbre que nos rodea.
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